12/1/08

Ser mujer en América

Obama, tras ganar las primaras en Iowa, era un huracán imparable que había arrasado con los tópicos y prejuicios. Aún lo es y quizás la notica más importante luego de las votaciones en ese Estado no fue el triunfo del afroamericano, sino el desplome de la ex Primera Dama Hillary Clinton. Las encuestas, como institución, se han desprestigiado una vez más en esta lucha democrática por saber cuál será el candidato del Partido Demócrata –la centro centro centro izquierda de EE.UU.- a la presidencia del Imperio imperante. Es decir el que aún será Presidente del Mundo.
Si lo de Iowa fue al menos llamativo –en política ya casi no hay sorpresas del estilo Fujimuri en 1990 o Zapatero en el 2004- lo de New Hampire también rozó la extrañeza cuando Clinton se impuso, por estrecho margen, al senador de Illinois. Obama, ese negro que encarna tantos simbolismos, todavía es un ente resistido en occidente donde no cuaja del todo la real posibilidad de ver a un no WAPS en la Sala Oval, aunque Kennedy tampoco lo era. Y es que Europa prefiere a esa mujer que sabe disfrazar su progresismo si es requerido, como cuando fue requerido para invadir Irak.
Es hábil Clinton como candidata y lo demostró en esos días en que las encuestas la daban por muerta. La sociedad estadunidense es, en su esencia, a veces profunda otras no, machista y conservadora al igual que la sociedad chilena. Pero esto no impedirá que Clinton llegue a la Casa Blanca si es designada para encabezar los sueños demócratas, como Bachelet lo hizo en Chile…
Entre Iowa y New Hampire Clinton se mostró dubitativa, irresoluta y torpe. Dejó la altanería del 2007 y se vistió de los ropajes cada vez más andrajosos que la sutilidad le da al ser humano. Seguramente estaba tensa y cansada, pues no me cabe duda que debe ser duro intentar ser electo para un cargo tan importante en la historia de la humanidad. Y así ella lo hizo ver a toda “América” -de costa costa- el día antes de las votaciones: frete a una consulta alusiva al estrés que suponía una campaña tan dura para ella, como mujer, Hillary se rompió en lo más interior, dejó de ser candidata, y lloró…
¿Escena preparada? Creo que no, pero que logró un efecto conmovedor como pocos. Los votantes norteamericanos vieron en ella a una mujer que sufre y llora. Y votaron por ella… Símil o no, el año 2005 Bachelet se enfrentó permanentemente al fantasma de ser mujer; su código de señales en campaña ya desvelaban un signo identitario en Chile –la sociedad matriarcal- y la actual Jefa de Estado chilena jugó con esa imagen a pesar de cierta dureza, que desplegaba en pequeñas cuotas, para aplacar a un sector del electorado conservador y obtuso que cree –o creía- que las mujeres no pueden –o podían- ser líderes…
Sin embargo, Bachelet también cayó en el llanto un día al ser interpelada por el historiador Alfredo Jocelyn-Holt. Bachelet también perdió la compostura y con ese gesto recordó que es mujer, que sufre, que se emociona, algo que quizás los hombres nunca alcanzarán a exponer. Chile votó por ella, pues por más habilidades para mandar que tenga, lo que la catapultó fue el hecho de ser mujer… (Mención aparte merece las tardías lágrimas de Aylwin cuando en cadena nacional le contó a Chile que había leído el Informe Retting o el patético llanto del uruguayo Jorge Battle, cuando tuvo que viajar a Buenos Aires a pedir disculpa luego de que se filtrasen unas grabaciones donde tildaba a la clase política argentina de corrupta).


Lo paradójico es que en sociedades algo menos conservadoras que la chilena y las muchas sociedades norteamericanas, las mujeres que llegaron al poder no tuvieron que llorar para conmover o recordar que su condición de mujer era una propiedad “emocionable”. Merkel en Alemania o Fernández de Kirchner en Argentina (incluso Thatcher en Inglaterra) ganaron manteniendo una línea que si bien apelaba a la “novedad” equiparaban sus capacidades y prestancia simbólica de ser humano por sobre el hecho de tener una inteligencia emocional mayor que los hombres. En Argentina o en Alemania no se midió el riesgo de que una mujer llegase a mandar, sino que se votó por un candidato, dándole a la condición de género la importancia que debía. ¿O será que estaba tan claro que ganaban que no tuvieron que apelar a su condición de mujer para conmover votos?

3 comentarios:

  1. Mi madre me decía que llorando no sacaba nada muajaja
    (Las madres a veces se equivocan)

    º¿Cómo se borra del cerebelo la imagen de Hillary llorando? :|

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  2. Benja, que no te enganien: la llorera de Clinton estaba preparadisima. Hillary es una gran politica, aunque en su caso no tiene merito; la capacidad para mentir y manipular a su antojo al genero masculino viene de serie en las mujeres. Unas lagrimas y hacemos lo que quieran... :P

    Un abrazo hermano

    PD. Veo que ya tienes una lectora fiel

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  3. El llanto es solo un arma mas, que va mas allá del género, sobre todo en la política.
    Pero mas alla, tus articulos son los que me enorgullecen y me obliga estar al día, Bien!

    Yo.

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