18/9/08

UN 18 en la Condell

Una voz joven y castrense nos invita a abordar la nave. “Tengan la bondad de pasar a la Condell, por favor”, dice esa voz de forma decidida y autoritaria, pero con cariñosas y amables intenciones.

La veintena de chilenos que esperamos en uno de los muelles del puerto de Dublín comenzamos a movernos en busca de protocolo, pues ahí, en el muelle, aún es Irlanda y muy pocos de los chilenos se conocen entre sí. Entonces conversan, se presentan, se ríen sin orden aparente y la voz autoritaria, pero amable que nos conmina a entrar a la Condell, también nos está dando el salvoconducto para pisar un pedazo de territorio nacional donde sí reina una cierta formalidad. “Cuidado con la pasarela que no resiste tanto peso, crucen de a uno”, arenga la voz para prevenirnos de algún accidente en el instante que la ansiedad puede más que la procura.

La embajada de Chile en Irlanda ha organizado una recepción en la cubierta de la Corbeta Almirante Condell recientemente adquirida a la Armada Inglesa aunque, claro está, de segunda mano. De hecho aún no ha visitado Chile, pero en su largo camino a la patria que ahora defenderá tuvo que hacer un alto en la capital de Irlanda por expresa petición de la embajadora. Tras enterarse que en una fecha tan importante para el país un navío de la Armada chilena surcaría aguas irlandesas, la representante no dudó en pedir que el ministerio de Defensa aprobara un desvío en la ruta ya programada. Unos nudos más al norte y una semana más de retraso para la tripulación de 180 hombres –y una mujer, la primera chilena oficial destinada en un buque de guerra- que demorarán más tiempo en ver a sus familia. “Es un sacrifico que estamos dispuesto a cumplir”, comenta un oficial cuando la noche ya es noche, las botellas de vino ya se han abierto y la camaradería se extiende por los recovecos del vehículo marino.

Es miércoles 17 de septiembre de 2008, cerca de las 19:30 horas y a todos los presentes se les conmueve el corazón. Algunos, luego de pocos años fuera de la patria, sacan fotos a las banderas que ondean en los mástiles de la Condell y musitan palabras nostálgicas, otros, los que ya llevan casi una vida en Irlanda, comentan los vericuetos y chismes que surgen de la delegación chilena en Dublín. “La Cónsul con tres copas de vino es bastante más simpática” puedo oír que dicen dos o tres bocas distintas, los que me confirma que en efecto la segunda de la embajada nacional no es un panegírico de bondad. Los que venimos de paso la situación no deja de ser sobrecogedora y especial: un 18 de septiembre entre chilenos, en Irlanda, a bordo de un buque de guerra, comiendo empanadas hechas en las cocinas de la nave con carne inglesa, aceitunas españolas y cebollas irlandesas. Las botellas de vino son de tapa rosca, pues, aunque el vino es chileno, no se conoce el corcho entre los irlandeses.

Recuerdo con cariño el último 18 que pasé en Chile, pero el 18 del año pasado pasó inadvertido por mi calendario y quizás es cierto lo que me dice mi buen amigo Mariano: “A ti nunca te interesado mucho las Fiestas Patrias”… Pues sin lugar a dudas no era la empanada que soñé aquella que me comí, ni el vino que hubiera comprado, aunque no es eso lo que más extraño del 18, sino el aserrín de las fondas, el olor a eucaliptus, el éxtasis de gente como Mariano que se prepara para con antelación para septiembre. Y también la posibilidad de ir con varias copas de más por la calle sin el miedo de que Carabineros te arreste, muy por el contario con la seguridad de que están ahí para protegerte, pues es 18 de septiembre y la patria está de cumpleaños.

El Comandante de la Nave da un corto discurso que a su vez da pie para unas frases del agregado naval de Chile en Londres, quien le da el pase a la embajadora en Dublín, la cual además de articular propias palabras, lee unas líneas escrita por Su Excelencia la presidenta de la República Michelle Bachelet que evidentemente se leerán en todo evento que por estos días se celebren por el mundo y reúnan dos cualidades: ser chilenos y ser oficiales. Las vanas palabras de la Presidenta, repletas de emotividad, avivan una que otra lágrima entre los presentes emocionados por cualquier gesto o emulo que trasfiera sus vidas a ese lejano Chile, pero cercano por algunas horas a bordo de la soberana corbeta.

Así el encuentro continua entre copas de vinos y pastelitos de manjar. Conversaciones sesudas, recuento de experiencias: “¿Dónde te tocó a ti ir con la Esmeralda?”, “¿qué haces en Irlanda?”, “¿qué es lo que más extrañas de Chile?”, “¿la palta?, yo la palta”, “no yo el pisco”.

Luego aparece un huaso, que no es huaso, sino un suboficial disfrazado como tal, pero que está feliz, pues en rigor todos están felices y aunque se pone a llover otra vez en Dublín, la conformidad también aborda los límites patrios de esa vetusta, pero a la vez nueva corbeta que tienen como frontera una pasarela endeble, única vía que nos comunica con tierra firme, con Irlanda, con otro país.

Al final el no estar es lo que te hace sentir.

1/9/08

Tropa de Elite

"La BOPE es el mejor equipo de combate urbano del mundo.
Nuestras tropas en Irak, deben aprender de la BOPE”.

Bian Serna, miembro de la
Guardia Nacional de EE.UU.

El Capitán Nascimiento se levanta todos los días muy temprano en su piso de clase media ubicado en un acomodado barrio de Rio de Janeiro. Se ducha, desayuna ligero y se despide con un fuerte beso en la frente de su esposa embarazada de seis meses. Después de eso se marcha al trabajo. El Capitán Nascimiento es miembro de la BOPE (Batalhão de Operações Policiais Especiais en portugués), un escuadrón similar al SWAT de Los Ángeles o incluso al Gope de Carabineros de Chile. Pero con una diferencia fundamental: La guerra que enfrenta la BOPE en las favelas de Rio es permanente, es diaria, lo que trasforma a esta escuadra como la mejor y más estrenada tropa de asalto urbana del planeta.

Difícil suponer si la rutina del Capitán Nascimiento es una dicha o un crucifijo. Pocos soldados en el orbe, pueden darse el lujo de despedirse de sus esposas todas las mañanas y desayunar con ella, pero por lo mismo, pocos soldados tienen el inconveniente de arrastrar problemas laborales hasta la más profunda intimidad.

El cine
La película brasileña del año 2007 Tropa de Elite, narra no sólo este aspecto del BOPE, quizás un asunto secundario dentro del drama, como también lo es la corrupción de la Policía Militar –otra institución policiaca-, el honor, la venganza, la ambición y los ideales. Logra además hacer de Ciudad de Deus, otra gran película-documental, una ficción también secundaria, dejándola como una brutal anécdota que dura 20 años dentro de un tema global que va más allá de la historia de un par de niños que crecen en una favela.
El fondo de Tropa de Elite es un análisis sociológico de la guerra contra el micro tráfico de las favelas de Rio de Janeiro y nos desnuda una verdad que es fácil de transpolar y ver en las “buenas intenciones” que el primer mundo tiene para con los “problemas” de América Latina, África y otros regiones del mundo que no se rigen por la lógica “occidental”.
Y es que para entender Tropa de Elite hay que escapar de la lógica del empate. Es paradójico, pero las historias de policía corrupta y muy dada a las violaciones a los DD.HH., versus mafias de traficantes que imponen una cierta seguridad en sus barrios a punta de Kalashnikov y otras armas, han creado una idea de que en el mentado caos, y entre estas dos bandas criminales, la no “estatal”, la que no representa a la sociedad y/o al sistema, es la preferible.
No, acá los buenos son los buenos –policías bastante exaltados, pero incorruptibles- y los malos son los malos de siempre –narcotraficantes que cuando las cosas se complican no dudan en matar a quien sea-, pero estos últimos no están sólo. La película apunta una obviedad: es la clase media y alta, que consumen las drogas, quienes mantienen un parte importante de esta guerra funcionando y es esa misma clase media y alta la que se espanta por la actitud de la corrupta y violenta de la policía. Es la misma que es capaz de salir a la calle por la muerte de un miembro de una ONG, pero no por la de un policía en servicio.
Claro, después de ver tamaña película, con un gran tratamiento visual tal como Carandirú o la nombrada Ciudad de Deus, uno se pregunta cómo se llegó hasta ese nivel de anarquía y de cinismo en las favelas de Rio de Janeiro. Asoman entonces palabras como eterno, estático, inquebrantable. Son muchos los que se benefician de esa guerra entrena y los violentos policías de la BOPE son uno de ellos, pero eso no los convierte en los más denostados por violar los DD.HH. con una intensidad pasmosa.

Sin fin
Sin embargo, y en eso la película es bastante clara, todos creen poder solucionar el entuerto, o mejor dicho todos creen poseer la verdad. Desde los policías hasta las ONG, las universidades e incluso los traficantes.
Lo que pasa es que al saber que no habrá fin, al tener la certeza que la guerra no va a terminar, -pues unos y otros ganan con la misma- afloran los temas individuales que mueven a los personajes. Esa metáfora es la que aclara el panorama. En rigor, cuando se impone una visión propia y cuando priman, ya no intereses personales, sino legítimos afectos individuales (como la ambición del Capitán Nascimiento de dejar la BOPE debido a que será padre y vive permanentemente estresado) es cuando la guerra no ve el término y escuadrones como los nombrados seguirán existiendo.