18/2/09

Gomorra es un libro

Impulsivamente vi el libro encima de la manta y pregunté el precio. Lo hojeé para ver si la falsa edición estaba en condiciones de ser leída y manoseada y, considerando el precio, lo compré. Era un libro pirata de esos que se venden en las calles.
Una transacción ilegal en pleno centro de Santiago que
narra sucesos ilegales en Nápoles. Pero claro, detrás de la mujer que me vendió el libro hay, seguramente, una organización ilícita, no así en la historia de Gomorra de Roberto Saviano (en la foto), un éxito en Europa que hace un mes llegó a las librerías chilenas y hace 32 días ya se vende en las calles…
“Me ha sorprendido la cantidad de jóvenes de su edad que se han llevado el libro”, me comentó la mujer que me lo vendió, como si fuera yo un cliente de siempre que acude reiteradamente a su metafórico local ubicado en una cuneta. (No siempre compro libros piratas y no creo que, en su negocio itinerante, la vuelva a ver).
Y es que la historia de Gomorra más que ilícita es criminal. Más que criminal es un sistema. Más que un sistema es una identidad y de eso nos habla el libro de Saviano, de la identidad de un pueblo marcado por el subdesarrollo, la influencia española, las vendettas y una manera de estructurarse en rincones donde el Estado llegó hace poco o no llegó.
Entre medio muertes, asesinatos, cuerpos quemados en ácidos, yonquies que para revivir son orinados en la cara, niños de 11 años que sueñas con ganar dinero y morir jóvenes… Y, además, detalles de la estructura de la mafia napolitana, la Camorra: quienes son los jefes, los apodos de estos, las formas que se distribuye la droga, las competencias en el puerto de Nápoles, las inversiones de los clanes en las capitales de Europa, el negocio de las ropas de marca… Detalles que le han significado a Saviano vivir en constante peligro, con cuatro policías escoltándolo constantemente y sin el saludo de sus antiguos amigos que deducen que la cercanía con un proscrito les puede acarrear un tiro en el corazón, puesto que en Nápoles, a diferencia, por ejemplo, que en el norte de España el tiro no es en la nuca, sino de frente.
Saviano nos cuenta, al igual que la película Tropa de Elite, que detrás del minuto y medio y de la media página en los periódicos, hay situaciones ya no continuas sino perpetuas y que el statu quo es más sólido que las buenas intenciones de pocos. Después del macrojuicio del Juez Amato, la mafia pareció, por primera vez, derrotada o denostada e incluso sobrepasada por nuevas fuerzas delictivas provenientes del Este de Europa.
Pero, y en eso el libro es la mejor muestra, la mafia está ahí, enquistada en los sueños de los niños, en el trabajo de los pobres, en las relaciones sociales. Impregnada e ir contra eso es casi faltarle el respeto a la tradición. ¿Cómo modificar esto? No lo sé y Saviano tampoco.

Medios
Ahora nuevamente es mediático lo que sucede alrededor del Vesubio.
Aunque la narración de Saviano a veces parece más una catarsis personal, como una disculpa a sí mismo por haber nacido donde nació, es también una guía de cómo escala un conflicto. En el capítulo sobre la guerra de Secondigliano (entre el clan Di Lauro y “Los españoles”), hay un momento donde se narra la llegada de la prensa, de cómo los periodistas de los grandes medios europeos arribaron en busca de muertes y destrucción como si de la Ex Yugoslavia se tratara, olvidando el trasfondo del asunto, aunque, y eso Saviano lo subraya, el escenario era propicio para cualquier estudiante en prácticas o becario: estar ahí un par de días, en plena guerra de Secondigliano, garantizaba al menos una muerte. Sin embargo, cuando las balas dejaron de dispararse la prensa desapareció y la que por error quedó buscó otras historias, como el despertar de un niño que estuvo un año en coma, hecho que nada tenía que ver con la guerra, pero que marcó el fin de la cobertura mediática… Se acabo la guerra, pero el conflicto continuó.
A diferencia de Tropa de Elite, donde la línea de los buenos y malos es tenue, acá, más allá de los códigos y la pirotécnica de la mafia, la lectura de Gomorra nos muestra dos formas de informar. Una, la rápida, la de los grandes y ampulosos medios sin rostro, y otra, la secreta, la del observante, la del que se mete tanto en los sucesos que termina siendo parte de ellos. Esto lo encarna Roberto Saviano que más allá del valor literario o periodístico de su reportaje-río, o más allá de su talento para la narración, ahora vive como si fuera un líder de un clan, sin poder salir a la calle, con rutas restringidas, pero sin el dinero de estos.

3/2/09

El "pipazo" de Michael Phelps (retomando)

He oído una frase que dice algo así como que hay que juntar el hambre con las ganas de comer… No sé, o al menos no recuerdo, a que apunta aquella sentencia, pero si puedo decir que tras varios meses de dejar botado este medio, que recién hoy, 3 de febrero, las ganas de escribir se han juntado otra vez con la necesidad de hacerlo. El ímpetu de contar algo -una opinión, una visión- ha vuelto levemente y hay que aprovecharlo. Gracias, eso sí, a todos los que me alentaron para que esas dos vertientes, muchas veces paralelas, se toparan otra vez.
Y gracias también a Michael Phelps, el insigne nadador estadounidense, por fumar marihuana y ser fotografiado haciéndolo y, además, reconocerlo con una declaración pública. Fue esa imagen la que me dejó pensando estos días.


El nadador, ganador de 8 medallas de oro en los JJ.OO de Beijing, multi-quebrador de records, el último ícono deportivo-comercial del mundo antes de la crisis, fue sorprendido fumando cannabis en una fiesta de esas universitarias que en EE.UU. parecen ser bastante salvajes con sexo, fotos íntimas, mucha cerveza en vasos plásticos y atletas drogándose.
Al encarar la noticia los medios del mundo han censurado el actuar de Phelps por qué fumar marihuana es malo y por ende es un pésimo ejemplo para los niños, sin importarle demasiado la privacidad del nadador, pues más que mal, y así Rafael Nadal, lo ha subrayado cuando se le ha preguntado por lo de Phelps, lo que hizo lo hizo en el ámbito privado de la vida (que para muchos es toda la vida) sin sopesar que un tarado lo fotografiaría y vendería la instantánea al “The News of the Wolrd”, rotativo londinense que entra de lleno a quitarle lectores a “The Sun”, buque insigne de los tabloides sensacionalistas en inglés.

¿Un superhéroe?
La marihuana es para el tiburón de Baltimore lo que la criptonita para Superman. Es el aura de superhéroe, que mucho quieren ver en un joven de 23 años, lo que se ha trisado o empañado. Esa misma aura que desde que terminaron los JJ.OO. todos los medios han querido mancillar o sacar tajada de ella. Desde septiembre a la fecha, Phelps hizo noticia por unas fotos algo pasado de peso en una playa, unas fotos golpeándole las nalgas a una conejita de playboy, por ser acusado de “falta de personalidad” por otra conejita de playboy que supuestamente salió con él, por calificar de idiota a un periodista que le preguntó demasiado sobre los amoríos que tendría con la mentada conejita de playboy. Por si fuera poco, un millonario pensó que el mejor regalo para
su mujer era que pasara una tarde con Phelps y le pagó para que se metieran a la piscina juntos.
Todos querían algo de él y acudió a todos los late show de EE.UU. anunció su retiro para después de Londres 2012 y dijo que se encerraría un mes en un hotel de Las Vegas para aprender a jugar poker. Su nombre era sinónimo de proeza… y como la suya fue una hazaña de las grandes, muchos, incluido él, cambiaron el sinónimo y de un día para otro Phelps fue equivalente a noticia. Cuando los medios se percataron que seguía vendiendo a pesar de todo, su nombre pasó a ser igualado como escándalo.

Futuro
Su capacidad atlética, si bien no está intacta, no podemos juzgarla hasta que no se vuelva a meter a la piscina y con una motivación estratosférica. ¿Qué se hace después de llegar a la cima personal, que, por añadidura, es histórica y mediática? Phelps ganó los ochos oros pues quería superar a Mark Spitz y lo logró. A todos nos sorprendió y nos gustó ver que lo hiciera. Después cambiamos de canal, volvimos a nuestras rutinas y de vez en cuando una que otra nota nos recordaba lo que había pasado con ese chico de Baltimore. Pero para Phelps sus andanzas son permanentes y, supongo, tras los ocho oros su vida cambió y ya nada fue igual. No sólo por la asquerosa y a veces buscada exposición, sino porque cada mañana, desde el fin de los JJ.OO., se despertó sin un modus vivendi aparente. ¿Qué hacer cuando ya se hizo? Comer, ir de chica en chica, fumar marihuana es lo mínimo para alguien que espera reordenarse en la vida después de un extenuante trabajo y, de paso, buscar otra motivación.
Hay gente como Phelps que si no pedalea hacía algo se cae. Pero, eso sí, no ha toda la gente es fotografiada en cada caída.

18/9/08

UN 18 en la Condell

Una voz joven y castrense nos invita a abordar la nave. “Tengan la bondad de pasar a la Condell, por favor”, dice esa voz de forma decidida y autoritaria, pero con cariñosas y amables intenciones.

La veintena de chilenos que esperamos en uno de los muelles del puerto de Dublín comenzamos a movernos en busca de protocolo, pues ahí, en el muelle, aún es Irlanda y muy pocos de los chilenos se conocen entre sí. Entonces conversan, se presentan, se ríen sin orden aparente y la voz autoritaria, pero amable que nos conmina a entrar a la Condell, también nos está dando el salvoconducto para pisar un pedazo de territorio nacional donde sí reina una cierta formalidad. “Cuidado con la pasarela que no resiste tanto peso, crucen de a uno”, arenga la voz para prevenirnos de algún accidente en el instante que la ansiedad puede más que la procura.

La embajada de Chile en Irlanda ha organizado una recepción en la cubierta de la Corbeta Almirante Condell recientemente adquirida a la Armada Inglesa aunque, claro está, de segunda mano. De hecho aún no ha visitado Chile, pero en su largo camino a la patria que ahora defenderá tuvo que hacer un alto en la capital de Irlanda por expresa petición de la embajadora. Tras enterarse que en una fecha tan importante para el país un navío de la Armada chilena surcaría aguas irlandesas, la representante no dudó en pedir que el ministerio de Defensa aprobara un desvío en la ruta ya programada. Unos nudos más al norte y una semana más de retraso para la tripulación de 180 hombres –y una mujer, la primera chilena oficial destinada en un buque de guerra- que demorarán más tiempo en ver a sus familia. “Es un sacrifico que estamos dispuesto a cumplir”, comenta un oficial cuando la noche ya es noche, las botellas de vino ya se han abierto y la camaradería se extiende por los recovecos del vehículo marino.

Es miércoles 17 de septiembre de 2008, cerca de las 19:30 horas y a todos los presentes se les conmueve el corazón. Algunos, luego de pocos años fuera de la patria, sacan fotos a las banderas que ondean en los mástiles de la Condell y musitan palabras nostálgicas, otros, los que ya llevan casi una vida en Irlanda, comentan los vericuetos y chismes que surgen de la delegación chilena en Dublín. “La Cónsul con tres copas de vino es bastante más simpática” puedo oír que dicen dos o tres bocas distintas, los que me confirma que en efecto la segunda de la embajada nacional no es un panegírico de bondad. Los que venimos de paso la situación no deja de ser sobrecogedora y especial: un 18 de septiembre entre chilenos, en Irlanda, a bordo de un buque de guerra, comiendo empanadas hechas en las cocinas de la nave con carne inglesa, aceitunas españolas y cebollas irlandesas. Las botellas de vino son de tapa rosca, pues, aunque el vino es chileno, no se conoce el corcho entre los irlandeses.

Recuerdo con cariño el último 18 que pasé en Chile, pero el 18 del año pasado pasó inadvertido por mi calendario y quizás es cierto lo que me dice mi buen amigo Mariano: “A ti nunca te interesado mucho las Fiestas Patrias”… Pues sin lugar a dudas no era la empanada que soñé aquella que me comí, ni el vino que hubiera comprado, aunque no es eso lo que más extraño del 18, sino el aserrín de las fondas, el olor a eucaliptus, el éxtasis de gente como Mariano que se prepara para con antelación para septiembre. Y también la posibilidad de ir con varias copas de más por la calle sin el miedo de que Carabineros te arreste, muy por el contario con la seguridad de que están ahí para protegerte, pues es 18 de septiembre y la patria está de cumpleaños.

El Comandante de la Nave da un corto discurso que a su vez da pie para unas frases del agregado naval de Chile en Londres, quien le da el pase a la embajadora en Dublín, la cual además de articular propias palabras, lee unas líneas escrita por Su Excelencia la presidenta de la República Michelle Bachelet que evidentemente se leerán en todo evento que por estos días se celebren por el mundo y reúnan dos cualidades: ser chilenos y ser oficiales. Las vanas palabras de la Presidenta, repletas de emotividad, avivan una que otra lágrima entre los presentes emocionados por cualquier gesto o emulo que trasfiera sus vidas a ese lejano Chile, pero cercano por algunas horas a bordo de la soberana corbeta.

Así el encuentro continua entre copas de vinos y pastelitos de manjar. Conversaciones sesudas, recuento de experiencias: “¿Dónde te tocó a ti ir con la Esmeralda?”, “¿qué haces en Irlanda?”, “¿qué es lo que más extrañas de Chile?”, “¿la palta?, yo la palta”, “no yo el pisco”.

Luego aparece un huaso, que no es huaso, sino un suboficial disfrazado como tal, pero que está feliz, pues en rigor todos están felices y aunque se pone a llover otra vez en Dublín, la conformidad también aborda los límites patrios de esa vetusta, pero a la vez nueva corbeta que tienen como frontera una pasarela endeble, única vía que nos comunica con tierra firme, con Irlanda, con otro país.

Al final el no estar es lo que te hace sentir.

1/9/08

Tropa de Elite

"La BOPE es el mejor equipo de combate urbano del mundo.
Nuestras tropas en Irak, deben aprender de la BOPE”.

Bian Serna, miembro de la
Guardia Nacional de EE.UU.

El Capitán Nascimiento se levanta todos los días muy temprano en su piso de clase media ubicado en un acomodado barrio de Rio de Janeiro. Se ducha, desayuna ligero y se despide con un fuerte beso en la frente de su esposa embarazada de seis meses. Después de eso se marcha al trabajo. El Capitán Nascimiento es miembro de la BOPE (Batalhão de Operações Policiais Especiais en portugués), un escuadrón similar al SWAT de Los Ángeles o incluso al Gope de Carabineros de Chile. Pero con una diferencia fundamental: La guerra que enfrenta la BOPE en las favelas de Rio es permanente, es diaria, lo que trasforma a esta escuadra como la mejor y más estrenada tropa de asalto urbana del planeta.

Difícil suponer si la rutina del Capitán Nascimiento es una dicha o un crucifijo. Pocos soldados en el orbe, pueden darse el lujo de despedirse de sus esposas todas las mañanas y desayunar con ella, pero por lo mismo, pocos soldados tienen el inconveniente de arrastrar problemas laborales hasta la más profunda intimidad.

El cine
La película brasileña del año 2007 Tropa de Elite, narra no sólo este aspecto del BOPE, quizás un asunto secundario dentro del drama, como también lo es la corrupción de la Policía Militar –otra institución policiaca-, el honor, la venganza, la ambición y los ideales. Logra además hacer de Ciudad de Deus, otra gran película-documental, una ficción también secundaria, dejándola como una brutal anécdota que dura 20 años dentro de un tema global que va más allá de la historia de un par de niños que crecen en una favela.
El fondo de Tropa de Elite es un análisis sociológico de la guerra contra el micro tráfico de las favelas de Rio de Janeiro y nos desnuda una verdad que es fácil de transpolar y ver en las “buenas intenciones” que el primer mundo tiene para con los “problemas” de América Latina, África y otros regiones del mundo que no se rigen por la lógica “occidental”.
Y es que para entender Tropa de Elite hay que escapar de la lógica del empate. Es paradójico, pero las historias de policía corrupta y muy dada a las violaciones a los DD.HH., versus mafias de traficantes que imponen una cierta seguridad en sus barrios a punta de Kalashnikov y otras armas, han creado una idea de que en el mentado caos, y entre estas dos bandas criminales, la no “estatal”, la que no representa a la sociedad y/o al sistema, es la preferible.
No, acá los buenos son los buenos –policías bastante exaltados, pero incorruptibles- y los malos son los malos de siempre –narcotraficantes que cuando las cosas se complican no dudan en matar a quien sea-, pero estos últimos no están sólo. La película apunta una obviedad: es la clase media y alta, que consumen las drogas, quienes mantienen un parte importante de esta guerra funcionando y es esa misma clase media y alta la que se espanta por la actitud de la corrupta y violenta de la policía. Es la misma que es capaz de salir a la calle por la muerte de un miembro de una ONG, pero no por la de un policía en servicio.
Claro, después de ver tamaña película, con un gran tratamiento visual tal como Carandirú o la nombrada Ciudad de Deus, uno se pregunta cómo se llegó hasta ese nivel de anarquía y de cinismo en las favelas de Rio de Janeiro. Asoman entonces palabras como eterno, estático, inquebrantable. Son muchos los que se benefician de esa guerra entrena y los violentos policías de la BOPE son uno de ellos, pero eso no los convierte en los más denostados por violar los DD.HH. con una intensidad pasmosa.

Sin fin
Sin embargo, y en eso la película es bastante clara, todos creen poder solucionar el entuerto, o mejor dicho todos creen poseer la verdad. Desde los policías hasta las ONG, las universidades e incluso los traficantes.
Lo que pasa es que al saber que no habrá fin, al tener la certeza que la guerra no va a terminar, -pues unos y otros ganan con la misma- afloran los temas individuales que mueven a los personajes. Esa metáfora es la que aclara el panorama. En rigor, cuando se impone una visión propia y cuando priman, ya no intereses personales, sino legítimos afectos individuales (como la ambición del Capitán Nascimiento de dejar la BOPE debido a que será padre y vive permanentemente estresado) es cuando la guerra no ve el término y escuadrones como los nombrados seguirán existiendo.

20/8/08

La RDA era la mala (polémicas olimpicas 2)

Creo que a los seis años el simplismo geopolítico se define gracias al deporte.
Ejemplo: Cuando recién superaba el lustro de vida habían dos Alemanias, pero ¿Cómo distinguirlas sin saber que era el capitalismo o el comunismo? Ni Guerra Fría, ni II Guerra Mundial, ni muro de Berlín… Sencillo: la Alemania Occidental (RFA) era la buena, pues había ganado dos mundiales de fútbol y tenía a varios de los mejores jugadores de Europa, y la Alemania Oriental (RDA) era escuetamente la mala, ya que tenía escasa figuración futbolera en el orbe.
Seguramente aquella dicotomía estaba fehacientemente influida por el contexto chileno, pues esa era la visión “oficial” que se tenía de la Germania dividida. La RDA, receptora de innumerables exiliados chilenos, era enemiga del Régimen de Pinochet.
Dicho lo anterior, cabe subrayar que a los JJ.OO. de Seúl 1988 –desarrollados cuando tenía seis años- no los seguí con la intensidad que hubiera deseado debido, quizás, por la hora de las transmisiones (madrugada). Sólo poseo recuerdos de algunas postales de aquella cita, pero no retengo en mi memoria visual la plata de Alfonso De Iruarrizaga en tiro al vuelo, por ejemplo.
Es por esto que aquella simple comparación de las alemanias antes descrita no se vio modificada por la cantidad de oros que la RDA consiguió en Seúl (37), bastantes más que los 7 que obtuvo la RFA. Si me hubiera enterado de eso en aquel momento se hubiera producido una entropía más allá del deporte que los años no habrían sanado. “¿Deportivamente la buena es la mala, es mala y mala para el fútbol? ¿Y la buena resulta que no es tan buena, pero es la buena en fútbol y en lo demás?”. La caída del muro un año después impidió que en Barcelona ’92 aquel postergado debate mental se hubiera producido.

Los casos
Se pensaba que una vez unida Alemania sería potencia en todo orden de cosas y más aún en deportes. Si bien en términos económicos lo es –a pesar que las modificaciones en las estructuras económicas de la RDA hayan llevado a la pobreza capitalista a miles de habitantes de la zona del Este- y aunque las instituciones del Siglo XXI imposibiliten un desarrollo militar de envergadura para la antigua Prusia; en lo estrictamente deportivo Alemania no ha dado el gran salto que se presuponía.
En Seúl, Alemania hubiera ganado 44 medallas de oro, en Barcelona, ya unida, sólo consiguió 33. En Atlanta no llegó a los 20 y en Sydney y Atenas el número fue bastante menor: 14.
Muy por el contrario, una vez caído el muro y deshilachadas las vendas de la prensa comunista (o cambiadas por unas más pequeñas, pero igualmente entorpecedoras), estallaron los innumerables casos de dopajes en deportistas orientales, lo que demostró que casi la mitad de los logros de la RDA era frutos de los anabólicos u otras drogas.

Hubo situaciones que han llegado a ser tristemente patéticas, como el caso de Heidi Krüger (en la foto), ahora Andreas Kruger. Quien fuese una de las mejores lanzadoras de bala y disco en la Europa de los ’80, y dos veces campeona continental juvenil, ha tenido que someterse a operaciones para cambiarse de sexo ¿La razón? La cantidad de hormonas masculinas que su entrenador le suministró para lograr un progreso físico inigualable. Andreas demandó a su ex entrenador el año pasado.
Se sitúa en un número cercano a 10 mil los atletas que recibieron algún tipo de dopaje, siendo el Oral Turinabol –hormona para el crecimiento producida por la empresa farmacéutica Jenapharm en Dresden- uno de los más usados y controvertidos. Y es que hay otros casos: la nadadora Christiane Knacke-Sommer, tiró su medalla de bronce en los JJ.OO. de Moscú en medio del juicio por dopaje a doctores de la RDA. “Los médicos han destrozado mi cuerpo y mi mente”, gritaba mientras su presea iba a dar al suelo. Rica Reinisch, tricampeona olímpica de natación, tuvo que operarse de varios tumores en los ovarios a causa de la testosterona, mientras otras quedaron infértiles. Hubo levantadoras de peso a quienes les amputaron sus pechos y mujeres a quienes se les provocaba embarazos –y luego abortos- para aprovechar las primeras semanas de gestación, cuando el rendimiento físico aumenta.

¿Qué se buscaba con todo esto?
Alemania del Este llegó a situarse como la décima potencia industrial a principios de los ’70. La crisis del petróleo de esa década menoscabó ese logro y la única economía socialista con una industria propia y desarrollada comenzó a decaer. Cabe destacar que sólo en 1968 la otra Alemania reconoció la existencia de RDA gracias a las oestpolitik del canciller federal Willy Brand… Todo esto empujó a un carrera fundamental para demostrar –y demostrarse- cual de los dos modelos de alemanias era mejor. El mismo esquema entre URSS y EE.UU. llevado a cabo en límites identitarios e íntimos.
Alemania del Este lo estaba logrando en el apartado deportivo. Parecía ser la vía mientras su economía desaparecía, la Stasi campeaba por Berlín y los ciudadanos intentaban cruzar desesperados el Muro; más la unificación permitió saber la verdad, verdad que en EE.UU. se investigó sólo 10 años después.
Y es que éste análisis va más encaminado en apuntar lo costoso que ha sido para Alemania volver a tener un equipo olímpico de envergadura y al sistemático empleo del doping para lograr objetivos nacionales, ya que si nos ponemos a rebuscar entre los atletas de los ’80 quizás sólo encontremos trampas.

Aún hay cinco récords mundiales vigentes logrados en los '80 por atletas de la RDA:
Ulf Timmermann en lanzamiento de la bala masculino (22,47), Ilona Slupianek en lanzamiento de la bala femenino (22,41), Martina Hellmann en lanzamiento del disco femenino (72,30), el equipo de relevos femenino de 4 x 400 (foto) y Heide Friedrich en los 200 metros libres de natación.