28/12/07

Entre Navidad y año nuevo. Butto ha muerto.

Los seis días que hay entre la noche buena y la noche vieja (Navidad y año nuevo) suelen ser lentos, apagados, ineptos, con poco contenido mediático y laboral… La mitad de la gente está de vacaciones, la otra mitad trabaja a media máquina. Las noticias escasean pues los poderosos también están de vacaciones y son los mandos medios quedan a cargo de las vocerías pertinentes en estamentos políticos rimbombantes (Ejemplo de eso lo vemos en los ilustres personeros del PP y el PSOE encargados de opinar, en nombre de sus respectivos partidos, sobre el mensaje navideño del Su Majestad el Rey Juan Carlos I. Eran, en su esencia, unos desconocidos que les tocó laburar el 25 de diciembre…)
La sensación permanente es que no pasa nada… Estamos inmiscuidos en deja vu perpetuo.
Se repiten los personajes, las historias y los reportes del año pasado, del antes pasado y también los que vendrán el 2008. Se buscan, eso sí, noticias novedosas con gran insistencia para que la agenda setting no muera de inanición y es así como Sarkozy acapara portadas en todos los periódicos por ir a Luxor con Bruni (foto), una guapa cantante que se ha liado con músicos, empresarios y actores varios. No todos franceses.
Un asesinato en masa en Seattle nos asombra. La repentina baja de presión de Soledad Alvear pone en vilo a la moribunda DC y como aún la encuesta CEP coloca a Alvear en el primer lugar de los políticos con más futuro, los medios chilenos se agolpan en la clínica donde la Senadora se recupera.
Algunos kosovares golpearon a un actor español de apellido Moreno en su casa cuando este se negaba a dar la clave de su caja fuerte. España no soporta más ese tipo de violencia inmigrante, se lamenta un parroquiano al café que acudo, de vez en cuando, cerca de mi oficina…
En fin, todo se detiene.
(El deporte también se detiene, salvo la Premier en Inglaterra. Al menos acá en la Península se han inventado eso de las selecciones autonómicas que juegan entre pascua y año nuevo un partido inofensivo que la FIFA se niega a declarar de oficial por más que se inviten selecciones nacionales, alguna vez Chile, y que si bien comenzó como algo identitario –Cataluña y Euskadi- ahora hasta Murcia juega con Angola o algo por el estilo)

Un hecho...
Pero este 2007 la historia nos golpeó en la cara.
A veces, con justa razón reconozco, esta semana nos depara sorpresas más allá de las mierdecillas impuesta por el inconsciente colectivo occidental o que pretende serlo.
Año 1996 cuatro miembros del Frente Patriótico Manuel Rodríguez escapan en un helicóptero desde la CAS, sigla que quiere decir Cárcel de Alta Seguridad en Santiago…
Año 2004 quedamos perplejos ante el tsunami del sudeste asiático.
Este 2007 se irá con la muerte de Benazir Butto por delante. Una tragedia monumental. No es la posición fácil en la que me refugio, pero yo, como ciudadano chileno, me es imposible dar una opinión sensata de algo que no me toca. Sí entiendo la gravedad de la situación –posible caída de Musharraf, inestabilidad en una potencia nuclear, talibanes huidos, Al-Qaeda, democracia de tipo occidental inerte en otro país musulmán-, pero ¿Puedo suponer la congoja de un pakistaní de Rawalpindi que pierde a su líder –quizás la ilusión de su revolución- en un atentado, que sólo se diferencia del resto de atentados en ese país en que en este murió Butto, pues nada parará el espiral de muerte y violencia?
Podremos gritar, lamentar, opinar vanamente, pero poco sabremos de la real dimensión de lo sucedido. De lo que se teje detrás de la cara de una mujer corrupta, mal gobernante, huida, pero capaz de reunir en sí misma la posibilidad de un equilibrio. Equilibrio buscado y aparado por el Imperio imperante: EE.UU., el gran perdedor internacional de este macabro hecho (macabro como todos: como cuando Allende, Kennedy, Sadat o Rabin).
Al menos la prensa ahora -en estos días- funcionará con el brío de la historia y no con la inercia de la rutina.

Mención aparte merece la tradición. Ahora recuerdo, con inusitada nitidez el periplo anual a canelillo durante seis años a la playa de Canelillo o el Canelo, la más helada de la historia. Sebastián, Mariano, Camilo, Felipe, Salvatore. Con amigas o sin amigas. Por todo el día o sólo por la tarde. Sin intención de que fuese ritual, simplemente se daba el caso. En años en que el año nuevo aún era una vivencia lejana, esa ida a la apartada playa de la V región fue el broche para un año que se iba… Cuando los años se iban sin más.

13/12/07

Asaltado, pero no ultimado

El destino quiso….
El destino, el destino, el destino ¿El destino? El destino así como organizador de vidas, instantes, encuentros, robos y muertes…
Comienzo otra vez…
La casualidad quiso que el mismo día que en Saioa Sánchez y Asier Bengoa eran arrestados y/o atrapados (o simplemente “caían”) en manos de la ahora súper cooperante policía francesa, en Châteauneuf de Randon –sur de Francia-; yo, por razones que paso a relatar a continuación, visité un comisaría madrileña y mi enfrenté al rostro de estos personajes acorralado por el laxo tiempo de la burocracia transnacional.
Sánchez y Bengoa habían iniciado una permanente huida cuatro días antes tras dispararles en la nuca a los guardias civiles Raúl Centeno y Fernando Trapero en la ciudad gala de Cabpreton. La historia es conocida, no sólo por la reiterada cobertura periodística, sino porqué ETA suele actuar así, con tiros en la nuca (los últimos antecedentes recogidos confirman que Bengoa ayudó en la huida de Sanchéz, pero no estuvo en Cabpreton).
Las circunstancias eso si son algo más macabras: los etarras entraron a un café, oyeron hablar español a dos parroquianos, entendieron que eran policías, los siguieron y los ultimaron cuando subieron a su coche. Simple.
Ese día me reuní con mi buen amigo Edu y con Beatriz para acudir al café de Gijón (foto), antiguo centro cultural de Madrid, donde Neruda, Alberti y otros se reunían a debatir. Un espacio que juega con el turismo cultural, pero que se ha trasformado en un oneroso bar, donde por un whisky con hielo te soplan nueve euros y no te dan vuelto… En los tiempos en que los nacionales bombardeaban Madrid, con nueve euros, es decir 1494 pesetas, cerrabas el local y te quedaba para acabar la noche con alguna. De todos modos eso es una suposición, se entiende que en tiempos de guerra todo sube de precio. Corrijo, en tiempos de la República con nueve euros, o sea 1494 pesetas…
Luego fuimos a un bar de Alonso de Martínez, una calle que es uno de los vértices del barrio de Malasaña y, evidentemente en un descuido, me robaron mi bolso. Sí, fue un descuido, pero es difícil de graficar. Colgado en un gancho debajo de la barra donde bebíamos. Junto a el otros bolsos, otras prendas. Pero se llevaron el mío pensando que el botín sería más elevado: en efecto mi bolso es (era) el típico bolso para el ordenador, pero la CASUALIDAD, o más bien las circunstancias, hicieron que no llevara el ordenador esa noche.
¿Qué perdí? El bolso –que no era mío sino de la multinacional a la cual le presto servicios-, mi MP3, un cable para bajar las fotos del móvil, una bonita bufanda verde que era de Bea, documentos del trabajo y un cuaderno con algunas reflexiones. Me detengo eso si para describir lo más lamentable de lo perdido: MobyDick se fue entre los enseres hurtados y me quedé sin acabarlo, nunca supe si el capitán Ahab atrapó a la dichosa Ballena o esta se lo devoró. (Aunque lo vital eran las metáforas del suceso). Y perdí, también, mi billetera: Carné de Chile, licencia de conducir de Chile, NIE de España, dos tarjetas bancarias, tarjeta s de salud, MI ANTIGUA CREDENCIAL DEL DIFUNTO PERIÓDICO OJO EXTRA, boletos de tranvías de Zagreb, del metro de Lisboa, trenes de Suecia y autobuses de Irlanda. Tarjetas de presentación de amigos y conocidos, ticket relativamente importantes. En definitiva recuerdos que el personaje que se los llevó obviamente no valorará.

LA FOTO
Luego de percatarme se sucedieron las llamadas para bloquear las tarjetas y hacer la denuncia en la policía española. Esta última gestión fue bastante expedita, pero para confirmar el trámite debía ir a firmar a una comisaría. Y fue en ese momento, la mañana siguiente, el día de la Constitución, cuando esperando mi turno en la comisaría de mi Barrio del Pilar, miré el cartel con las caras de los seis etarras más buscados.
Antes, en Zaragoza, cuando me enfrenté a la situación de ser levemente sospechoso, me intrigó ver ese mismo cartel y esas mismas caras plagadas por todo terminal de autobuses o estación de trenes de España. Aquella vez me llamó la atención el sereno visaje de Saioa Sánchez, la sanguinaria chica supuestamente amante de Txeroki que, si bien nos apretó el gatillo, estuvo presente en la ejecución de los guardias civiles hispanos (en la foto antes de ser arrestada). Comparado con las caras un poco esquizofrénicas del resto de etarras, Saioa sobresalía por su tenue belleza y tranquilidad. Podía ser la chica del portal del frente, la del bar, la de la Facultad. Pasaría totalmente inadvertida, salvo por su llamativa belleza. No así el resto que parecía trasmitir en esas fotos algo de locura, de rabia, de miedo. ¿Cuál es la diferencia entre un vasco de 23 años que cruza el umbral ese de la estúpida ilusión y se une a la Kale Borroka, o directamente a ETA, con el otro vasco, que también quiere la independencia de Euskal Herría, pero sigue al Tau Cerámica, se come un pintxo y nunca dispararía en la nuca de nadie?
¿Dónde se radica la diferencia social del que cree en la mística de la violencia con el que piensa distinto, positivamente distinto?
Saoia cruzó ese umbral. Y ahora está detenida y le caerán miles de años.
¿Y del robo?
Nada, gracias a la compañía de Bea pasó inadvertido. Me quedé sin saber el final de MobyDick.

4/12/07

No Belfast (Irlanda 2). El frio, MobyDick y también Valparaiso.

Hacía frio en Dublín hace una semana. Y también hacía frio en Vitoria hace dos. ¿Hará frio en Málaga la próxima?¿ Hará frió en Barcelona el fin de semana de navidad? ¿Hará frio en Alicante el 31 de diciembre?
El otoño del hemisferio norte ya casi es historia y se vienen las fiestas de fin de año que acá en España se cuentan de a tres (Navidad, año nuevo y Reyes). Y con las festividades, el invierno… que este año amenaza con ser INVIERNO, lo que no es una reiteración banal que busca seducir poéticamente al lector, sino una afirmación certera que, de hoy en más, necesitará permanente aclaración: la destopía del cambio climático está modificando nuestro lenguaje y lo que antes se entendía con una palabra ahora se requerirán dos. Invierno-invierno; verano-verano. Calor de verdad o frio de verdad. Frio como en Dublín, no como en Vitoria, donde el frio era amigo de la intimidad. En Dublín, por ejemplo, el frio era enemigo de la limpieza, pero fomentador de vicisitudes de la noche. Y por esas vicisitudes, es decir por el frio rampante y cotidiano, me quedé sin ir a Belfast.
No busco justificaciones climáticas, pero en el amanecer del sábado 24 de noviembre no tuve pie para negociar con Javi y Antonio la posibilidad de ir a la capital de Irlanda del Norte: uno ya la conocía y el otro la tiene a tiro de cañón (nunca mejor la analogía). Belfast se diluyó entre cervezas y taxis que se demoraban en pasar en una noche dublinesa cargada de frio y misterio.
Y ante la ausencia de Belfast el misterio de Dublín se resolvió caminando, recorriendo callejones, guiándome por el sonido de gaviotas que no me guiaban. Estuve en Dublín y no vi el mar… pero si puedo asegurar, como ya he asegurado antes, que Dublín (en la foto) tiene algo, un aire, un aroma, a Valparaiso. No sé si en este BLOG lo señalé, pero aquello –Valparaiso como fantasma que se aparece en ciudades del viejo continente- es una señal de que, modernidad más modernidad menos, la primera y más global ciudad de Chile se escribe con V y no con S (Y no es Viña del Mar ni tampoco

Valdivia. Tampoco Vallenar o Villa Alemana).

CIUDADES COSTERAS
Santander, a las orillas del Cantábrico, Copenhague en la laguna del mar Báltico y ahora Dublín, me han hecho recordar levemente la ciudad portuaria chilena. Evidentemente las ciudades mencionadas son puertos de carga y descarga, puertos con barrios de puertos: putas, bares, leyendas, oxido corroído por la brisa marina, pescadores molestos por algo indescifrable, pero con cara de pocos amigos... Como en Valpo, como en San Antonio.
La verdad es que Valpo se me ha aparecido centellante el último tiempo. La lectura lenta, pero segura de Moby Dick ha subrayado esa cercanía obvia que las ciudades costeras de todo el mundo tienen con el mundo. Ese permanente intercambio cultural que se ha producido desde siempre, pero que con el auge de la revolución industrial ha venido consolidándose y creando una mezcla de liberalidad y cercanía (Ejemplo de ello es que las regiones costeras de EE.UU. son demócratas y las del interior son republicanas. Los lugares costeros siempre son más abiertos a las influencias y por ende más tolerantes. ¿Es eso aplicable a Madrid?).
El asunto es que Ismael, el protagonista-narrador de MobyDick, cita Valparaiso reiteradamente. Estamos en el XVIII, el canal de Panamá no existe (de hecho no existe Panamá) y Valparaiso es el puerto donde toda embarcación tiene que recalar tras pasar por el infernal cabo de Hornos. Pero también aparece Juan Fernández y un marino chileno en la tripulación del Pequeud, el barco ballenero capitaneado por el lúgubre Ahab.
Sin embargo, lo más embriagador de la novela de Herman Melville es el momento en que Isamel habla sobre los cuatro leviatanes más sanguinarios que el mundillo ballenero recuerda: Timor Tom, que solía aparecerse en Timor Oriental; Jack de Nueva Zelanda, que atemorizaba los navíos que transitaban por el sur de Oceanía, Morquan, apodado el rey de los mares del Japón, y don Miguel, macabro cachalote chileno que -cito textualmente- "tenía el lomo tatuado de extraños y místicos jeroglíficos como las tortugas". Alguna voces incluso dicen que el nombre de la gran MobyDick es una adopción al inglés de una ballena que realmente existió y que se llamaba Mocha Dick, la cual solía nadar por la isla del mismo nombre cerca de Concepción.