30/3/08

Cine y terrorismo

Omagh, la película sobre el atentado acaecido hace 10 años en la ciudad de Irlanda del Norte del mismo nombre -y estrenada el 2005- es un filme ante todo valiente. Dirigida por Peter Davis, el mismo de la hollywoodiana “En la Mira”, que ahora está en cartelera acá en España, narra la historia de Michael Gallagher, padre de una de las 31 víctimas de este hecho revindicado por el RIRA (Real Irish Republic Army). Éste episodio es el más sangriento en la historia del conflicto entre católicos y protestantes y estuvo a punto de hundir los Acuerdos de Viernes Santo, piedra angular del proceso de paz que ponía fin al IRA y la violencia sectaria que en Norirlanda no es poca (RIRA fue una facción de IRA que se negó a reconocer estos acuerdos).
Gallagher, sin tener mayor carisma y sin desearlo en demasía, termina siendo el vocero de las familias de las víctimas, con una entereza, dignidad y calma -y amor por su hijo muerto- sobrecogedoras; adjetivos que se echan en falta en las politizadas asociaciones de víctimas del terrorismo que hay en España.
La película tiene un tratamiento visual interesante, donde nunca deja de trascender que detrás de la historia personal de Gallagher, de la familia de éste y de las familias de los muertos, hay una multitud, una comunidad dolida y preocupada. Y es un acierto, pues la tesis del filme es que tanto la policía de la República de Irlanda (la Garda), como los agentes ingleses desplegados en los seis condados del norte, no tuvieron interés de procesar a los culpables pues el temor del recrudecimiento de la violencia, o la renuncia de IRA a permanecer en el proceso de paz, era más urgente e imperioso que llevar a la justicia a los presuntos terroristas.
Todo por un bien mayor, cómo muchas veces en la Historia.
Pero claro, Omagh es una ciudad donde históricamente protestantes y católicos llevaron buenas relaciones, por lo que quienes sufrían las perdidas de sus seres queridos eran gente que, sí bien anhelaba la paz, no comprendía que las buenas intensiones de las autoridades (Sinn Fin, Dublín, Londres) ocultasen detrás macabras maniobras de lo que se denomina RAZONES DE ESTADO. (En la foto, momentos después del estallido)
Y es valiente, pues el filme no es políticamente correcto, aunque sensibiliza por la misma ruta que quizás otras películas intentan hacerlo, pero no lo logran (no me conmoví ni un pelo con “Banderas de Nuestros Padres", por ejemplo).
En resumen, y tras dos horas de real emoción, uno se percata que las familias de Omagh son una piedra en el zapato de una paz vestida con trajes que aún no le calzan del todo…


Cine en Chile
Sin embargo, esa osadía es lo que se extraña en, por ejemplo, España. Son pocas las películas ibéricas que narren el conflicto vasco con algo de perspectiva. En la mayoría de éstas el tratamiento no es adecuado, se cae en la propaganda fácilmente o simplemente su calidad dificulta la empatía. Cuando aparece un recurso audiovisual de envergadura, como el documental “La Pelota Vasca” de Julio Medem, las familias españolas de las víctimas de ETA intentaron censurarla.
Pero la crítica no es sólo para España. Muy por el contrario, creo que el cine chileno tiene una deuda pendiente con su pasado reciente. No hablo ya del Golpe y la represión abstracta y los DD.HH. Hablo de hechos concretos, terrorismo de Estado, con un peso cinematográfico evidente que asegura taquilla.
Una película sobre el MIR, sobre el asesinato del fotógrafo Rodrigo Rojas Denegri, de la preparación del atentado a Pinochet, sobre el caso degollados, todas historias recogidas en textos y con testimonios de primera mano, tendrían una relevancia vital si, además, se hacen con actores reconocidos y pseudofamosos, de esos que departen el tiempo entre el teatro y las teleseries.
Asumo que aún el cine chileno, en pleno boom, es adolescente. Las mayores vías de financiación viene de la mano de productoras extranjeras y el Fondart. Esto coarta de sobremanera las aspiraciones de noveles directores, u otros experimentados, de llevar a la pantalla grande estas hechos ya que quienes ponen el dinero no quieren ver historias sobre el pasado reciente en una sociedad a todas luces frágil. Ya sea el Estado, la elite o Ibermedia, productora española asociada al grupo PRISA, ente comunicaciónal con fuertes lazos económicos con la Concertación, no ha habido voluntad para producir una película sobre hechos reales ocurridos en la dictadura.
Una película sobre la Operación Albania o la muerte de Tucapel Jiménez, hechos ya certificados por la justicia chilena, no nos hacen daño como sociedad. Muy por el contrario. Puede que incluso, si está bien narrada, abra ese camino de la sensibilidad que Omagh despeja desde las primeras escenas de aproximación.

23/3/08

Brasil como megapotencia

El miércoles pasado fui, por primera vez, a la T4 de Barajas, la sección del aeropuerto madrileño que ETA hizo dinamitar el 30 de diciembre del 2006 y con los escombros y la vida de dos ecuatorianos, explosionó el pseudo-proceso de paz de ZP, el ahora re-electo presidente de Gobierno español.
Era plena semana santa y fui, también por primera vez, a despedir a alguien, Bea, por lo que las apreciaciones que narraré pueden estar salpicadas con tintes azulados de la nostalgia y la carencia cinematográfica de una despedida de ley, pues la mía fue truncada por un funcionario que me obligó alejarme de la zona de embarque, aún cuando vio mi cara descompuesta y las lágrimas de quien partía. Simplemente fue un cabrón.
Sin embargo, si fue cinematográfico en check-in, por ejemplo, donde pudimos ver como un senegalés borracho se desnudaba completamente en medio de la Terminal, rodeado de policías y ojos curiosos, pues al parecer lo habían acusado de algo y reaccionó hiperventiladamente. Algo hizo, nunca supe qué, pero sí me sorprendió ver cierta comunicación espontánea entre el viajero -visiblemente ebrio- y los policías que lo vigilaban mientras chequeaban sus datos. Reían, bromeaban, el senegalés se cuadraba ante la autoridad lo que provocaba hilaridad entre los presentes.
Luego nos tomamos el último café y nos olvidamos del incidente. Habían cosas más importantes que zanjar…
Crisis
Incidentes aeroportuarios hay por montones en Barajas ahora que la Terminal madrileña se ha alzado como filtro de pasajeros venidos de Sudamérica. Los pasillos y andenes de la T4 son escenario de una ingeniosa guerra entre la novena economía del mundo y la primera de Latinoamérica, Brasil, potencia emergente como pocas (BRIC, sin ir más lejos, es una sigla clara y corta que grafica las mega economías que se erigirán cuando expire el siglo XXI: Brasil, Rusia, India, China).
Brasil a empatado las, a veces si a veces no, severas medidas migratorias hispanas y los turistas venidos de España, sin reunir ciertos requisitos, han sido tratados vejatoriamente, de la misma forma en que muchos lo son en Barajas; situaciones extremas que han concluido con varios casos de turistas de regreso a la península Ibérica sin poder pisar suelo brasileño.
Lula, en persona, está molesto por los varios casos de viajeros brasileños -turistas o no- que han pasado semanas enteras retenidos en las celdas que la policía española tiene instaladas en los aeropuertos.
El tema pasó al plano diplomático cuando Miguel Ángel Moratinos lo habló con su homólogo carioca cuyo nombre no recuerdo.

Martínez
Recuerdo a un profesor estadounidense, de origen cubano, que tuve en la Universidad Andrés Bello, en un electivo que se llamaba Economía Globalizada. Era un hombre bajo, oriundo de Nueva York, que vivió el atentado del 11-S en Chile, ese mismo año en que acudía a su clase. El hombre estaba horrorizado.
Era realmente un centurión del capitalismo. Un soldado (gracias Antonio por la frase). Era muy crítico de la autocomplacencia de los economistas chilenos y no veía en el TLC con EE.UU. -que por esos años se estaba negociando- una diferenciación de Chile con el resto de países del Cono Sur.
Sin embargo, la conmemoración de este profesor, llamado, si mal no recuerdo, Mike Martínez Black, eran sus apreciaciones sobre Brasil y para eso narraba una anécdota.
Chile 1998 fue acusado por EE.UU. de dumping en la exportación de salmones; es decir, según ellos, en Chile se vendían internamente los salmones más caros que el precio para la exportación internacional. Chile protestó protocolarmente, aunque todo reclamo venía coartado por un TLC que estaba ad-portas de ser firmado y por que, en rigor, Chile es una economía demasiado conectada con el comercio internacional y cualquier ruido en ese contexto asusta.
Zapatos
Martínez contaba que Brasil también vivió un proceso parecido cuando los productores de zapatos de Estados Unidos acusaron a los brasileños de Dumping (Brasil es el segundo mayor productor de zapatillas del mundo). La reacción de Brasil fue distinta: suspendió la venta de zapatos a Estados Unidos y puso a la venta en el mercado interno el stock sobrante, claro, en regaladas ofertas de 3 por 2 o 2 por 1. Estados Unidos, meses después, tuvo que pedir por favor que reanudarán la venta de zapatillas, pues la empresa local no podía satisfacer la demanda interna y los precios del calzado se había disparado.
(Antes de seguir, es esta una de las diferencias más gráficas: Brasil tiene un mercado interno para satisfacer medianamente a los productores de zapatos, lo que no pasa en el pequeño Chile de 15 millones de habitantes, donde no hay mercado y tampoco voluntad para hastiarnos comiendo salmón).

Futuro
Esa es la lógica global donde los recursos humanos, ya sea como mano de obra o como potenciales consumidores, marcan la pauta de quiénes emergerán en el futuro. Ojo con los BRIC, con Indonesia, con Turquía, con Egipto. Países ahora medianamente pobres, o pobres directamente, pero que serán los estandartes del consumismo mundial (Destopía: ¿Qué ocurrirá cuando a sólo el 10% de los chinos les guste el jamón serrano? ¿Subirá de precio acá en España? ¿O el jamón de consumo interno dejará de ser de la calidad que se jactan los hispanos, para exportar el bueno?).
No es menor suponer que la libertad comercial que ahora impera en este mundo global, puede encontrar un techo antes que expiré el XXI. Ya es así, pero a medida que los emergentes se consoliden, los ahora países desarrollados impondrán más trabas para exportar productos (bienes y servicios) desde el aún tercer mundo; barreras que durante el siglo pasado -especialmente durante la última década- esas mismas potencias pregonaron por derribar.

15/3/08

Apenas tres días, humildes observaciones de... (Paris 2)

Sólo fueron tres días, pero me dejé envolver por París. Es fácil dejarse envolver por París. Ciudad de ciudades, la única digna de Roma (según los parisinos y los romanos), cornisa de las artes y el espectáculo, locación perfecta para amar y ser amado.
Vi Paris y la sensación de que pocas cosas más podrán sorprenderme en el Occidente primario (Europa), se acrecentaba a medida que me perdía por calles con un orden arquitectónico perfecto y armonioso. Todo tenía “una pureza que hería los ojos”, como Albert Camus señaló en su libro “El Extranjero“, aunque él franco argelino se refería a una celda… Y es que llegado a cierto punto donde gires la cabeza verás un espasmo de diferencia. Un retoque distintivo que genera una leve entropía, incluso cansadora.
(Asumo que aún no vislumbro la vanguardia económica y/o militar que nos aflige -o nos cobija- que es EE.UU. y sus ciudades emblemáticas. Además lo anteriormente escrito exime a las dos grandes urbes que me quitan el sueño: Moscú y Estambul, por lo que expectación no concluye después de la ciudad de la luz).
París, además, tiene variadas esquinas que exudan remanentes históricos de eventos cercanos y que nos afectan más de lo que podríamos suponer. Aplicando la lógica histórica que me enseño Jorge Abarca, mi profesor de Historia y Geografía en séptimo básico, el resumen es el siguiente: La Ilustración renueva ideas político-estatales, la burguesía remueve el mapa de la riqueza, las ideas de la Ilustración cuajan en las 13 colonias inglesas en América y se forma la primera Nación-Estado de la humanidad, la influencia de ese nuevo Estado solivianta a la nueva clase de abogados y comerciantes de una Francia mal reinada y en quiebra, estalla la revolución, los reinos europeos entran en guerra con Francia que cae en una espiral de anarquía y guillotina, un joven General pone orden y crea un Imperio. El General domina Europa, se llama Napoleón, pero Inglaterra sigue guerreando y éste no puede invadirla, la única solución es un bloqueo comercial. Como toda Europa le pertenece no tiene problemas en decretarlo, pero un pequeño reino se resiste y sigue comerciando con Inglaterra. Es Portugal. Napoleón decide invadir Lusitania, pero para ello debe entrar por España y si bien sólo pasaría por el valle del Ebro, acaba instalando a su hermano en el poder y encarcela al Rey Fernando VII. Las colonias hispanas en América no saben que hacer, la Metrópolis esta en manos del enemigo… Se realizan las primeras Juntas de Gobierno en nombre del Rey cautivo, al que apodan el “Deseado”, el “Bienamado”. Algunos creen que es la oportunidad de crear nuevos reinos independientes en los virreinatos y capitanías generales del decadente Reino de España. Otros, los más osados, creen que es la oportunidad de crear Estados democráticos.
En fin…
Todo lo anterior trascurre en 40 años, en diversos puntos del globo, pero con un eje principal: París, donde se germinan las ideas de la Ilustración, donde se gesta la revolución y donde Napoleón dirigió su magno Imperio. Ver la Plaza de la Concorde, donde la cabeza de la reina Maria Antonieta, Robespierre y otros volaron por los aires, entusiasma. Ver la tumba de Napoleón conmueve. Subir el Arco del Triunfo y observar las batallas ganadas y perdidas por los franceses sobrecoge.
Y caminando por los Campos de Marte (Champs de Mars), viendo como se agigantaba la torre Eiffel y cogía todo el esplendor que las fotografías lamentablemente nunca captarán, recordé una instantánea que vi de pequeño en un antiguo libro de historia editado, paradójicamente, por Larousse: La mayoría de los jerarcas nazis, con Hitler a la cabeza, caminaban victoriosos por esa misma explanada, con la misma torre a sus espaldas, días después de que el Tercer Reich tomase la ciudad y Petain fuese designado Primer Ministro de la Francia de Vichy… Eso fue hace 68 años. Casi nada.


¿Qué hice?
Caminé al borde del Sena envidiando a los que viven en las barcazas que colman las aguas del famoso río y tienen a la Isle de France a sus espaldas.
Vi palomas comerse un pedazo de tomate sobrevolando el Jardín de las Tuileries.
Me tomé un café que costó 3,80 euros en el frontis de la Catedral de Notre-Dame mientras las amenazadoras gárgolas me miraban.
Le pedí a una pareja de turistas ucranianos que nos sacara una foto a Bea y a mí a un costado del museo de Louvre.
No entré al Museo del Louvre por falta de tiempo.
Fui expresamente al cementerio de Perè Lachaise para ver la escondida cripta de Jim Morrison (tercera foto) y la besuqueada tumba de Oscar Wilde (segunda foto).

Vi a la dependienta de una tienda gozar por la repentina visita de sus amigas que le conminaban a partir ya del trabajo porque ya era viernes por la tarde.
Subí hasta la segunda planta de la Torre Eiffel y me sorprendí de la agradable parafernalia con que se decora ese espacio (micro cine, cafetería, una réplica de la Torre hecha de hielo).
Me perdí por el distrito 4º y llegué sin querer a la Embajada de Chile, adornada con una placa referida a los años que Pablo Neruda ejerció como embajador en Francia.
Oí a vagabundos parisinos declamar en verlan colgados a una botella de vino en la línea uno del metro.
Me llamó Antonio para quedar en Madrid y le dije que no podía esa noche, pues me estaba comiendo una pizza en París.
Visité una feria libre donde se vendía de todo y se podía observar todo tipo de parisinos.
Compré postales, no compré pins, dormí en una habitación que olía a tabaco en un hotel que tenía dañado el elevador y era regentado por una familia libanesa.
Pagué sólo la mitad de la entrada para ingresar al Arco del Triunfo, pues aún soy menor de 25 años, y saqué mil fotos de la ciudad, porque la gracia de París, una urbe francesa y de parisinos, no es lo que tiene y la adorna, y quizás la haga famosa, sino lo que sus ciudadanos hacen de ella y con ella.

6/3/08

Las FARC en París (París 1)

Nunca pensé que iría a París en este periplo por Europa.
No era prioridad.
De hecho aún no voy e incluso temo que mañana por la mañana, a eso de las 7:30, cuando esté apurado haciendo el check-in en Barajas, un policía de esos jóvenes con corte regular militar, avisará a todos los ansiosos pasajeros que el nivel de seguridad en el Reino de España ha aumentado debido a una extraña amenaza de bomba en un lugar indeterminado de Madrid; que todos los vuelos internacionales están retrasados; que por ordenes del ministerio del Interior no se puede llevar ningún liquido a bordo, ni siquiera los 125 ml permitidos… El champú, el desodorante, las pastas de dientes van a parar a un gran receptáculo instalado improvisadamente en la sección de policía internacional, apartado que ha sido reforzado con dos policías con sendas metralletas…
En España las elecciones son este domingo y algunos medios (Telecinco) se han encargado de despachar notas referentes al despliegue de efectivos militares de elite por las inmediaciones de centrales nucleares, del AVE, de aeropuertos… Nadie, obviamente, quiere otro 11-M. Y yo viajo a París.
Y sí, nunca fue del todo prioridad. Tenían preeminencia sitios con un contenido histórico inmediato, como la EX–Y o Dublín, y ahora son otros los lugares que me quitan el sueño (Estambul y Berlín. En esta ciudad tengo que detenerme para lamentar la imposibilidad de acompañar a Javi y Antonio a la ex capital del Tercer Reich en junio. No es sólo un tema monetario, sino de tiempo…)
Voy, además, acompañado con Bea, lo que le otorga un morbo especial, dado que para occidente el supuesto indica que la ciudad de la luz es también la ciudad del amor.

En fin…
No era prioridad y la selección de la misma fue fortuita. Ella quería Londres, pero surgió París como oferta más barata en una página web y nos decantamos sin pensarlo mucho por la ciudad donde reposan los restos de Cortázar, Morrison y también, no sé por qué, de Porfirio Díaz. Iremos sólo por tres días, no los suficientes, claro está, pero al menos podremos hacernos una idea preliminar de lo que se cuece en la cornisa cultural del ethos occidental. Y además visitar la torre Eiffel, el cementerio de Montparnasse, la Bastilla, el Arco del Triunfo, los Campos Eliseos, la estación de metro Tulleries, los 13 puentes del Sena…
(Confirmo, con lo anteriormente señalado, que la mayoría de las decisiones humanas, de ahora en más, se tomarán haciendo un click al frente de un ordenador y bajo la férrea amenaza de links que nos dicen oferta, free, promoción o sale).


París es, además, la ciudad del sobrexpuesto Nicolas Sarkozy, que cuando se emborrachó con Putin cayó bien, que cuando dijo que liberaría a Betancourt sorprendió, que cuando se casó con Bruni hastió y que cuando decidió venderle submarinos nucleares a Brasil me tranquilizó: Sarkozy es francés y por más que juegue la basa amistosa con Washington, en política internacional él y Francia hacen lo que quieren y eso, en la era imperial que nos aflige, siempre será bienvenido. Además Brasil, que quiere ser BRASIL, es algo así como un aliado histórico de Chile. Uno. De pocos.

Y es que claro, y disculpen el repentino salto, pero el “barrio” latinoamericano se revuelve. Colombia viola el espacio aéreo ecuatoriano y da muerte a René Reyes, vocero internacional de las FARC y con él cual Francia, según declaraciones de su ministro de RR.EE. Bernard Kouchner, estaba negociando para que la ex candidata Ingrid Betancourt fuese liberada. Venezuela, o Chávez, se altera, pues le puede ocurrir a él –Caracas ampara a miembros de las FARC en su territorio-, Correa también decide actuar airadamente, pues es a él al que han birlado y lo hace rompiendo relaciones. Ya lo había hecho Venezuela y hoy también lo hizo Nicaragua.

¿Crísis diplomática?

Chile condena el actuar de Uribe, amo y señor de una Colombia unida tras su líder político, y le presta ropa a Ecuador, pues es ese el país que nos puede ayudar para que la intentona pacífica de Perú de quedarse con parte de un mar chileno, mediante un dictamen de la La Haya, no llegue a buen puerto. O no llegue a puerto directamente, lo que sería mejor, pues nos ahorramos malos ratos y dinero. Eso para el ciudadano común y corriente, como yo, pues para el poder político concertacionista, ariete de una elite nacionalista, pero neoliberal; el llevarse mal con los vecinos es parte de una identidad aún en proceso de maduración, pues eso, una reyerta limítrofe nos confirma que somos “supuestamente diferentes”.
Es grave lo de Colombia. Turquía lo hace, Turquía, un país de dimensiones históricas y políticas admirables, ha re-violado en estos días el espacio aéreo de Irak persiguiendo la guerrilla kurda. Pero el contexto asiático o euroasiático no es el mismo que el de Sudamérica, donde nunca en el siglo XX un país había violado la territorialidad de otro. No ocurrió el ’78 entre Argentina y Chile y no ocurrió en la llamada Guerra de la Cordillera del Cóndor, entre Perú y Ecuador en el verano de 1995, conflicto que llenó de tensión el ambiente, pero que años después demostró que las circunstancias sí eran peligrosas. En esa ocasión la guerra estaba ad portas.
¿Lo está ahora?
No, pero la crisis diplomática, a tres bandas –Ecuador, Colombia y la incansable Venezuela de Chávez-, no tiene parangón en América del Sur.
Y todo esto mientras un chileno es el Secretario General de la OEA.