28/12/07

Entre Navidad y año nuevo. Butto ha muerto.

Los seis días que hay entre la noche buena y la noche vieja (Navidad y año nuevo) suelen ser lentos, apagados, ineptos, con poco contenido mediático y laboral… La mitad de la gente está de vacaciones, la otra mitad trabaja a media máquina. Las noticias escasean pues los poderosos también están de vacaciones y son los mandos medios quedan a cargo de las vocerías pertinentes en estamentos políticos rimbombantes (Ejemplo de eso lo vemos en los ilustres personeros del PP y el PSOE encargados de opinar, en nombre de sus respectivos partidos, sobre el mensaje navideño del Su Majestad el Rey Juan Carlos I. Eran, en su esencia, unos desconocidos que les tocó laburar el 25 de diciembre…)
La sensación permanente es que no pasa nada… Estamos inmiscuidos en deja vu perpetuo.
Se repiten los personajes, las historias y los reportes del año pasado, del antes pasado y también los que vendrán el 2008. Se buscan, eso sí, noticias novedosas con gran insistencia para que la agenda setting no muera de inanición y es así como Sarkozy acapara portadas en todos los periódicos por ir a Luxor con Bruni (foto), una guapa cantante que se ha liado con músicos, empresarios y actores varios. No todos franceses.
Un asesinato en masa en Seattle nos asombra. La repentina baja de presión de Soledad Alvear pone en vilo a la moribunda DC y como aún la encuesta CEP coloca a Alvear en el primer lugar de los políticos con más futuro, los medios chilenos se agolpan en la clínica donde la Senadora se recupera.
Algunos kosovares golpearon a un actor español de apellido Moreno en su casa cuando este se negaba a dar la clave de su caja fuerte. España no soporta más ese tipo de violencia inmigrante, se lamenta un parroquiano al café que acudo, de vez en cuando, cerca de mi oficina…
En fin, todo se detiene.
(El deporte también se detiene, salvo la Premier en Inglaterra. Al menos acá en la Península se han inventado eso de las selecciones autonómicas que juegan entre pascua y año nuevo un partido inofensivo que la FIFA se niega a declarar de oficial por más que se inviten selecciones nacionales, alguna vez Chile, y que si bien comenzó como algo identitario –Cataluña y Euskadi- ahora hasta Murcia juega con Angola o algo por el estilo)

Un hecho...
Pero este 2007 la historia nos golpeó en la cara.
A veces, con justa razón reconozco, esta semana nos depara sorpresas más allá de las mierdecillas impuesta por el inconsciente colectivo occidental o que pretende serlo.
Año 1996 cuatro miembros del Frente Patriótico Manuel Rodríguez escapan en un helicóptero desde la CAS, sigla que quiere decir Cárcel de Alta Seguridad en Santiago…
Año 2004 quedamos perplejos ante el tsunami del sudeste asiático.
Este 2007 se irá con la muerte de Benazir Butto por delante. Una tragedia monumental. No es la posición fácil en la que me refugio, pero yo, como ciudadano chileno, me es imposible dar una opinión sensata de algo que no me toca. Sí entiendo la gravedad de la situación –posible caída de Musharraf, inestabilidad en una potencia nuclear, talibanes huidos, Al-Qaeda, democracia de tipo occidental inerte en otro país musulmán-, pero ¿Puedo suponer la congoja de un pakistaní de Rawalpindi que pierde a su líder –quizás la ilusión de su revolución- en un atentado, que sólo se diferencia del resto de atentados en ese país en que en este murió Butto, pues nada parará el espiral de muerte y violencia?
Podremos gritar, lamentar, opinar vanamente, pero poco sabremos de la real dimensión de lo sucedido. De lo que se teje detrás de la cara de una mujer corrupta, mal gobernante, huida, pero capaz de reunir en sí misma la posibilidad de un equilibrio. Equilibrio buscado y aparado por el Imperio imperante: EE.UU., el gran perdedor internacional de este macabro hecho (macabro como todos: como cuando Allende, Kennedy, Sadat o Rabin).
Al menos la prensa ahora -en estos días- funcionará con el brío de la historia y no con la inercia de la rutina.

Mención aparte merece la tradición. Ahora recuerdo, con inusitada nitidez el periplo anual a canelillo durante seis años a la playa de Canelillo o el Canelo, la más helada de la historia. Sebastián, Mariano, Camilo, Felipe, Salvatore. Con amigas o sin amigas. Por todo el día o sólo por la tarde. Sin intención de que fuese ritual, simplemente se daba el caso. En años en que el año nuevo aún era una vivencia lejana, esa ida a la apartada playa de la V región fue el broche para un año que se iba… Cuando los años se iban sin más.

13/12/07

Asaltado, pero no ultimado

El destino quiso….
El destino, el destino, el destino ¿El destino? El destino así como organizador de vidas, instantes, encuentros, robos y muertes…
Comienzo otra vez…
La casualidad quiso que el mismo día que en Saioa Sánchez y Asier Bengoa eran arrestados y/o atrapados (o simplemente “caían”) en manos de la ahora súper cooperante policía francesa, en Châteauneuf de Randon –sur de Francia-; yo, por razones que paso a relatar a continuación, visité un comisaría madrileña y mi enfrenté al rostro de estos personajes acorralado por el laxo tiempo de la burocracia transnacional.
Sánchez y Bengoa habían iniciado una permanente huida cuatro días antes tras dispararles en la nuca a los guardias civiles Raúl Centeno y Fernando Trapero en la ciudad gala de Cabpreton. La historia es conocida, no sólo por la reiterada cobertura periodística, sino porqué ETA suele actuar así, con tiros en la nuca (los últimos antecedentes recogidos confirman que Bengoa ayudó en la huida de Sanchéz, pero no estuvo en Cabpreton).
Las circunstancias eso si son algo más macabras: los etarras entraron a un café, oyeron hablar español a dos parroquianos, entendieron que eran policías, los siguieron y los ultimaron cuando subieron a su coche. Simple.
Ese día me reuní con mi buen amigo Edu y con Beatriz para acudir al café de Gijón (foto), antiguo centro cultural de Madrid, donde Neruda, Alberti y otros se reunían a debatir. Un espacio que juega con el turismo cultural, pero que se ha trasformado en un oneroso bar, donde por un whisky con hielo te soplan nueve euros y no te dan vuelto… En los tiempos en que los nacionales bombardeaban Madrid, con nueve euros, es decir 1494 pesetas, cerrabas el local y te quedaba para acabar la noche con alguna. De todos modos eso es una suposición, se entiende que en tiempos de guerra todo sube de precio. Corrijo, en tiempos de la República con nueve euros, o sea 1494 pesetas…
Luego fuimos a un bar de Alonso de Martínez, una calle que es uno de los vértices del barrio de Malasaña y, evidentemente en un descuido, me robaron mi bolso. Sí, fue un descuido, pero es difícil de graficar. Colgado en un gancho debajo de la barra donde bebíamos. Junto a el otros bolsos, otras prendas. Pero se llevaron el mío pensando que el botín sería más elevado: en efecto mi bolso es (era) el típico bolso para el ordenador, pero la CASUALIDAD, o más bien las circunstancias, hicieron que no llevara el ordenador esa noche.
¿Qué perdí? El bolso –que no era mío sino de la multinacional a la cual le presto servicios-, mi MP3, un cable para bajar las fotos del móvil, una bonita bufanda verde que era de Bea, documentos del trabajo y un cuaderno con algunas reflexiones. Me detengo eso si para describir lo más lamentable de lo perdido: MobyDick se fue entre los enseres hurtados y me quedé sin acabarlo, nunca supe si el capitán Ahab atrapó a la dichosa Ballena o esta se lo devoró. (Aunque lo vital eran las metáforas del suceso). Y perdí, también, mi billetera: Carné de Chile, licencia de conducir de Chile, NIE de España, dos tarjetas bancarias, tarjeta s de salud, MI ANTIGUA CREDENCIAL DEL DIFUNTO PERIÓDICO OJO EXTRA, boletos de tranvías de Zagreb, del metro de Lisboa, trenes de Suecia y autobuses de Irlanda. Tarjetas de presentación de amigos y conocidos, ticket relativamente importantes. En definitiva recuerdos que el personaje que se los llevó obviamente no valorará.

LA FOTO
Luego de percatarme se sucedieron las llamadas para bloquear las tarjetas y hacer la denuncia en la policía española. Esta última gestión fue bastante expedita, pero para confirmar el trámite debía ir a firmar a una comisaría. Y fue en ese momento, la mañana siguiente, el día de la Constitución, cuando esperando mi turno en la comisaría de mi Barrio del Pilar, miré el cartel con las caras de los seis etarras más buscados.
Antes, en Zaragoza, cuando me enfrenté a la situación de ser levemente sospechoso, me intrigó ver ese mismo cartel y esas mismas caras plagadas por todo terminal de autobuses o estación de trenes de España. Aquella vez me llamó la atención el sereno visaje de Saioa Sánchez, la sanguinaria chica supuestamente amante de Txeroki que, si bien nos apretó el gatillo, estuvo presente en la ejecución de los guardias civiles hispanos (en la foto antes de ser arrestada). Comparado con las caras un poco esquizofrénicas del resto de etarras, Saioa sobresalía por su tenue belleza y tranquilidad. Podía ser la chica del portal del frente, la del bar, la de la Facultad. Pasaría totalmente inadvertida, salvo por su llamativa belleza. No así el resto que parecía trasmitir en esas fotos algo de locura, de rabia, de miedo. ¿Cuál es la diferencia entre un vasco de 23 años que cruza el umbral ese de la estúpida ilusión y se une a la Kale Borroka, o directamente a ETA, con el otro vasco, que también quiere la independencia de Euskal Herría, pero sigue al Tau Cerámica, se come un pintxo y nunca dispararía en la nuca de nadie?
¿Dónde se radica la diferencia social del que cree en la mística de la violencia con el que piensa distinto, positivamente distinto?
Saoia cruzó ese umbral. Y ahora está detenida y le caerán miles de años.
¿Y del robo?
Nada, gracias a la compañía de Bea pasó inadvertido. Me quedé sin saber el final de MobyDick.

4/12/07

No Belfast (Irlanda 2). El frio, MobyDick y también Valparaiso.

Hacía frio en Dublín hace una semana. Y también hacía frio en Vitoria hace dos. ¿Hará frio en Málaga la próxima?¿ Hará frió en Barcelona el fin de semana de navidad? ¿Hará frio en Alicante el 31 de diciembre?
El otoño del hemisferio norte ya casi es historia y se vienen las fiestas de fin de año que acá en España se cuentan de a tres (Navidad, año nuevo y Reyes). Y con las festividades, el invierno… que este año amenaza con ser INVIERNO, lo que no es una reiteración banal que busca seducir poéticamente al lector, sino una afirmación certera que, de hoy en más, necesitará permanente aclaración: la destopía del cambio climático está modificando nuestro lenguaje y lo que antes se entendía con una palabra ahora se requerirán dos. Invierno-invierno; verano-verano. Calor de verdad o frio de verdad. Frio como en Dublín, no como en Vitoria, donde el frio era amigo de la intimidad. En Dublín, por ejemplo, el frio era enemigo de la limpieza, pero fomentador de vicisitudes de la noche. Y por esas vicisitudes, es decir por el frio rampante y cotidiano, me quedé sin ir a Belfast.
No busco justificaciones climáticas, pero en el amanecer del sábado 24 de noviembre no tuve pie para negociar con Javi y Antonio la posibilidad de ir a la capital de Irlanda del Norte: uno ya la conocía y el otro la tiene a tiro de cañón (nunca mejor la analogía). Belfast se diluyó entre cervezas y taxis que se demoraban en pasar en una noche dublinesa cargada de frio y misterio.
Y ante la ausencia de Belfast el misterio de Dublín se resolvió caminando, recorriendo callejones, guiándome por el sonido de gaviotas que no me guiaban. Estuve en Dublín y no vi el mar… pero si puedo asegurar, como ya he asegurado antes, que Dublín (en la foto) tiene algo, un aire, un aroma, a Valparaiso. No sé si en este BLOG lo señalé, pero aquello –Valparaiso como fantasma que se aparece en ciudades del viejo continente- es una señal de que, modernidad más modernidad menos, la primera y más global ciudad de Chile se escribe con V y no con S (Y no es Viña del Mar ni tampoco

Valdivia. Tampoco Vallenar o Villa Alemana).

CIUDADES COSTERAS
Santander, a las orillas del Cantábrico, Copenhague en la laguna del mar Báltico y ahora Dublín, me han hecho recordar levemente la ciudad portuaria chilena. Evidentemente las ciudades mencionadas son puertos de carga y descarga, puertos con barrios de puertos: putas, bares, leyendas, oxido corroído por la brisa marina, pescadores molestos por algo indescifrable, pero con cara de pocos amigos... Como en Valpo, como en San Antonio.
La verdad es que Valpo se me ha aparecido centellante el último tiempo. La lectura lenta, pero segura de Moby Dick ha subrayado esa cercanía obvia que las ciudades costeras de todo el mundo tienen con el mundo. Ese permanente intercambio cultural que se ha producido desde siempre, pero que con el auge de la revolución industrial ha venido consolidándose y creando una mezcla de liberalidad y cercanía (Ejemplo de ello es que las regiones costeras de EE.UU. son demócratas y las del interior son republicanas. Los lugares costeros siempre son más abiertos a las influencias y por ende más tolerantes. ¿Es eso aplicable a Madrid?).
El asunto es que Ismael, el protagonista-narrador de MobyDick, cita Valparaiso reiteradamente. Estamos en el XVIII, el canal de Panamá no existe (de hecho no existe Panamá) y Valparaiso es el puerto donde toda embarcación tiene que recalar tras pasar por el infernal cabo de Hornos. Pero también aparece Juan Fernández y un marino chileno en la tripulación del Pequeud, el barco ballenero capitaneado por el lúgubre Ahab.
Sin embargo, lo más embriagador de la novela de Herman Melville es el momento en que Isamel habla sobre los cuatro leviatanes más sanguinarios que el mundillo ballenero recuerda: Timor Tom, que solía aparecerse en Timor Oriental; Jack de Nueva Zelanda, que atemorizaba los navíos que transitaban por el sur de Oceanía, Morquan, apodado el rey de los mares del Japón, y don Miguel, macabro cachalote chileno que -cito textualmente- "tenía el lomo tatuado de extraños y místicos jeroglíficos como las tortugas". Alguna voces incluso dicen que el nombre de la gran MobyDick es una adopción al inglés de una ballena que realmente existió y que se llamaba Mocha Dick, la cual solía nadar por la isla del mismo nombre cerca de Concepción.




25/11/07

Apreciaciones primarias de Dublin. (Irlanda 1)

1,80 euros cuesta el autobús que lleva desde el aeropuerto de la capital irlandesa hasta el Spire, una delgada estructura de 250 metros que se divisa de casi todo el perímetro de la ciudad. Emplazada en una céntrica calle –O’Connel Street, la avenida con más monumentos que he visto en mi vida- la misión primaria de este "evento" con forma de alfiler fue reemplazar una estatua del Almirante Henry Nelson que fue dinamitada por IRA (la base del Spire en la primera foto). Ahora, además de ornamentar el centro, hace de punto de reunión para todo irlandés, inmigrante o turista que pernocte en Baila Atha Cliath.
El cansancio, el desconocimiento cabal del idioma y la desorientación obvia de salir de un incomodísimo avión de Ryanair a la fría noche irlandesa, me llevaron a pagar el autobús de dos plantas, sentarme arriba junto al resto de turistas españoles, mirar por la ventana y no percatarme de que evidentemente, como en cualquier lugar de las islas británicas o la República de Irlanda, se conduce por el lado izquierdo…
No es menor aquello. La sensación residual que el subconsciente puede parir, al adentrarte por territorios que no conoces, pueden ubicarte en contextos muy distintos. Más aún si los prejuicios que cargas se esfuman. Más aún si éstos son algo positivistas…
Los grandes autobuses de dos plantas dublineses tiene un leve aire a las viejas micros pre-transantiago (segunda foto). El recuerdo que tengo de una micro santiaguina, conducida por un micrero santiaguino -con ponchera, adicto a la pasta base y con cara de pocos amigos- es la de la manifestación máxima del poder urbano: controlar toda la calle, con prepotencia y habilidad. Es por eso que no me sorprendía al ver la acera derecha tan lejos de mi perspectiva, aún cuando el vehículo paró varias veces a recoger pasajeros en la acera izquierda. Era como ir por la mitad de la Alameda y ver el bandejón central acercarse y alejarse constantemente según la prisa y la pericia del micrero. Sólo cuando me bajé del autobús, y teniendo bien claro que estaba en la alegre Dublin, pude sacudirme de esa extraña sensación.

Colores
Dublin es una ciudad de tintos obreros. Una amalgama de colores diferentes: gris (el cielo), verdes (el abundante césped), negro (la guinnes), naranjo (el cabello de muchos irlandeses), marrón (la fachada de la mayoría de las casas). Me comenta Javi que, aunque les duele ya que Dublín apela a la diferencia, las calles de los barrios dormitorios son idénticas a las que puedes encontrar en York, Manchester, Liverpool o la mega-Londres.
Ese aire, obrero, le acompaña permanentemente. Al parecer, el frio impide que el aseo de la ciudad sea perfecto, como en otras ciudades europeas que he tenido la suerte de conocer. Eso choca bastante en un primer momento pues es un símbolo que, luego confirmé, hace de Dublín un sitio contradictorio.
Irlanda pasó de ser un lastre a convertirse, después de Noruega y la minúscula Luxemburgo, en el país de la Unión Europea con mayor ingreso per cápita gracias, entre otras cosas, a dos leyes económicas neoliberales: felxibilidad laboral y bajos impuestos a las empresas extranjeras (12% ver-sus al 18% del resto de la UE). La segunda medida se usa en Chile hace años y la primera es una aspiración de un sector político nacional que cree ver en Eire un modelo a seguir y que da por sentado que la no aplicación de esa norma nos ha imposibilitado de seguir el tranco irlandés.
La pregunta del recién llegado surge con espontaneidad tras el tema de las micros y la limpieza urbana: ¿Dónde está el dinero en Irlanda?
No tuve tiempo en los tres días que pasé en tierras celtas de descifrar aquella incógnita, pero Javi y Antonio, mis amigos con los que me junté en Irlanda, más o menos me dieron luces para entender porque Dublín manifiesta su desarrollo de forma tan poco material, a diferencia de Chile y los chilenos, que se enorgullesen de las autopistas de alta velocidad, los grandes centros comerciales y los edificios de faraónicas dimensiones.
En resumen, esperaba ver una ciudad moderna, tecnológicamente avanzada, perfecta, arrasada por la prepotencia del progreso que llegó del golpe, y como gran acto de desorden, varios bares abiertos hasta una hora prudente... Salvo lo último, me encontré con algo muy distinto. Dublín sigue siendo la ciudad que era antes, a pesar de los 40 mil euros per cápita.

13/11/07

El guión se escribió en Caracas

Aznar no venía a cuento. Chávez lo lanza a la palestra llamándolo fascista; Zapatero pica el anzuelo y defiende al ex presidente de Gobierno porque su cargo lo demanda y su talante así lo dicta. Chávez responde incólume, hay un frío dialogo y el presidentísimo de Caracas pone cara poker, muy poco habitual en su visaje plagado de sonrisas e ironías, pero calculada desde antes: en Venezuela los universitarios se lavantan ante el caudillo bolivariano... La tensión recorre el Espacio Riesco, sito en Santiago de Chile, donde se reúnen los dignatarios de las Repúblicas latinoamericanas y el Reino de España en la clausura de la XVII cumbre iberoamericana.
Bachelet, como anfitriona y tibia representante de la
socialdemocracia más o menos europea, intercede tímidamente con una frase que pasará a la historia por lo insulsa, tan insulsa como la del mexicano Fox, hace tres años, cuando en una cumbre del mismo estilo el ex presidente boliviano Carlos Meza habló sobre la salida al mar y Ricardo Lagos le respondió con enérgica sobriedad, sobriedad que se echó en falta en Espacio Riesco y en quienes organizaban la fiesta…
Entonces el Rey de todas las Españas, de cuyo talante poco se intuye y poco se escribe, advirtiendo que la reacción políticamente correcta del demócrata Zapatero nada podía hacer ante las voces del autoritarismo-populista del vice dictador Chávez, reacciona como nunca nadie lo había visto, o mejor dicho reacciona como sólo una vez se le vio: en el 23-F de 1981, fecha en que la novel democracia española podía haber muerto de adolescencia. Juan Carlos Borbón y Borbón dejó su castillo protocolar, salió a cabalgar por las llanuras del hastío y se vistió con los ropajes de Monarca que es, por la gracia de Dios (o del Generalísimo), y mandó a callar al representante de Venezuela con un tono duro y con muecas que decían mucho más que la ahora famosa frase…
Luego de salir del asombro, sensación compartida por toda España y toda Latinoamérica, Chávez se frotó las manos: el Rey había bajado a su nivel o… “¿¡Me estará subiendo a mí al nivel de él!?”, debió pensar el caribeño para sus adentros... Y es que frente a frente habían dos hombres que encarnan el Estado-Nación por si solos, inmersos en una reyerta que está por sobre el resto de presidentitos de los demás países que sólo duran 4 ó 6 años en el cargo… (El Rey es que el mandatario que más veces ha estado presente en las cumbres iberoamericanas seguidos por… Chávez).
UN REY
El Rey, cansado de tanta política, coge el sendero del desencanto, que no es más que el pasillo que conduce al bar de la cumbre, para tomar, supongamos, un café. O un doble sin hielo para rebajar tensiones… Y es que luego de Chávez es el neo-sandinista presidente de Nicaragua Daniel Ortega el que lanza terrones de tierra a la inmaculada rojigualda. Demasiado para un día y, sinceramente, Ortega no merece ni un comentario, no es Chávez, y que Godoy se encargue de él, perdón, Zapatero…
Pero vuestra merced dejó el balón dando bote en plena área chica y Chávez comenzará a marcar goles permanentemente, como ya lo hizo al abandonar Chile: “Muy Rey será, pero a mi no me hace callar, porque yo fui electo”. Como esas vendrán más, pues Chávez, en su rol de caudillo indigenista quiere de España la misma imagen que Estados Unidos: la de un moustro imperial. Ese traje a España quizás no le queda ha medida, pero si le combina con los colores de su historia; esto si consideramos que hace 200 años aún nos mandaba, hace sólo 100 aún decía ser un imperio y hace unos pocos días otro país se sintió pisoteado por la actitud del Reino de España luego de que el Monarca en cuestión visitara dos enclaves ubicados en su territorio continental. Continental y demandado como propio: Ceuta y Melilla y el agraviado es otro reino, el de Marruecos. Si ha esto le sumamos las prepotentes maneras de algunos empresarios españoles que, adalides del progreso, campean por las devastadas provincias latinoamericanas, el cóctel está servido. Sólo faltaban los vasos y el Rey se encargó de ponerlos.

5/11/07

Un año, pero aún me pierdo en Madrid

Entonces salí a dar una vuelta sin rumbo fijo.
Era domingo, el primero de noviembre, y todo estaba distinto.
Caminé unas manzanas para coger el autobús fuera de mi barrio y así hacer un recorrido diferente a los que generalmente hago para abandonar el vecindario madrileño donde vivo: el patio trasero del Barrio del Pilar, más concretamente en unos pisos posteriores al centro comercial La Vaguada, al cual todo madrileño bien nacido le tiene un poco de cariño, pues fue el primero de Madrid y tal vez, en algún momento de la historia consumista europea, el más grande del continente. (Al respecto hay varios mitos: algunos dicen que el más grande está en Lisboa, otros en Berlín, pero lo singular es que todos lo que me han comentado algo al respecto me lo han dicho con un tono misterioso, como si hablasen del moustro del lago Ness, como si el dato fuese imposible de comprobar y que la única certeza es que La Vaguada es uno de los más grandes…).
Mi norteño barrio, el mismo donde vivió Iván Zamorano cuando militaba en el Real Madrid y el club tenía su ciudad deportiva de entrenamiento donde ahora se erectas las cuatro torres más altas de España (en la foto), las cuales por poco no le hacen sombra a mi ventana, me tiene (tenía) un poco aburrido pues, entre otras cosas, está lejos del centro y las comunicaciones del mismo dependen en demasía del abominable metro (vivo a una distancia equidistante e igualitaria de las estaciones Herrera Oria, Barrio del Pilar y Av. De la Ilustración).
Por eso me gusta el autobús y ese domingo la razón para dar vueltas por la superficie eran alentadas por el sonido del partido del Atlético de Madrid versus el Villarreal que mi MP3 captaba, señal que en las fauces del metro no hubiera conseguido sintonizar.

Pero además el templado clima ayudaba, el temprano ocaso (han cambiado la hora y sólo se diferencia España con Chile por cuatro) también hacía lo suyo y esa modorra que ralentiza los pasos propia de un domingo por la tarde después de un trasnoche hacían el resto.
Aunque cogí el 147, que une Callao con el mencionado Barrio del Pilar, el recorrido fue distinto a pesar de que los paisajes urbanos por los cuales transitaba la máquina ya los conocía.
Durante las últimas semanas una mala sensación me había atravesado. Una cierta rutina y el reiterado encuentro fortuito con algunas caras que ya había visto, me hicieron pensar que: 1) ya conocía Madrid y 2) ubicaba la suficiente gente (no más de 100 personas) como para perder el atuendo del anonimato…
Lo anterior se veía alentado por un dato no menor: el 1 de noviembre cumplí un año en España… Con 365 días –y contando- tienes suficiente como para saber dónde es donde y cuál es cual en una ciudad que, si bien es grande, está bien organizada e integrada. Además los distintos avatares me han llevado a conocer gente en distintos estamentos, lo que abre el catálogo de caras que puedes reconocer en un autobús, por ejemplo, o en e metro o en X barrio o en X universidad. Rostros que he visto en entrevistas de trabajo, aulas de clases, bares, pisos de amigos de amigos…etc.
Entonces el 147 (mención especial para el destartalado Fiat 147 de mi padre el cual, pilotado por Felipe Pérez, nos llevó a innumerables sitios del puerto de San Antonio…) dio varias vueltas, bajo por Plaza de Castilla, tomo la Castellana, luego, no estoy seguro, la calle Génova -o una paralela a ésta- y después se metió a Chamberí. Cuando pasaba fuera del metro de Bilbao divisé una librería abierta (¡domingo!) y aunque dudé en bajarme, el Kun Aguero me empujó a hacerlo… el argentino acababa de marcar el tercer del Atlético y el equipo de Sabina y Torrente derrotaba al equipo de Pellegrini por 3 a 2…

Me perdí

En la librería había abundantes ejemplares de bolsillos (cuestan 10 euros de promedio) así que decidí que me iba a comprar uno. Pero, como siempre me pasa cuando voy a comprar libros o ropa, la duda me apremiaba en todo momento. Recorrí los estantes varías veces y no me decidía cual adquirir, aunque debo reconocer que uno de Mankell y Moby-Dick llevaban la delantera. En eso empató el Villarreal mediante el turco Nihat y pensé que un punto en el Calderón era suficiente. Pero el turco otra vez marcó, a falta de un minuto, y el Villarreal ganó y yo celebré con un pequeño salto y entonces opté por Moby-Dick y pagué con un billete de 5 euros y algunas monedas sueltas y salí a la calle contento e iban a comenzar los comentarios post-partido en la Ser y se me acabaron las pilas y me di cuenta que soy hincha del Villarreal aunque nada me identifica con el club de la única comunidad autónoma (más Galicia) que no conozco dentro de la península ibérica.
Fui entonces a un café franquiciado que se llama, ¡oh, divina originalidad!, Café y Té, que es la versión española de Sturbuks (tal como Expreso House lo es en Suecia y el Barón Rojo lo es en Santiago). Me puse a leer sobre leviatanes y ballenas en la terraza del mismo y me di cuenta que si bien sabía que estaba en Chamberí, la temprana noche no me ayudaba para distinguir el sitio exacto donde me encontraba. Conocer una ciudad por partes inconexas mediante el metro provoca que a veces te sorprendas al darte cuenta que tal calle desemboca en tal avenida y que tal lugar queda cerca de otro lugar que situabas en otra punta diferente de la urbe en cuestión. Es un ejercicio divertido cuando las veces que te subes a un coche –y puedes unir los barrios y las calles- son contadas con el índice y el pulgar y se reducen aún más cuando Antonio está en Londres y su auto verde, que cada sábado llegaba con un accesorio menos a clases, pasó a mejor vida o a peores manos…
Mientras tomaba el 147 de regreso a mi barrio agradecí la circunstancia de que, después de un año, aún puedo desorientarme en la capital española.

28/10/07

Los correctivos de la elite

En estas últimas semanas dos íconos chilenos, y cuando dijo chilenos me refiero a los de verdad son chilenos y no pretenden ser otra cosa, han caído en desgracia ante los inquisidores ojos de la elite político y social que maneja el país y dicta lo bueno y lo malo en la aldea llamada Chile. Uno es el futbolista Gary Medel y el otro el senador Alejandro Navarro.
Una lástima lo del joven futbolista chileno Gary Medel, o Médel como lo llama el DT argentino Marcelo Bielsa. La noche del viernes 26 de octubre fue detenido conduciendo en estado de ebriedad y sin documento en el nocturno barrio Bellavista de Santiago de Chile. En menos de cuatro meses ha hecho de casi todo: pegarle una patada a un rival en las semifinales del mundial Sub 20, escupir al jugador de Deportes Concepción Patricio Almendra, propinarle un cabezazo a un compañero y dar muestra de que potencialmente puede ser el mediocampista de quite (pivote) que Chile necesita. Un periodista de El Mercurio lo comparó con el volante italiano Giuseppe Gatusso.
Evidentemente el espectro periodístico nacional reaccionó ante el error del novel jugador. Con rapidez los directivos del elitista club al que pertenece –la Universidad Católica- gestionaron una rueda de prensa donde Medel (en la foto) pidió perdón a sus compañeros, a su entrenador y a los hinchas por su actitud. El presidente del club Jorge O’Ryan dijo que para evitar que vuelvan ocurrir este tipo de cosas en la desordenada vida del deportista, arreglaría todo para que Medel y su familia (esposa y dos hijos) se vaya a vivir a una de las casas que tiene la institución cerca del Estadio del equipo, ubicado en el barrio de San Carlos de Apoquindo, una de las zonas más caras de Santiago.
Medel, que vive en el “batustan” de Conchalí, tiene rasgos mestizos más cercanos a los aborígenes que al conquistador europeo, su familia es pobre y a los 16 años ya era padre. Su barrio es de gente humilde, de chilenos pobres, que nunca accederán a una vivienda como la que podrá tener Medel si acepta la oferta del club y que a pesar de la obligatoriedad de la educación durante 12 años, no lograrán entrar a la Universidad, pues la educación pública es mala y no puede competir con los sempiternos colegios particulares. En resumen una pobreza permanente (en Chile hay algo claro: puede que cambie el nivel de vida de la gente, y eso ha ocurrido durante los últimos 30 años, pero los pobres de Chile seguirán siendo los pobres de Chile).
En fin… De más está decir que es una apetitosa oferta la que tiene al frente Medel; que seguramente con el dinero que gane como futbolista podría comprarse grandes casas y tener varios coches. Hasta cierto punto creo que no es importante si acepta o no.
Lo triste es la actitud de los dirigentes del club que creen que los problemas conductuales del jugador se resolverán si se cambia de barrio. Si deja a su gente para irse a vivir a un sitio donde no conoce a nadie y no conocerá a nadie. Donde los vecinos que tendrá él y su esposa lo mirarán con el permanente desdén con la que la clase alta-caucásica de Chile mira a los chilenos. Lo que pretende la UC es reubicar al jugador, para apartarlo de las malas influencias para que se centre en su carrera sin pensar en la estabilidad de Medel ya no como futbolista sino como humano. Esto es paternalismo puro y duro.
¿Hubiera sido esa la solución para que el tenista Marcelo Ríos, nacido y criado en la elitista comuna de Vitacura y cuyo prontuario incluye atropellar a su preparador físico, orinarle las piernas a una chica en La Serena, pegarle a un taxista en Roma, entre otras cosas; cambiara su fatal derrotero conductual?
Nadie en su sano juicio le hubiera sugerido cambiarse de barrio ¿Por qué debemos suponer que esa es la solución para Medel?
Esto es paternalismo de una clase que cree poseer el bien común.

Navarro desaperece
Mientras los sucesos en que se vio envuelto Medel ocupan las portadas de los diarios, el senador Navarro (en la foto) no aparece en los mismos. Uno de los pocos, quizás el único político que tiene claro que la clase dirigente no conecta con el país y que no teme –o no temía- enfrentarse a ciertos poderes fácticos enquistados en la centroizquierdista Concertación de Partidos por la Democracia y de atacar virulentamente a la, cada vez menos, vaca sagrada Ricardo Lagos.
El senador por la Octava Región tuvo bastante visibilidad en el conflicto de los subcontratistas con Codelco, es el único político nacional que dice simpatizar con la revolución bolivariana de Chávez y es un connotado defensor de los derechos de las minorías indígenas. En septiembre encabezó el paro nacional de trabajadores lo que generó malestar en la clase política. El enredo político de la elite chilena es tan tremendo que provoca que un parlamentario miembro de la coalición de Gobierno, como Navarro, sea criticado por participar en una marcha de obreros contraria a La Moneda, aún cuando el germen de la izquierda es ese: los obreros…
Lo tragicómico es que en plena marcha, cuando los trabajadores chocaron con las fuerzas policiales, Navarro recibió un golpe de un efectivo de Carabinero. Es lo que en Chile se denomina lumazo. Su cara ensangrentada fue captada por las cámaras y la imagen del Parlamentario medio moribundo fue fulminante. El hombre iba en camino en transformarse en un mártir viviente.
Pero días después apareció en TV un video en que minutos antes de recibir el lumazo, él agredía al Carabinero. Las imágenes lo desacreditaban, pero eso no bastó. Algunos políticos de la clase dirigente nacional señalaron con el dedo a Navarro y dijeron que su actuar meritaba una acusación constitucional. La intentona quedó en veremos, pero surtió efecto.
Desde ese momento Navarro desapareció de la prensa. Dejó de generar noticia. Se calló.
¿Presión?
Debe ser difícil enfrentarse ante los poderes nacionales. Siempre se dice que todo político tiene su bote de basura donde esconde sus secretos (y que la misión de los contrincantes en campaña es destapar ese bote). Lo claro es que por alguna razón, tal vez la antes descrita, Navarro desapareció de la agenda Setting.

20/10/07

Informadores y herramientas de internet

Varios factores me han llevado a sucumbir ante las herramientas del Internet global. Antes, en Chile, el pudor y la abulia me impidieron estructurar un BLOG, por ejemplo. Ahora ya han pasado cuatro meses desde que tengo este y he publicado más de 20 entradas a pesar de que aún no tengo muy claro porque lo hago. ¿Objetivo o satisfacción? No lo sé. Ambas quizás, pues en rigor, son cosas distintas.
Trasmitir ideas o vivencias puede ser un objetivo.
Escribir regularmente puede llegar a ser una satisfacción.
En su trasfondo el BLOG logra que los sucesos que me ocurren, y que seguramente en Chile se los hubiese contado a un Cucurullo o a un Felipe Pérez -logrando sus risas o su indeferencia- tengan un germen de novedad, tal vez porque vivo en un país que no es el mío. No es que no tenga a quien contarle lo que pienso o me sucede, pero la distancia me da la excusa de publicarlo abiertamente aunque tampoco tengo del todo claro quien lee mi BLOG ni mucho menos que piensan al leerlo.
¡¡¡Cuatro meses y por fin aparece un aforismo en mi BLOG!!! Helo aquí: “La distancia reduce el pudor”.
Sin embargo, asumo que me he autocensurado y muchas de mis vivencias y pensamientos están reservados para algún libro que escribiré algún día en alguna vida. Pero no es una disculpa y así reza la frase de mi amigo Milan Kundera que se antepone a la foto de Belgrado en llamas.
Toda esta reflexión no es causal, es más bien constante, pero ahora surge con más fuerza porque hace unos días me he unido a un mundo paralelo llamado Facebook.

Blog versús Facebook
Lo de publicar fotos propias no es mi especialidad, nunca haría un fotolog por ejemplo, aún cuando en Chile se está tornando un rasgo identitario tenerlo. Pero me empezaron a llegar invitaciones de amigos y conocidos para unirme a este escenario de la globalidad-modernidad outsider aún del monopolio GOOGLIANO (hasta que los dólares digan lo contrario), y el sábado pasado empecé con eso del facebook sin mucho apuro.
Aún es precario. Tengo pocos contactos y no he puesto ninguna carpeta con fotos, no creo que publique fotos personales, quizás paisajes… Los que lean esto y hayan visitado mi facebook me reprocharán que la foto de cabecera que tengo sea una precisamente mía, aun cuando puedo poner la foto de Belgrado en llamas que tanto cariño le tengo, o la de un mapa, siempre tan recurrentes en mi BLOG… Merezco el reproche.
Sin embargo, todo lo que el BLOG me da para mantenerme ciertamente conectado con Chile y mis amigos del mundo, Facebook me lo está quitando. Suena paradójico, pero, al igual que pasó con irrupción del móvil, Facebook es un enemigo de la casualidad, del azar.

Los preglobales ‘90
Antes, para quedar con tus amigos o para cualquier cita, había que fijar lugar y hora de antemano. Incluso había sitios donde quedar. Sitios donde estabas seguro que podías ver a algunos de los tuyos. Un bar, una esquina, una cafetería, el frontis de una residencial… Ahora todo queda supeditado a la exactitud horaria que da el móvil o celular. Si quieres quedar con alguien: llamas, si quieres reunirte con tus amigos coordinas todo con mensajes. Si te atrasas mandas un mensaje de disculpa y listo…
Esos momentos tan propios de los ’90, cuando aún era un lujo tener celular, en que salías de casa sin haber hablado con nadie y llegabas a la plaza de tu barrio (la de Llo-lleo en mi caso) y veías caras conocidas han sido borradas de un plumazo. Se perdió la sensación de vértigo que se producía cuando doblabas por la esquina de la plaza y no estabas seguro de ver los rasgos distintivos de tus amigos… ¿Puede que ya se fueron? ¿Puede que no se juntasen ahí? Ahora, al más mínimo temor de hallarte sólo un sábado por la noche en medio de la nada, sólo tienes que hacer un clik en tu móvil…
¿Qué tiene que ver eso con Facebook? Pues ocurre que ya tengo 25 años y en mi vida he acumulado muchos amigos a los quienes no quiero por eso sino porque viví cosas con ellos. Experiencias.
Se dice (la verdad lo oí en la película Sand by my basada en la novela de Stefen King y donde salía un imberbe River Phonix) que los mejores amigos de tu vida son los que hacen cuando eres menor, infante o adolescente. No sé si en estos 25 años acumulé los mejores amigos de mi vida, pero si una gran cantidad de amigos y conocidos a los cuales estimo por algo simple: los vi crecer y ellos me vieron crecer.
Mucho de ellos se elevaron a una categoría donde la hermandad se antepone a la amistad y aunque ahora estoy lejos de la mayoría de ellos los añoro y los extraño (que no es lo mismo). Otros desaparecieron de mi realidad, pero no de mis recuerdos, y emprendieron su vida, y yo la mía, y las circunstancias difícilmente me permitan volverlos a ver. Ahí es cuando entra el azar…
Gracias a Facebook sé cómo está y que está Carola Muñoz en Canadá, Alejandra Álvarez en Chile o Astrid Bustamante en Ámsterdam. Sé que Sebastián Flores regresó a Chile (aunque eso ya lo sabía por mi madre). Todo ellos compañeros de colegio o instituto. Gracias a facebook volví a hablar con mi compañero de universidad Jaime Meneses y reanudé el contacto con mi primer y gran amigo español que tuve y que ahora está Londres, Carlos Miras…
En fin, suena bonito, es realmente satisfactorio.
Lo que la red me permite hacer ahora se lo está robando a la realidad tangible del futuro. La posibilidad que el azar me junte con esas personas se reduce un montón. Estaremos condenados a mantenernos en contacto (y me gustaría hacerlo) así que difícilmente se produzca un encuentro fortuito.
O pongámoslo desde otra perspectiva. Si se produce un encuentro, fortuito o programado, los temas de conversación se tornarán previsibles, pues medularmente sabras que ha sido de la vida de la persona en cuestión: sus viajes, sus trabajo, sus estudios, sus amigos, sus momentos alegres y no se producirá la sorpresa cuando me cuente que visitó China. Eso ya lo supiste gracias a facebook… Te sorprendiste antes, en la soledad de tu casa o en un ciber. Habrás visto las fotos de la muralla china, de la Plaza de Tiananmen o de la Ciudad Prohibida y te bastará con leer su descripción en el pide de la foto que explica, en nueve o diez palabras, un momento culmine de la otra persona.
En fin, esto es sólo una opinión. Quizás sólo quiero parir un pretenciosa destopía.

14/10/07

La decadencia de un imperio llamado EE.UU.

El debate en “América” como suelen decir los españoles ya está instalado y el madrileño diario El País, cuando escasean las noticias internacionales, editorializa con el tema que algunos consideran tempranero, otros antojadizos y otros necesario: Estados Unidos, el imperio imperante, está entrando en su decadencia y en menos de 150 años será otro (¿China?) el estamento político –Estado y /o nación- que bien o mal dicte las pautas para la globalizada comunidad internacional.
Sin embargo, no es mi intención hablar sobre el fin de la menguada pax americana, sino subrayar que en definitiva y para los ojos de otros siglos venideros EE.UU. no es más que otro imperio dominador, con símbolos diferentes, con un sistema político diferente, pero con objetivos más bien parecidos a los que aspiraban anteriormente un sultán otomano, un zar ruso, un emperador romano o incluso Ghegis Kan (¿el Preste Juan?). Paradójicamente, y pesar de la globalización, ni siquiera pasará a la historia por ser el primer imperio totalitario, a pesar de que sus símbolos (Coca Cola) estén en casi todos los países del globo, pues la antigua Roma gobernó todo lo que hasta ese instante era el mundo: el mar mediterráneo.
Justamente comparándolo con Roma, podemos decir que ambos sistemas eran, o son, sumamente tolerantes en variados aspectos. Religión, por ejemplo. Lo único que exigía Roma forzosamente era pleitesía para el Cesar. Lo único que exige Estados Unidos es la adopción de la democracia, a la fuerza también y en es punto podemos decir que la gran diferencia entre los imperios pasados y los posmodernos (capitalismo y comunismo) era que estos no buscaban abarcar sino convencer. Si bien Roma exigía un impuesto para mantener a las legiones, EE.UU. exige un libre mercado con todas las ganancias que eso implica.
Incluso más... si se le pregunta a la gente corriente por el nombre de un emperador romano seguro dirá Julio Cesar, el primero y más famoso de los emperadores romanos por dominar las galias, cruzar el Rubicom y ser asesinado por cinco senadores cercanos entre ellos Bruto (“Tu también hijo mío”). Uno que otro nombrará a Augusto, los menos a Nerón, Calígula, Tiberio y Claudio, que fueron los inmediatos sucesores de Julio Cesar, pero nadie recuerda a Trajano, Carracalla, Marco Aurelio o Constantino emperadores responsable del esplendor romano...
¿Qué quiere decir esto?, puede que los ciudadanos de a pie del siglo XXVI, si las campanadas de Al Gore no son ciertas y el planeta no fenece antes, no recuerden el nombre de los próximos presidentes de Estados Unidos, pero si los que construyeron el imperio americano: Delano Roosevelt, Eisenhawer, Wilson, también Kennedy y también Nixon y aunque suene asqueroso también los Bush. Analizaran los historiadores del siglo XXVI la democracia como ahora se investiga la organización administrativa de las provincias romanas. Cuesta, pero a veces hay que ver las cosas con perspectiva. Y la perspectiva nos dice que nada es eterno ni permanente. Me atrevo a afirmar que dentro de 20 años el mapa de Europa no será igual al actual, nacerá un nuevo estado en Sudamérica y de Rusia puede que aparezco otro también.

Ciudades imperiales
Un síntoma de posible declive de Estados Unidos lo vemos en el fenómeno de la inmigración. Durante el XIX y parte del XX América recibió millones de inmigrantes que han nutrido a la nación. Hasta hace poco su esencia se basaba en eso. Con Bush y el 11-S las cosas han cambiado y se le ha puesto coto a ese choque cultural tan propio de los imperios...
Hoy es Europa la cuna imperial que recepciona inmigrantes. Tal como la antigua Roma o Constantinopla, hay mega ciudades imperiales que son la fuente del progreso, la vanguardia cultural, económica y social del mundo, digna de imitar o vivir. Londres, Paris, Amsterdam, Zurich, Madrid, Berlín son el anhelo de millones de chinos, turcos, bolivianos, peruanos, bosnios, pakistaníes, ucranianos, georgianos, chilenos, argentinos, senegaleses, marroquíes, ecuatorianos,
rumanos, macedonios y un largo etc. Estás ciudades han reemplazado a las de EE.UU. que continúa siendo la atracción de mexicanos y centroamericanos.
En definitiva EE.UU., como continuador imperial de Europa, ha formado un imperio con nuevos accesorios, pero con la misma intencionalidad que los de otras épocas lo que no es un hecho negativo, más bien natural en la cíclica historia.
No hay que dejarse vislumbrar por los enormes avances tecnológicos de los últimos siglos para pensar que lo hoy existe será permanente. El primer y más dramático choque cultural, donde el intercambia de identidad y social llegó a extremos nunca vistos en la humanidad no fue gracias al MSN, facebook o los BLOG sino a las cruzadas. Más revolucionario, traumático e integrador que internet fue el ferrocarril, 150 años antes...Estados Unidos próximamente caerá y la cuestión es saber si el próximo ente ordenador también usará la democracia como sistema político o se inculcará otro....

5/10/07

Deportes: off side del progreso

Mi generación, la que nació entre el 80 y el 85, es decir, la que dio sus primeros pasos en los últimos años de la Dictadura y cogió uso de razón política, obviamente difusa por la edad, con el plebiscito del ’88, ha crecido siendo victima del progreso.
Desde que Pinochet dejó La Moneda, incluso antes, la sensación de que el país cambiaba para bien se nos inculcó de manera patológica y año tras año los datos macroeconómicos lo confirmaban. Estábamos y estamos mirando el futuro con la seguridad de que al final del camino está el edén: el desarrollo de corte occidental (¿Existe otro?). Paradójicamente, el “vamos bien, mañana mejor” que instauro Pinochet el año 1980 para aprobar su rocambolesca Constitución, encaja a la perfección con lo vivido y proyectado en los ´90.
Pero dentro de los variados estamentos en que la prepotencia del progreso globalizador ha arrasado -infraestructuras, consumo, energía, tecnología- muchas facetas del Chile de hoy han quedado fuera. Muchas. Demasiadas, pero no es mi intención abarcar todos los desastres del neoliberalismo, sino hablar de deportes.
Increíblemente los deportes en Chile han sido más sensatos que la realidad mediática. Sentía cuando era pequeño, más por la edad que por otra cosa, que esa sensación de progreso que escupía la TV y los diarios también aupaba a los deportes. En los 90 Chile cosechó éxitos que hacían pensar que quizás, tal vez, esa proyección infantil era algo tangible: Colo Colo ganó la Libertadores, el Chino Ríos fue uno del mundo, clasificamos al Mundial de Francia, luego el bronce fútbol en Sydney 2000, después el doble oro en tenis en Atenas, campeones mundiales de hockey femenino... en fin hechos, títulos, logros admirables, pero aislados.
Culpar a alguien en concreto es pretencioso y dudo que una Digeder bien administrada o un Chiledeportes fumigado de mafiosos hubiera cambiado el panorama actual, pero el lícito quejarse del descaro y desinterés de nuestra elite política para con los deportes. El ejemplo sin duda es Chiledeportes y no por ser un nido de corrupción asignando proyectos a políticos en campaña, sino porque cuando se reformuló la Digeder y se creó Chiledeportes se dejaron evidentes lagunas legales que posibilitaron los actos delictivos. En fin... todo esto lo intuyo, no me conozco la ley del deporte al dedillo, pero si tengo claro que el deportes no es rentable políticamente en el corto plazo.
Lo que si es evidente es que los logros deportivos crean una marca, una identidad un reafirmamiento total del Estado.


No nos ubica ni Dios
He comprobado en mis 11 meses en Madrid que Chile no hace noticia. Salvo por Pinochet es poco lo que se sabe de Chile en Europa lo que en su trasfondo es positivo: no hacer noticia significa que no hay malas noticias (aún cuando la pauta editorial del grupo PRISA imponga lo que es noticia en Latinoamérica). Sin embargo esa orfandad informativa va de la mano con la escasa figuración internacional que tiene Chile. No sólo produciendo malas noticias se sale en los periódicos o en la TV, lo que significa entrar en el inconsciente colectivo de la gente, sino también en los dos únicos sitios donde las naciones chocan y no hay sangre (aunque no siempre es así): la cultura y el deporte. Vuelvo a repetir que no es mi plan abarcar en este BLOG muchos puntos, sólo el banal y querido deporte...
Hace unas semanas vi en la DOS el mundial de gimnasia rítmica. Lo empecé a ver cuando estaba terminando la competencia por equipos y las rumanas lloraban por perder el oro. La cámara hizo una panorámica del recinto y comenzaron a salir las puntuación. Asombrado vi que participaron más de 40 equipos. Los primeros diez eran los de siempre: Rumania, Rusia, EE.UU., China, Alemania, España... en fin, no recuerdo cuales más. Luego Suecia, Suiza, Inglaterra, Brasil, Tonga ¿Tonga? Sí, Tonga, después Japón, Turquía, México... La cuadragésimprimera bandera que apareció en la pantalla, con el puntaje más bajo, era la chilena. No espera verla, no pensaba que habría un equipo de gimnasia rítmica que acudiera al Mundial, pero a pesar del último lugar me pareció importante y relevante ver la bandera ahí. A veces el deporte no está para alcanzar logros competitivos sino para que el país esté...aparezca...figure.
Argentina es Argentina no porque en 1945 fuese la novena potencia del mundo, sino porque tiene una selección competitiva en todas las disciplinas por equipos y cualquier nación del mundo la ha enfrentado en alguna de esas disciplinas, seguramente perdiendo.
Si al menos Chile pudiera tener una selección de baloncesto de nivel medio, si alguna vez pudiéramos ganarle a Uruguay y clasificar al mundial de Rugby, si alguna vez ganamos el mundial de hockey masculino, si alguna vez tenemos un atleta que clasifique a algunas de las finales del mundial de Atletismo, si alguna vez se cuela un chileno en la F1...podríamos aspirar a ser reconocidos en el mundo lo que es primer paso para crear un identidad común. Desde Arica a Magallanes, desde La Dehesa hasta La Viuda 9. Una identidad común.
Es pretencioso. No sé como se logra. Lo único que sé es que si las platas de Chiledeportes asignadas a la asociación deportiva del barrio X, para comprar un equipo de tenis de mesa, deberían llegar, porque supongo que de 100 niños que jueguen tenis de mesa uno saldrá bueno... (asumo el simplismo de la última frase).

Espero que el plan ADO que quiere instalar o está instalando el COCh, ese que hizo que España dejase de ser un país del montón (sumado eso si con los JJ.OO de Barcelona ’92), logre los objetivos antes descritos: no ganar, sino estar. Estoy seguro que a medida que se repita lo segundo llegarán los triunfos.

29/9/07

Portugal como paradigama, Sudáfrica como reflejo

El ministro de Hacienda de la Republica de Chile, Andrés Velasco, entregó en cadena nacional los alcances del presupuesto del Estado para el curso 2008. El catedrático de Hadvard subrayó que el gasto social aumentará un 11,4% aún cuando el presupuesto sólo crecerá un 8,8%.
Las reacciones políticas al discurso del hombre de Expansiva no se hicieron esperar y no sólo los políticos respondieron las diatribas de Velasco, sino también un listado enorme de economistas de diversos thin thank y/o universidades. Sin embargo, lo más llamativo del discurso fue un año –2020- un país –Portugal- y un reto: ser una nación desarrollada en trece años más alcanzando ingresos per cápita cercanos a los de Lusitania, la más pobre de las 15 naciones primarias de la Unión Europea.
Semanas antes, el economista de la Universidad de Chile, Joseph Ramos, ya lo había comentado en una de sus columnas en el diario La Tercera y la noción -emular a Portugal- fue un discurso que se oyó en La Moneda de Lagos cuando el desarrollo llegaría el 2010 y no una década después. Para lograrlo es necesario crecer a una tasa anual cercana al 5,5%.
Chile, ahora en más, caerá en lo que se podría llamar paradigma portugués. La continua comparación con Lisboa puede llegar a ser enfermiza y en su fondo equivoca el camino que debe imitar Chile, no por índices económicos, sino por historia e historia económica (que no es lo mismo).
Primeramente, Chile no cuenta con los fondos que los portugueses reciben de la Unión Europea para subsidiar, por ejemplo, trenes, carreteras o puentes (o transantiagos). Chile no tiene una historia imperial a sus espaldas, su economía nunca fue del todo estatista, como si lo fue la Portugal de Salazar, y no cuenta con los sobrados ingresos del turismo que dejan ingleses y alemanes en las costas del Algarbe o Alentejo. El germen del desarrollo europeo tiene sus raíces en profundos traumas (II Guerra Mundial, Imperialismo, revolución industrial) y el camino chileno ha sido distinto, también traumático (dictadura de Pinochet), pero dentro de un cabal consenso político que se saltó la dicotomía comunismo-capitalismo para encallar en un ultraneoliberalismo que haría sonrojar a Adam Smith.

Las comparaciones cambian
Un antecedente de esta enfermedad lo vemos ya en nuestros periódicos. Desde que apareció en la prensa que la OECD (el club de países ricos) pensaba incluir entre sus socios a Rusia, Estonia, Chile e Israel, nuestro país tuve una suerte de “cambio de pelo”. La sección de tendencias de La Tercera, que hasta hace pocos meses llenaba sus insulsas noticias estadísticas con gráficos comparativos de Chile con el resto de América (e
l país menos corrupto de la región, Santiago es la capital más segura, el PIB nacional es el segundo más alto, la mortalidad infantil es mínima, etc); ahora esos mismos gráficos y esas mismas estadísticas sirven para comparar a Chile con los poderosos países de la OECD y el resultado es paupérrimo (Chile es el país que menos invierte en educación, Chile es el país que menos invierte en ecología)... En definitiva la paradoja, Portugal como horizonte, nos empuja a dejar atrás el lastre de ser latinoamericano aún cuando somos lo que somos...
Gran error el de fijar una meta tan difusa y diferente a la realidad nacional. Chile tiene sus espejos en Malasia, Corea del Sur, Bostawa, México, países con vidas cortas y parecidas a la nacional. Con grandes saltos de desarrollos en un corto plazo y que son economías que han abrazado la globalización con sádica pasión, como Chile. Pero claro... Malasia y Bostawa no quedan en Europa...

Velasco miente
Sin menospreciar lo antes escrito, creo de todas formas que Velasco miente. Como todo político bien nacido miente. Y lo hace al decir que Chile será un país desarrollado el 2020. Se olvida Velasco que Chile ya es un país desarrollado.
Se olvida que un 15% de los chilenos lleva unos niveles de vida que no tiene parangón ni con España ni con Portugal ni con Grecia. Las carreteras y el aeropuerto son del primer mundo y los índices de corrupción y trasparencias ya se los quisiera Italia, por ejemplo. La cuestión es cuando ese 15% va dejar de vivir en la estratosfera, va dejar de pensar que Chile es occidental y va aunar una verdadera identidad que permita que la vergüenza les lave la cara y sientan que la pobreza de los chilenos es de todos los chilenos pero la riqueza, por una ecuación que no logro descifrar, no es de todos. Algunos llaman esto desigualdad.
Este fenómeno enquistado en nuestra sociedad desde Pedro de Valdivia e Inés de Suárez ha generado verdaderos enclaves cerrados en las urbes chilenas aún no regidos por la delincuencias, sino por la discriminación étnica, racial y socioeconómica...
El desarrollo de Chile ha sido tan mutante que en su ejercicio ha dejado en la vera a los mismos de siempre. Si bien los 20 años de crecimiento han desmantelado las poblaciones callampas (villa miserias o favelas), han aparecido verdaderos batustanes dentro de las ciudades. Grandes y caóticas construcciones de casas copeva o “chuvi” alejadas de los conos urbanos modernos, limpios y ordenados, y encerradas entre carreteras de alta velocidad que sólo buscan conexión entre esos conos urbanos y el mar o la nieve o el aeropuerto, ejemplificado en la jactanciosa costanera norte. ¿A cuantos santiaguinos les sirve realmente esa autopista?
Este concepto, batustan, era utilizado por la Sudáfrica del aperheit para señalar las ciudades o barrios donde vivían los individuos de raza negra, lejos de los vistosos desarrollos de la Sudáfrica blanca y europeísta. Aunque a la distancia parezca una insensatez, lo que buscaban los boer era el desarrollo para todos los sudafricanos (blancos y negros), pero en niveles separados, construyendo sociedades separadas y con abundante paternalismo. El argumento era simple: un negro no puede autogobernarse. Por lo mismo: ¿Es realmente el sistema electoral chileno representativo o alienta a las elites para que sean ellas las que gobiernen? Ante esto respuesta banal, pero sencilla: de los 48 Senadores de la República uno es mestizo (Andrés Navarro) y del gabinete presidencial también sólo un ministro lo es (Yasna Provoste). Chile, la Concertación, la Alianza por Chile deben plantearse un reto más humano y cercano: eliminar la desigualdad lo antes posible. No sólo en el aspecto económico, sino también cultural y en las maneras que se accede al poder.

17/9/07

Una bomba fallida condiciona mi andar

-¿Señor me permite...? ¡¡¡ Señor!!!
-...
-Alto, Policía Nacional de España. ¿Tiene usted como identificarse?

Por mi trabajo en la multinacional de los dientes he tenido que viajar a Zaragoza -capital de la Comunidad Autónoma de Aragón- y a Calahorra, pueblo ubicado cerca de la primera ciudad (a hora y media en autobús), pero perteneciente a la Comunidad Autónoma de La Rioja, cuenca vinícola de la península española.
Mi intención primaria era pasar una noche en Zaragoza –CesarAgusta para los Romanos- y visitar la Virgen del Pilar o perderme por el casco antiguo de la ciudad que se engalana para recibir la Expo Mundial el próximo año. En resumen una de las principales urbes del Reino de España. Pero la capacidad hotelera de la ciudad del Ebro, sumado a la escuálida línea de autobuses que une Zaragoza con Calahorra (el autobús va a Logroño y efectúa una breve parada en el pueblo de marras) me empujaron a reservar una habitación en Calahorra.
La historia de esta narración no se relaciona con Calahorra, enclave en apariencia muy bonito y llamativo, pero que una vez sumergido en las calles te quedas con gusto a poco. De lejos se ve imponente, de cerca es lo que es...


La historia de esta narración no es una alegoría de mis idas y venidas.
La historia de esta narración ni siquiera nace por una observación, reflexión y/o recuerdo. Nace, muy por el contrario, por la estúpida osadía de tres o cuatro jóvenes que, y eso es lo único que a mi me toca, al parecer se parecen a mi...
Nace, incluso 48 horas del evento que paso a relatar a continuación. Nace en el aparcamiento de la delegación del Ministerio de Defensa del Reino de España en Logroño, capital de La Rioja.
Es la tarde del domingo 9 de septiembre y esos tres o cuatro tíos, amparados por la noche y motivados por lo imposible, dejan un coche cerca del sitio antes señalado cargado con 61 kilos de explosivos. Otro de esos osados llama a la redacción del periódico Gara. Son las 23:15 de la noche y avisa: en 20 minutos más estallará el coche.
Grupos Especiales de la policía española (los Tedax) se movilizan y como en la mayoría de las ocasiones logran desactivar el rudimentario artefacto explosivo. Luego un periódico diría que no explotó debido a que falló un cable, otro diario subrayaría la pericia de los oficiales; pero todos ahondarían en la situación de esos osados jóvenes que días antes habían hecho estallar un coche-bomba en la comisaría de la Guardia Civil de Durango ¿Tendrán la capacidad para volver a matar?

En tanto yo...
Cuando eso ocurría yo hacía lo mío. Lo mismo que hice en Puente Genil, en Ronda, en Don Benito... Mirar, hacer mi trabajo, beber un café, leer los periódicos regionales, mirar.
Era martes justamente lo que había ido hacer a Calahorra y Zaragoza ya estaba hecho. Con la lentitud del que sabe a que hora zarpa el buque, busqué la pequeña estación de autobuses de Calahorra para emprender el regreso a Zaragoza, para luego emprender el regreso a Madrid.
El viaje fue más corto que en la ida y entre el pasaje pude apreciar señoras de edad que venían de Logroño, inmigrantes rumanos, gente sin alegría que se bajaba y subía en los distintos pueblos donde la maquina paró... Por la matutina hora -11:30- no vi estudiantes universitarios.
Durante la primera parte del trayecto terminé de leer “Las Escalas de Levante” de Amin Malauf. Luego me desconecté conectándome los audífonos del MP3 para oír Mauricio Redoles. Eso hacía, oír a Redoles con volumen moderado, cuando el bus entró en la nueva y moderna estación combinada de autobuses y trenes que este verano se inauguró en Zaragoza...
Cuando pisé el andén tenía la idea clara: comprar de inmediato el billete a Madrid y luego irme a comer a una de las tres cafeterías de la estación, pues en sólo una hora más salía el convoy a la capital de España y no tenía ganas de vagabundear por las calles de Zaragoza. Ese era la idea, claro, pero un extraño y lejano murmullo, imperceptible por la música del MP3, cambiaba mis planes. El murmullo se transformó en un grito y el grito en una escena: una mano cogiendo mi hombro con fuerza y tesón. Mi cuerpo se gira en redondo antes que mis pensamiento. En un gesto casi innato me saco los audífonos para confirmar lo que lejanamente oí. Ante mi tengo a tres hombres. Uno me habla y me pone la chapa de la Policía Nacional de España en la cara, el otro tiene una radio, el otro tiene la mano en la espalda...
- ¿Tiene usted como identificarse?
- Si, claro...(le paso mi DNI)
- Mmm, estudiante chileno. ¿Qué hace en Zaragoza?
- Turismo. Estudio en la Complutense...
- ¿Viene de Logroño?
- No de Calahorra y ahora me voy a Madrid, ya estuve en Zaragoza.
- Toma el DNI Paco, llama a la central y chequéalo.
Ahí estoy yo. Parado en las dársenas de la moderna estación de Zaragoza rodeado de tres policías de civiles que me han confundido. No sólo me han creído español, sino vasco. No sólo me han creído que detrás de las oscuras gafas y del auto-aislamiento del MP3 había un sospechoso, sino un etarra, un enlace quizás, o directamente han imaginado que soy uno de los tres o cuatro estúpidos que aparcaron el coche-bomba en Logroño.
La situación, evidentemente, es de rutina. Un grupo de policías aprestados en la estación principal de Zaragoza vigilando que tipo de gente se baja de los autobuses que viene del sitio del suceso (Logroño). La ecuación es simple y es más simple si se piensa que en el bus no había nadie más que yo con apariencia sospechosa: gafas, pelo medianamente largo y castaño, ropa
arrugada, mochila, una barba mal afeitada y prisa... Pero soy chileno, vengo de Calahorra y las gafas no quieren ocultar más que el mal dormir en el hostal donde pasé la noche.
- No te preocupes Chaval, esto es de rutina.
- ¿Es por lo de ETA?
- Si. (escueta y políticamente correcta respuesta)
- José, que es el tío está limpio.
- Gracias. (me pasa el DNI) En las taquillas 6 y 7 puedes comprar el billete a Madrid.
Mis labios sueltan algo así como “vale” y guardo sin salir de mi asombro el DNI en la billetera. Pienso en decirle algo más, un leve protesta por el tiempo perdido, pero me contengo. Recuerdo las vicisitudes que pasé con un grupo de borrachos, afuera de las torres de San Borja, otro martes de septiembre hace ya cuatro años, cuando me vi entonando el himno de Carabineros de Chile y minutos después siendo emboscado por una patrulla policial (el Cabo Larios se sintió ofendido). Cinco lucas me constó esa gracias y cinco tambien a Gordo Azocar a Mariano y a un tal Edgardo. Apenas sé como funcina la mente policial de los pacos, sería pretencioso intentar dialogar con los grises o ex grises, aunque estos vallan de civil.
Sigo mi camino y veo que el afiche con la imagen de los ocho etarras más buscado está pegada en todas las boleterías, en todos los café, hasta en el baño, donde entro a mojarme la cara. Ya no hay tiempo para ir a la cafetería.

11/9/07

Suecia 3. Ser neutral

Cuando Adolf Hitler, a mediados de 1940, pensó que nada podría impedir que el Tercer Reich durase 1000 años y se extendiera por toda Europa, entró en Dinamarca al estilo de los Sudetes checoslovacos y el Anschulss de Austria: sin disparar ningún tiro y confraternizando con una población medianamente aterrorizada, pero aria. La geopolítica era sencilla: de la península de Jutland (Jylland) a Noruega, de Noruega a Inglaterra...
Los judíos que huyeron a Dinamarca cuando el nazismo invadió Alemania fueron perseguidos también en el país escandinavo, pero en las calles de Copenhague, Odense, Aalborg se produjo uno de los hecho menos conocidos de la guerra, pero de los más dignos. Cuando el general Nikolaus von Falkenhorst, a la sazón gobernador de Dinamarca, impuso que todos los judíos llevasen un brazalete con la estrella de David como primer paso de la segregación, el Rey de los daneses, Cristian X, también lo llevó. “Yo soy el primer judío de mi país”, dijo. El resto de daneses conmovidos imitaron a su soberano y salieron a la calle con un brazalete. La medida germana fracasó. De momento...
En Dinamarca costó encajar la invasión nazi. Históricamente, especialmente en los siglos XVIII y XIX la influencia de una potencia extranjera era latente en los países del norte de Europa y, salvo la relación de Finlandia con Rusia, por lo general era positiva. Noruega con Inglaterra, Suecia con Francia (el actual monarca sueco tiene abundante sangre francesa) y Dinamarca con Prusia y luego con Alemania... Esta influencia no sólo se limitaba al estamento político, sino también al económico y al lingüístico.
Lo anterior no impidió que en la tierra de Hamblet se desencadenara uno de los grupos de resistencias más encarnizados de la II Guerra, lo que incluyó bombas, sabotajes y la deportación de la policía danesa a los campos de concentración en Alemania por mostrase débiles ante los exaltados.

La guerra según Dinamarca
Todo esto es palpable en los rincones de Copenhague. Desde el Churchillparken hasta el Museo de la solidaridad –ubicado a un costado de la famosa sirena de bronce- hay variados monumentos recordando la gesta de la resistencia y de la liberación. Entre estos monolitos hay uno que saluda a “todos los soldados caídos”, es decir, una estatua al soldado desconocido (primera foto), recurso tan usado en la URSS y que levanta desgraciado resquemor en occidente, donde la lógica de que todo soldado es un hombre-una vida- una historia, impera más profundamente que en Moscú, antes y ahora, donde siempre queda la sensación de que el valor de la vida es más bien relativo. (Los marineros muertos en el submarino Kurst el 2000, el asalto al teatro de Moscú el 2002 usando un gas que aún no se sabe como se llama, pero que mató a terroristas y a rehenes por igual y la irrupción del colegio de primaria en Osetia del Norte en septiembre de 2004 son algunos de los muchos ejemplos donde el fin justificó los medios de manera aberrante, pero efectiva).
En fin... El museo de la solidaridad esta bien documentado aunque es más bien testimonial. Pero existe y en sus pasillos se exponen documentos, archivos periodísticos, uniformes, balas entre otras cosas. (Luce, en la cúpula principal, las enseñas nacionales de EE.UU., Gran Bretaña y URSS juntas, alineadas y triunfantes).
Todo esto contrasta enormemente con la situación vivida por Suecia durante los años del nazismo. Suecia jugó a una neutralidad que se balanceaba más al eje que a los aliados. Vendió hierro a Berlín antes y durante el conflicto, por sus vías férreas pasaron vagones cargados de armas para el frente oriental o para mantener la ocupación de Noruega. Cuando el Ejercito Rojo asediaba la capital del Reich, algunos jerarcas nazis, y también algunos personeros del bando aliados, pensaron que una vía comunicante para negociar el “cese de las hostilidades”, más no la rendición incondicional de Alemania, pasaba por los representantes diplomáticos de Estocolmo que aún seguían en Berlín. Algunos dirigentes nazis pensaron en asilarse en dicha legación si el Mariscal Zukov entraba por la puerta de Bradenburgo (lo último sucedió, pero lo primero no).

Ser neutral
En mis casi dos semanas en territorio sueco no logré detectar cual es la real sensación que les provoca al escanio promedio la situación vivida por su país durante la conflagración mundial. A diferencia de Dinamarca sólo hallé dos símbolos que recordaban la tragedia
En la avenida principal de Trellenborg había un bote de cemento con un inscripción que rememoraba las travesías que muchos judíos y miembros de la resistencia danesa efectuaron al cruzar el convulsionado mar báltico para huir a la neutral Suecia. En precarias condiciones y con los a tiro de la base naval del Almirante Doenitz ubicado en Plön.
Sin embargo, lo más llamativo fue una frase. “En svensk tiger” que literalmente tiene dos traducciones: “Tigre sueco”, es una, y el otro quiere decir algo así como “el sueco se queda callado” (tiger significa tigre y callarse en sueco). La frase fue un slogan que el gobierno de unidad nacional de Estocolmo usó durante la II guerra. Hoy esa frase se vende en pines con la cara de un alce o un tigre asustado recordando con cierta vergüenza los sucesos de los años ‘40... Aquello, la venta de pines, fue la única prueba del peso que pueden sentir ciertas generaciones no por la neutralidad, sino por ser amiga del eje. Muchos deben justificar el actuar de Suecia en esos años salvó vidas de suecos, eso nadie lo duda, pero las guerras no dejan indemnes a nadie. Ningún país puede vanagloriarse por no dejarse arrastrar a un conflicto que geográficamente se desarrolla cerca de sus fronteras. Siempre se sufren consecuencias aunque se asuma una neutralidad, ya sea por los refugiados que llegan o por el trauma de no estar, de no ser, de no intervenir por valores pacifistas quizás, pero siempre dañinos.


Opción suiza
Incluso un país panegírico de la neutralidad, que es Suiza, sufre una enfermedad metal grave al respecto. Los helvéticos no van a la guerra, pero están sumamente preparados para ella en un sociedad casi-espartana donde el servicio militar se parece al israelí: un años completo y luego dos meses por año hasta los 45 años de edad. Las carreteras para llegar a Suiza tienen ciertos mecanismos de bloqueo para evitar que carros blindados puedan invadir el país usando las vías cementadas (los Alpes hacen el resto) y poseen la mayor cantidad de refugios atómicos por habitantes en todo el mundo.Además Suiza es el único país que mantiene un ejercito de mercenarios en el mundo, practica tan usual en la historia de la humanidad, pero que con la creación de los Estado-Nación quedó fuera de contexto. Esta es la guardia Suiza del Vaticano.

1/9/07

Suecia 2. Malmöfestivalen

He tenido la suerte de llegar a Malmö, la capital de Skane (Escania), en la semana que se desarrollaba la fiestas de la ciudad, entre el 17 y 24 de agosto.
Sus habitantes y los de los pueblos circundantes (Lund, Trellenborg, Svedala, Klagshamm) estaban volcados a la calle y se percibía que el evento –gratitud al verano que se va- tenía un trascendencia similar a la que pueden poseer las fondas y ramadas en Chile para el 18 de septiembre.
Habían juegos mecánicos (la rueda o la noria según se quiera), conciertos gratuitos en la plaza principal (jazz, rock, pop), promociones de eventos culturales y artísticos. Habían también casi una centena de chiringuitos donde se vendía comida, pero a diferencia de Chile donde para las fiestas patrias se vende y se come sacrosantamente la comida nacional; en Malmö las salchichas y las albóndigas quedaban aparcadas para degustar los placeres culinarios del resto de países del mundo: de los 100 stand que rodeaban la plaza principal, en 80 se vendía platos de Grecia, China, Pakistan, Bosnia, Croacia, Japón, México, Brasil, Afganistán y otros lugares... a un precio promedio de 50 coronas suecas, algo así como 5 euros con 30 céntimos (3800 pesos para más señas).
Pude notar que algunos sitios eran más concurridos que otros. En un chino, un bosnio y uno sueco, donde se vendían tacos rellenos con gambas; habían filas enormes esperando pacientemente para comer ahí. Luego me enteré que un periodista del diario local, el Sydsvenskan, había hecho una crítica de los sitios y había elegido los cuatro mejores. Los fieles lectores del periódicos habían acatado el gusto del periodista-crítico-culinario-sueco y los dueños de estos puesto de comida se estaban llenando los bolsillos de billetes con la cara de Selma Lagerlof y Karl Von Linne.
Realmente eran muchos los sitios para comer por lo que esa mañana no recorrí toda la plaza del rey Gustavo Adolfo (Gustav Adolf Stortoget) y me decanté por una carne griega con una salsa de yogurt, pepinos y pimienta que ya había probado alguna vez, pero, y esto debido más bien al hambre, me supo bastante sabroso. Luego media vuelta y a seguir caminando por las medievales calles de la ciudad, que alguna vez perteneció a Dinamarca, hasta llegar al extremo sur donde la torre más alta de los países escandinavos (Turning Torso) rompía el perfil de Malmö. Torre bastante fea, que a diferencia de los rascacielos que conocía, éste no era de oficina sino de pisos habitables... caros y de lujos eso si.
Luego regresé a Stortoget recorriendo la ribera de uno de los canales de la ciudad, asombrándome en cada esquina por la cantidad de bicicletas que circulaban por las adoquinadas calles, pasé por un pulcro cementerio luterano y por una sencilla iglesia de esa misma religión. Al volver al ruido y a la algarabía de la plaza por la esquina oeste puede ver a la estrella solitaria que ondeaba con fuerza y misticismo.
LONGAS EN GUSTAV ADOLF TORG
Era improbable que en Suecia, donde hay miles de chilenos que pararon ahí luego de Pinochet, no hubiera un sitio de comida chilena... Son esas cosas que uno las intuye, pero no se las plantea, por eso cuando vi que el chiringuito nacional no me sorprendí. La sorpresa se generó al observar la atestada fila de suecos, vikingos, teutones esperando a comerse una longaniza. El sitio, con un nombre que llamaba a la nostalgia del exiliado –“Víctor Jara”-, también había sido reconocido por el periodista-crítico y era, junto al sueco de los tacos con gambas, los de mejor nota. (Al otro día me conseguí el diario en cuestión y me tradujeron el artículo. Decía, si mal no recuerdo, que como todos los años Víctor Jara tenía la mejor comida y además era un sitio limpio y muy bien organizado...). Vendían sólo longanizas y hamburguesas... Lo que demuestra que siempre hay adaptarse al gusto de los demás, pues todos sabemos que las hamburguesas son de un país llamado McDonals, aunque muy sabia y engañosamente, se presentaba al público como “lomito chileno”...
Hice la cola. No tenía mucha hambre, pero una longa con abundante grasa y jugo me esperaba. En un primer momento pensé presentarme, decir que era chileno, pero no tenía claro que esperaba con eso. No quiero ser majadero, pero la sensación de alegría por ver la bandera chilena y sitio de comida combatía con el temor de asumir lo que soy o no soy, aún cuando no lo tengo claro (aunque eso de ser más
chileno que los terceros lugares me encantó)... Además ¿Iba a ganar una longa gratis por ser chileno? ¿Una conversación nostálgica con alguno de los que atendía? ¿Un vaso de chicha o pisco de la botella escondida detrás del mostrador?
Sonaba Tommy Rey, la Sonora Palacio, una que otra de Víctor Jara y Violeta Parra, pero la mayoría de las canciones era de fiesta...
-Hola compare, deme una longa y una coca zero...
-Son 60 coronas...
El hombre no se sorprendió por mi “chilenidad”, pero respondió en chileno y el dialogo fue en chileno... Le pasé dos billetes de 50.
-No tení 10 coronas.
-No, creo que tengo 5.

Me devolvió uno de los billetes de 50, me pasó la coca zero y gritó señalándome “dos longas por acá”. Siguió en lo suyo sin mirarme y sin darme oportunidad de darle las gracias atendiendo al resto de la fila hablando ahora sí en sueco y con acento escanio según me enteré después...
En medio de la noche escandinava, donde las nubes sólo dejaban penetrar algunas pocas estrellas. En un banco perdido de Stortoget de Malmö, cubriéndome con un paraguas por la veraniega e intermitente lluvia de agosto; saboreé dos longas que, quise con todas mis ganas, fueran de Chillán (pero con cueva eran de Lund) y tuve bajo esas circunstancias mi 18 de septiembre privado y adelantado.

La longas no estaban malas, pero la coca zero no evitó que se me repitieran, situación que me hacía recordar mi chilenidad aparente cuando ya en el tren regresaba a Lund. Atrás quedaba mi primer y único dialogo en chileno en Suecia.