21/4/08

Llueve en Madrid...

Una vez le preguntaron a Albert Einstein como sería la III Guerra Mundial según él.
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Aún humeaban los vestigios del segundo conflicto denominado “mundial” y el temor a una inminente conflagración nuclear tenía a todos asustados: se olía en el ambiente que la tecnología militar evolucionaba más rápido que la asimilación planetaria de la paz; y a esa altura, cuando le preguntaron a Einstein sobre su íntima proyección, EE.UU. y la U.R.S.S ya se habían rifado los escuadrones de científicos del Tercer Reich. Ahora ambas potencias tenían la Bomba H. “No sé como será la III Guerra Mundial“, respondió humildemente el judío alemán para luego añadir, “pero sí pienso que la IV, la humanidad la peleará con palos y piedras”.
Una mente preclara la de Einstein, que demostraba intuir sociológicamente tanto o más que en términos puramente físicos.
Como él, muchos analistas o simples hombres de ciencias han predicho diversas utopías o destopías o posibles cauces por donde la humanidad se enfrentará en el futuro.
Ahí esta el fin de la Historia de Fukuyama, por ejemplo, con el capitalismo y la democracia como estadios culmines de un proceso que nace con la ilustración y la revolución industrial.
Y las teorías positivistas de los neocon, manifestadas en escritos que llegan a Chile camuflados de liberalismo económico, pero nunca social, que buscan mermar el interés y la capacidad de la Democracia, apuntando de que ahora en más (en el presente y en el futuro) ya no habrá más enemigos políticos, salvo los comerciales, por lo que optar entre una colectividad u otra es una mera decisión de consumo.
A mediados de los ‘90 algunas voces señalaron que las guerras futuras no serían por el petróleo -tan de moda tras la II Guerra del Golfo Pérsico- sino por el agua…
Y con Al Gore y el cambio climático en términos súper mediáticos y removiendo las conciencias de los ciudadanos de bien, el tema del agua ya es principal. Ya asusta, ya genera enojos, molestia, peleas, rabia, desprecios. Y detrás de ese bien cada vez más transable se esconde la perpetua lucha por la energía.
Y esos enfrentamientos por ella ya se palpan acá en España, por ejemplo, y en África donde siempre fue una necesidad entre necesidades varias.
En esta semana el agua ha hecho noticia doblemente en la península ibérica.
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El trasvase.
Por características geográficas Barcelona es una ciudad que no cuenta con un caudal cercano y potente que le proporcione raudales del líquido vital. El agua del grifo es, además de un mal sabor, no como la de Madrid. La sequía de estos últimos años ha multiplicado ese problema, ya de por si potenciado debido a que BCN es BCN, una ciudad industrial que demanda agua para funcionar por sobre la necesidad de otros.
Geopolíticamente España se divide por Comunidades Autónomas bajo el alero de un gobierno central que administra, entre otras cosas, las relaciones entre esas diversas comunidades. Y esta semana el gobierno central, en manos de Zapatero, optó por dar luz verde a un polémico proyecto que posibilitará desviar agua desde el río Ebro (lecho que atraviesa Aragón) hasta la ciudad Condal mediante cañerías y pantanos varios.
Es lo que se denomina trasvase, aunque el gobierno central no lo llame así y yo no sepa dilucidar un nombre certero para el entuerto, pues no soy hidrógrafo ni geólogo o como se llame la profesión que estudia los temas acuáticos, aunque en este caso la denominación va de la mano más bien de la pericia legal y del buen ojo político.
La Gerenalitat Valenciana y Murcia también requieren agua y no están dispuestas a aceptar que a Barcelona les den agua y a ellos no.
Y claro la ecuación política es simple. Cataluña y Aragón están en manos del PSOE y Valencia y Murcia son comunidades mandadas por el PP. También se oyen alaridos referentes al daño ecológico que la merma de caudal en el Ebro podría producir.
Y mientras todo esto ocurre, paradójicamente, en España llueve como nunca yo había visto…
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Llueve en Madrid.
Sumando y restando llevo dos años en España y en efecto nunca había visto dos semanas como estás. Dos semanas de temporal, de lluvia intensa, de inundaciones, de puertos cerrados, de partes radiales informando por el estado de las carreteras, de sirenas raudas al anochecer, cuyo ruido se mezcla con el incesante golpeteo de miles de gotas que caen en la ventana. Y el frío, ingrediente extraviado en otras jornadas, ahora se muestra con prepotente desidia para recordarnos que las cuatro estaciones nunca están del todo claras en Madrid y que esta Primavera más parece un Otoño envejecido.
Y me gusta. Me gusta la lluvia y alguna vez afirmé que la tímida lluvia que había conocido en Madrid no se comparaba con la de Chile: lluvia ágil, dura y duradera. Que aúna frió, agua, asfalto, barro y unas ganas de armar un refugio en una cama y aguantar el chaparrón entre el humo crema, la música, lecturas varias y una sopa de tomate.

Cuando iba a la Universidad y entre el 2000 y 2002 se produjeron grandes inundaciones en STGO, siempre agradecí la posibilidad de disfrutar la lluvia en esos términos agradables. Iba en la micro, de esas amarillas, y mientras caían las primeras gotas y los matinales de la TV ya desplegaban a sus periodistas por los barrios más mal construidos de la capital, donde el anegamiento es siempre seguro, yo disfrutaba del agua y del frío y me negaba a entrar en la catarsis colectiva de la mitad de chilenos. Esos que ante las imágenes de TV que mostraban a la otra mitad de chilenos incapaces de mantener una relación pro-positiva con la lluvia, pues para ellos sí que es un ente dañino y malvado, se alzaban para ayudar y salvar sus almas.
Y ahora en Chile tampoco ha llovido según parece, pero como Chile es una República centralizada al máximo no habrá trasvase ni nada por el estilo. Y es que no hay ríos, no hay represas, no hay gas y la falta de agua no sólo afecta el sistema hidrológico, sino al energético, en Chile, para evitar problemas y para ahorrar, habrá racionamiento eléctrico.

3 comentarios:

  1. Pensando sobre lo que hablamos ayer creo que es mejor o más exacto hablar de geografía electoral, donde se estudian las divisiones electorales, los umbrales y los ditritos que de geopolítica que considero haría referencia al conocimiento de areas geograficas estratégicas para las naciones en base a intereses. Por lo demás bien, aunque poco comprometido. Ya sabes que me adelante en el tema esta vez; dime si estas preparando algo sobre la piratería, jejeje. ¿Sabes que pasa con Bachelet y la píldora del día después?. Un saludo, Villareal champions y Depor UEFA.
    P.D: Por desgracia existe el primer, segundo y tercer mundo.

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  2. Yo, en cambio, soñé que tenías 3 posts

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  3. Max, sólo recomendarte que si tienes internet te pases por libertaddigital y el blog de Don Federico, creo que te va a gustar aunque él no te guste. Un abrazo.

    aningunodelosanteriores.blogspot.com

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