Año bisiesto, año de Juegos Olímpicos.
Aunque tengo vagos recuerdos del año 1987, creo que tomé uso de razón el ‘88 cuando tenía seis años.
Aunque tengo vagos recuerdos del año 1987, creo que tomé uso de razón el ‘88 cuando tenía seis años.
Si bien no encuentro antecedentes mentales del 29 de febrero de aquel curso -o de la grandiosa experiencia de vivir un día más-; muchas imágenes visuales aparecen en mis recuerdos al evocar las Olimpiadas de Seúl. A saber: el canadiense Ben Johnson, alzando el índice al ganar los 100 metros planos ultra dopado al siempre correcto estadounidense Carl Lewis, en esa ocasión dopado a medias. Johnson sería descalificado tras dar positivo en los controles antidoping… Otra: el saltador Gerg Louganis golpeándose estrepitosamente la cabeza con el trampolín en las eliminatorias de la prueba de ornamentales. Luego se colgó la de oro, pues, a pesar del golpe, ganó. Después se sabría que Louganis tenía el VIH cuando su sangre se esparció por aquella piscina de la capital surcoreana.
(Paradójicamente no recuerdo nada de la plata de Alfonso de Irruarrizaga en tiro skeet).
Los JJ.OO. siempre generan noticias por sobre el manido espíritu del barón francés Pierre de Cubertain, un preclaro hombre global, cuya frase memorable -“lo importante no es ganar sino competir“- fue manida ya al parir, pues ni siquiera era de su autoría, sino de un cura al cual oyó en un sermón días antes de la inauguración de los JJ.OO. de París en 1900. Todo parece ya manido.
Y la política siempre se manifestó. Los nazis en Berlín ‘36, la matanza de Tlatelolco y el Black Power en México 1968, el asesinato de doce atletas israelitas en Munich 1972 a manos del Septiembre Negro, pero con la complicidad de la inoperante y nerviosa policía alemana.
Luego el boicot de los países africanos a Montreal 1976 (Canadá jugó un partido de rugby con la Sudáfrica del apartheid), luego el boicot de Carter contra la invasión Soviética a Afganistán, luego el boicot de Moscú a Los Ángeles. En fin…
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El Tíbet
Bueno, toda esta introducción es para manifestar mi profunda discordia con un Occidente cada vez menos crítico y cada vez más atrapado en los horizontes mediáticos controlados por unos pocos.
Este año Pekín albergará los JJ.OO.
Coincidencia o no, una revuelta estalló en el Tíbet, una revuelta de muchas que estallan en esa región dominada por China desde 1948, pero este año, por alguna razón, se filtraron cámaras -algo poco común en las tierras del dragón- e imágenes de la represión roja inundaron las cadenas mundiales. Y cómo somos animales rutinarios y dentro de esa rutina está ver la TV, y nunca informarnos por otros medios menos adheridos al club de inmediatez, Occidente se enteró que existía algo así como el Tíbet, que era una tierra oprimida por el imperialismo chino y ¡vaya coincidencia! (o no) este año las Olimpiadas son en esos lares…
Ocasión perfecta para protestar.
Y la antorcha olímpica se pasea por medio mundo y en medio mundo se levantan simpatizantes de aquellos valerosos monjes tibetanos. Incluso uno de estos protestantes apagó la famosa llama, hecho no confirmado del todo, pero que le da un aura de mayor desprecio a una nación que en breve se convertirá en el EJE imperial ya no del Tíbet sino de la Tierra. Y aparecen voces que hablan de boicot, líderes confirman que no irán a la inauguración, otros que si irán, y otros confirman que todavía no toman una decisión sobre tan crucial evento.
Pero la pregunta surge…
¿Por qué los líderes occidentales se molestan ahora de la política china que desde hace 50 años ha oprimido no sólo a tibetanos, sino que se comporta con una prepotencia digna de una nación expansionista e imperialista, conquistando pequeños islotes asiáticos -como las islas Parecels-, haciéndose con enclaves antes occidentales -como Honk-Kong y Macao- y apuntando misiles nucleares a enemigos infinitamente inferiores que ellos como lo es Taiwán?
(George Bush es un político mediocre que todo lo ha hecho mal y es en suma aborrecible, pero cabe consignar que sí tuvo el olfato para atender al Dalai Lama, líder del movimiento tibetano, personaje vedado en la política mundial por el poder chino, aún cuando en Europa no es del todo bienvenido, y ni hablar en Chile donde Bachelet ni lo meó cuando a fines del 2007 éste visitó Santiago)
FuturoBueno, toda esta introducción es para manifestar mi profunda discordia con un Occidente cada vez menos crítico y cada vez más atrapado en los horizontes mediáticos controlados por unos pocos.
Este año Pekín albergará los JJ.OO.
Coincidencia o no, una revuelta estalló en el Tíbet, una revuelta de muchas que estallan en esa región dominada por China desde 1948, pero este año, por alguna razón, se filtraron cámaras -algo poco común en las tierras del dragón- e imágenes de la represión roja inundaron las cadenas mundiales. Y cómo somos animales rutinarios y dentro de esa rutina está ver la TV, y nunca informarnos por otros medios menos adheridos al club de inmediatez, Occidente se enteró que existía algo así como el Tíbet, que era una tierra oprimida por el imperialismo chino y ¡vaya coincidencia! (o no) este año las Olimpiadas son en esos lares…
Ocasión perfecta para protestar.
Y la antorcha olímpica se pasea por medio mundo y en medio mundo se levantan simpatizantes de aquellos valerosos monjes tibetanos. Incluso uno de estos protestantes apagó la famosa llama, hecho no confirmado del todo, pero que le da un aura de mayor desprecio a una nación que en breve se convertirá en el EJE imperial ya no del Tíbet sino de la Tierra. Y aparecen voces que hablan de boicot, líderes confirman que no irán a la inauguración, otros que si irán, y otros confirman que todavía no toman una decisión sobre tan crucial evento.
Pero la pregunta surge…
¿Por qué los líderes occidentales se molestan ahora de la política china que desde hace 50 años ha oprimido no sólo a tibetanos, sino que se comporta con una prepotencia digna de una nación expansionista e imperialista, conquistando pequeños islotes asiáticos -como las islas Parecels-, haciéndose con enclaves antes occidentales -como Honk-Kong y Macao- y apuntando misiles nucleares a enemigos infinitamente inferiores que ellos como lo es Taiwán?
(George Bush es un político mediocre que todo lo ha hecho mal y es en suma aborrecible, pero cabe consignar que sí tuvo el olfato para atender al Dalai Lama, líder del movimiento tibetano, personaje vedado en la política mundial por el poder chino, aún cuando en Europa no es del todo bienvenido, y ni hablar en Chile donde Bachelet ni lo meó cuando a fines del 2007 éste visitó Santiago)
Lo tragicómico es que todo esto demuestra que los JJ.OO. parecen ser la única forma de promoción de las angustias de los cientos de pueblos oprimidos por Imperios, países, medios países o simples conglomerados económicos. Habrá que esperar entonces que Rabat o Casablanca organicen los JJ.OO. del 2020 para que el mundo se entere del ambiguo estatus que la población del Sahara Occidental vive, un pueblo amparado por una frágil ONU, pero a merced del exiguo, aunque no menos peligroso, expansionismo marroquí.
Y el 2024 la llama olímpica tendrá que encenderse en Estambul, para que entendamos las dificultades del choque identitario que se da en Anatolia entre musulmanes occidentalizados versus el integrismo religioso, choque que se cobra decenas de muertos por año y así dejemos de mirar con desprecio los procesos sociales del “euroasiatico” país de Ataturk.
Y el 2028 tendrá que ser en Moscú u otra urbe rusa para saber las barbaridades que el Kremlin ha cometido en el cáucaso, llegando incluso a inventarse graves atentados cometidos por los servicios de seguridad, pero culpando a rebeldes chechenos…
Y el 2032 en Santiago de Chile ¿Bastarán unos JJ.OO. para que se desnuden las falencias de un modelo social y económico trágico?
Reconozco que el deporte aún se honra esas dos semanas que duran los JJ.OO., pero las Olimpiadas son también un excusa para producir dinero, limpiar la imagen de naciones grandilocuentes, alzar la voz en pro de los DD.HH. a pesar de que el silencio de Occidente frente a los sucesos en el Tíbet en años pasados demuestran un triste oportunismo. No me cabe la menor duda que en dos años más, cuando se inicie el Mundial de Sudáfrica, todos nos enteraremos de la fragilidad y corrupción del Congreso Nacional Africano que gobierna en Pretoria; del autoaislamiento de los blancos y de la casi nula integración de las diversas tribus que poblan el sur del continente...
Desagradables hechos que ahora no existen.
Es que internet nos ha domesticado: absorber anónimamente es más mejor...
ResponderEliminarAbsorbe esto:
http://yekoaguilera.blogspot.com
(Pero no seas anónimo)
Siempre has sido precoz, tu capacidad de almacenar información siempre me sorprende, y si a eso agregamos tu capacidad de asociación y de escribir, te convierte en..... un genio
ResponderEliminarMaría Paz