16/1/08

Una wea personal...

El weon en cuestión se llama Eduardo, pero yo a veces le dijo Eduardito. Es mi sobrino, está próximo a cumplir los 19 años y a entrar a una Universidad privada, como yo en su momento, a estudiar una carrera de mierda y sin futuro, como yo en su momento, aunque ¡calma! no hay que preocuparse por el “chaval”, pues se le puede augurar un buen futuro, ya que tiene ilusiones y ganas y tiene, además, una cierta cualidad, no muy lejana a mí asumo desde ya, para caerle bien a la gente y hacer sonreír recurrentemente, lo que es más difícil que hacer reír a carcajadas, por tanto requiere un cierto freno, un “toma y dame”, un tirar la talla y retirarse a tiempo, la palabra justa y un “cierra y vámonos que se hace tarde”… En las estructuras del mundo actual una buena sonrisa abre más puertas que el buen nombre del centro de estudios donde egresaste… pero este post no es para cambiar las estructuras del mundo, esos ya vendrán.
BEA
Ufff… asquerosa autorrefrencia que me invade en este momento, pero bueno… es miércoles estoy en un café cercano a Av. América medio nostálgico, advierto desde ya, y me puedo permitir ciertos lujos. Aquí va una de esas –autorreferencias- que trato de evitar: Bea una vez me dijo que tenía la cualidad de "definirme fácilmente” y aunque cuando soltó esa frase no le rebatí e incluso le creí y hasta pensé en ello… recién ahora compruebo, por ejemplo, que al describir al weon éste me estoy definiendo a mí mismo pues el cabro, en rigor, se parece a mí. Caleta, mucho, harto, mazo y todos los sinónimos que los pueblos hispanoamericanos me puedan proporcionar como símil para describir el parecido entre él –Eduardo- y yo.
SOBRINO
Por los avatares del destino Eduardito (también conocido como Lalo, y, entre los amigos, como el Ebner –su apellido paterno- vocablo siempre pronunciado con esa languidez que los “tenneyer” tienen hoy por hoy, misma languidez, eso sí, con la que yo me enfrentaba al mundo cuando fenecía el siglo pasado) se quedó este fin de semana en mi casa, en mi depto de Madrid. Compartió conmigo y mis compañeros de piso. Nos piscoleamos con un Campanario de 40 que me mandó mi madre y con una de ron que venía en la cesta de navidad de Alberto, uno de los queridos asturianos con los que comparto piso. Además, a pesar del frio, nos sentamos en el balcón a mirar las estrellas que no habían, pues estábamos en medio de la ciudad y no se refleja ni una wea en el cielo negro de la capital ibérica, pero eso poco importaba.
El weon fue y es un aporte en mi vida. Es muy tradicional, casi conservador, y saca cuentas extrañas referidas a la edad: mi primo mayor –Luis Alberto que ahora está en Boston- tiene 7 años más yo, él tiene 7 años menos que yo: tres generaciones y vivencias que se influyen. Eso me dijo agregando que “yo soy mayor en 7 años que la Domi y ella es mayor en 7 años con Andresito”… (Los antes nombrados también son sobrinos míos y por ende primos de él).
Inconscientemente yo también capté aquel misticismo-cabalístico: cuando me fui de Chile le regalé un mata-cola que Luis Alberto me había dado en su momento y el weon no lo usa –lo que es “bueno”- sino que lo venera como reliquia, reliquia que le va a regalar a las próximas generaciones de primos, sobrinos y hermanos que alcancen a carretear a la par.
A la par… a la par…
FAMILIA
Las muertes resignadas –onda la de abuelos o abuelas que están en los descuentos- posibilitan ver a la familia en serie. Cuando en febrero del 2006 murió mi abuela paterna –la Nena- nos juntamos casi todos mis primos o, al menos, con los que me he emborrachado alguna vez. Y en efecto después del sepelio –y antes también- nos emborrachamos y discutimos y nos abrazamos y lloramos y nos emborrachamos otra vez y también miramos las estrellas en San Antonio, donde el cielo veraniego si nos proporcionaba una que otra… Y entre medio estaba Eduardito, tratando de intervenir, de aportar, de imponer una visión jovial. Él y sus ilusiones chocaban con el exceso de realidad de mis primos mayores y mi siempre persistente distancia con todo. Distancia que está a punto de caer, eso sí… Fue un momento culmine en mi vida, me aventuro a decir, aquella semana cuando la “pela” se llevó a mi abuela y la caja de pandora se abrió; no sólo era el intermediario entre dos generaciones, sino que también me percaté lo desenfocado que se podía estar aún creyendo que la luz siempre proyecta una sombra uniforme.
(Lamento, y el weon también lo lamenta en lo más profundo, que nunca se haya tomado una piscola con mi padre).
COMPAÑEROS
Bueno… El tema concreto de este post no era hablar de muertes o de mi familia, sino de la edad.
En facebook mis ex compañeros de colegio, más o menos, ya han organizado una reunión de ex compañeros… Eso que siempre se hace tras 10 años de salir de cuarto medio se ha adelantado debido a que facebook como que nos juntó… Igual bien por ellos, pues lo que estamos lejos, y no somos pocos, nos quedaremos esperando que suban las fotos al dichoso programa facebook y una noche verlas trasmitiendo una mirada de melancolía a los que nos rodean que, evidentemente, no entenderán, pues los españoles no entienden a los chilenos cuando hablan entre ellos o cuando se ponen melancólicos...
Quizás con 26 ó 27 años ya se tiene una edad suficiente, un reducto algo firme, como para enfrentar el pasado inmediato mostrando las cicatrices de los triunfos y los diplomas de los fracasos. Es posible, es posible, pero todo esto, las energías de mi mancebo sobrino y la posibilidad de una reunión de ex compañeros, me han catapultado con fuerza a la circunstancia en que atravieso… 25 años: una edad que los tentáculos de la GLOBA no ha querido explotar. Ahí están las series de universitarios que las productoras del imperio imperante se encargan de distribuir por el mundo haciéndonos creer que eso es ser universitario. Ahí están las series de treintañeros y “amigos” que viven juntos o comparten pisos y todo está bien y nos juntamos en el café de la esquina y yo me lio contigo y tu conmigo y todo estupendo porqué las risas de fondo están garantizadas…
FUTURO
Los 25, los 26, los 27 es una edad tan transitoria y complicada de definir que la TV no ha podido dar con un perfil. Algunos aún están en la U, otros ya son padres, otros aún se mean en la cama, otros se refugian en la soledad, otros ya aman, otros no han conocido el amor, otro se casaron y tienen una pyme con dos cojones y el hígado hecho mierda por el estrés… Pero todos en camino a concretar algo, pues todos están comenzando y él que no tenga miedo que se vaya a la mierda, pues tener miedo es la raja, es la ostia…
Al menos yo recién estoy viendo una cierta perspectiva y estoy cagado de miedo, pero contento…
En resumen, y pa’ no dilatar más está wea, lo de la reunión de ex compañeros y lo de ver a mi sobrino acá en España me llevaron a recordar al Benjamín de 17 años. Y Lo proyecté en Eduardo con sus ánimos, sus ganas, su fuerza. Y en un momento determinado, entre estrellas y piscolas, hablando en chileno puro y duro y bajoneando pan de molde con queso filadelfia, como que me vi… Y la verdad me caí bien.

4 comentarios:

  1. Bello. Bello y con final redondito, como en el Teatro
    (y soy objetiva muajaja).
    Bello.

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  2. bueno el post:) gracias por la parte personal...comparto muchos sentimientos.
    y si...bueno, que hagan la reunion sin nos...pues igual faltara algo jijiji...en todo caso podriamos hacer una reunion en el extranjero! te imaginai la vola?
    si se decide hacer una de 10 anos en el 2009 voy.
    carola

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  3. y la nostalgia de la complicidad con cualquier pelotudo que pase por tu lado,,,,la complicidad de los que nos quedamos en Chile..la complicidad de los que decidimos tomar las maletas...
    espero encontrarte en algún bar,,,y decirte,,,puta el huaso mentiroso,,,te sentirás en familia
    me dio gusto leerte, me gustó leerte
    Soledad
    desde Chile claro

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  4. Benjamin. El concepto Iberia o Peninsula Ibérica, constituida por España y Portugal, se circunscribe única y estrictamente en un ámbito geográfico. No forma una unidad geopolitica. En consecuencia no procede considerar a Madrid como "capital Ibérica". Lisboa podría legitimamente ofenderse.

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