El partido se juega lejos, pero también se vive en un bar de australianos ubicado en Parnell Street, en la ciudad de Dublín, en Irlanda; país europeo, sí, pero reñido con la Unión y con la Eurocopa, torneo continental que hoy por hoy se lleva a cabo en Austria y Suiza y que se celebra cada cuatro años. Eire clasificó por única vez en 1988 y en aquel año se anotó el mayor triunfo de la historia futbolística del país: 1 a 0 a la Inglaterra de Gary Lineker y David Platt, con gol marcado por un escoses -Ray Houghton (en la foto)- que al otro día vio su cara estampada en las camisetas de los fanáticos y los no tan fanáticos, pues ganarle al país del cual te independizaste tiene un gustillo especial, que también probó por esos años –y más hondamente- Argentina después de la Guerra de las Malvinas. Ante el mismo invasor... el mismo país.
Bueno, eso en Irlanda, un país limitado en lo futbolístico, por lo que se entiende que en dos colosos como Italia y España la algarabía por el choque de cuartos de final de la Euro 2008 tiene un cariz más dramático, pero quizás menos histórico. De la historia grande, pues el tema del codazo de Mauro Tasotti a Luis Enrique en el Mundial de EE.UU. fue recurrente en las rotativas…
Y en definitiva la tuvo.
Y en medio del bar australiano una leve mayoría de italianos se enfrentaron, entre gritos y cánticos, a los aguerridos españoles convencidos que esta sería su oportunidad, su hora, el instante de cruzar el Rubicom y ser algo más que España, la siempre presente y perdedora España.
Más sin embargo, ante la mirada del neutral, la situación ahí en el bar, y en la proyección televisiva de la grada del Ernst Happel Stadium, no era halagüeña para los ibéricos.
¿Por qué?
No creo que sea sensato encarar un partido de tan alta envergadura y ante el actual campeón del Mundo, con el simpático cántico “alcohol, alcohol, hemos venido a emborracharnos, el resultado nos da igual”. Antes de comenzar el partido la hinchada roja daba por perdido el partido anunciado que lo principal era la birra y no el pase a las semifinales del campeonato…
Esa disminuida presencia tras la ronda preliminar de canciones, se vio multiplicada a la hora de los himnos. Sabido es que la melodía nacional de España carece de letra y es una marcha militar cargada de un simbolismo político que no aúna a todos los españoles, por lo que en el momento de su ejecución la mayoría se concentró en pedir la segunda o la tercera… Muy por el contrario, el himno de Italia tiene letra, tiene historia y termina con la repetición de la palabra muerte... Y en el bar, y en la TV, los fanáticos se pararon a entonar el himno, con la mano en el corazón, con emoción, con la corta historia de la Italia unificada exudándoles por los poros. Pues son 160 años versus 500 años. Esa es la ecuación histórica que separa a uno del otro contrincante, pero en el momento de los himnos quedó claro porqué la ecuación futbolística se inclina a favor del lado itálico. “Patria es selección nacional de fútbol”, expresó Albert Camus, y al parecer es ahí, donde la patria esta bien cimentada, donde el fútbol triunfa. Identidad, unión, añoranza.
Insultos a la italiana
Y comenzó el partido y España fue tremendamente mejor. El once de Aragonés sabía que se jugaba la historia futbolística del país y eso se notó, aunque los seguidores italianos, sabedores a su vez del mezquino juego de la “Azurra”, entendían que en cualquier momento podían marcar y con eso se liquidaba todo… Pero aparte de lo que ocurría en el campo, los españoles de afuera comenzaron a imponer una tónica mejorada de sus arrebatos –dejando aparcado el “hemos venido a emborracharnos”- lo que se contrapuso a la banalidad itálica para insultar: El Niño Torres coge la pelota tras pase de Senna, y su imagen aparece reproducida en los cuatro televisores y en las dos pantallas gigantes que hay en el bar. Abucheos y aplausos. Una calabresa salta indignada y dice “vete a comer paella” (¿?), como quien dice “vete a tomar por culo”… Tras vivir casi dos años en España y tener un abuelo español, no me pareció aquella sentencia alusiva a lo tan típicamente español un insulto. Y hubo más “Nos veremos en la Plaza de toros”, bramó uno de Milan que, vestido con la camiseta del Inter –con el nombre de Materazzi estampado en la espalda- creyó apuntalar el ánimo de los españoles lanzando al voleo aquella frase cargada de asombro (Lo más paradójico es que pude ver como el milanes escondía la cabeza luego del grito, pensando que algún macho ibérico podría realmente molestarse por la arenga, aún cuando todos sabemos que sólo era un partido de fútbol…)
Semifinales.
Penales y ganó España. España está ad portas de ganar la Eurocopa. Ciertamente sería un avance. Quizás la constitución estatal de Italia tenga su bemoles tal como los tiene las españas contemporáneas (Italia, donde el norte y el sur chocan a diario), pero pienso que un título continental y/o planetario ayudaría a generar una mayor identificación por la selección nacional de fútbol español…
Ese equipo que todos quieren después del club de la Liga o incluso del club de la provincia. Ese equipo al cual los futbolistas vascos renuncian, ese equipo al cual acuden los futbolistas catalanes, pero se doblan las medias para tapar la bandera española de sus calcetines.
Bueno, eso en Irlanda, un país limitado en lo futbolístico, por lo que se entiende que en dos colosos como Italia y España la algarabía por el choque de cuartos de final de la Euro 2008 tiene un cariz más dramático, pero quizás menos histórico. De la historia grande, pues el tema del codazo de Mauro Tasotti a Luis Enrique en el Mundial de EE.UU. fue recurrente en las rotativas…
Y en definitiva la tuvo.
Y en medio del bar australiano una leve mayoría de italianos se enfrentaron, entre gritos y cánticos, a los aguerridos españoles convencidos que esta sería su oportunidad, su hora, el instante de cruzar el Rubicom y ser algo más que España, la siempre presente y perdedora España.
Más sin embargo, ante la mirada del neutral, la situación ahí en el bar, y en la proyección televisiva de la grada del Ernst Happel Stadium, no era halagüeña para los ibéricos.
¿Por qué?
No creo que sea sensato encarar un partido de tan alta envergadura y ante el actual campeón del Mundo, con el simpático cántico “alcohol, alcohol, hemos venido a emborracharnos, el resultado nos da igual”. Antes de comenzar el partido la hinchada roja daba por perdido el partido anunciado que lo principal era la birra y no el pase a las semifinales del campeonato…
Esa disminuida presencia tras la ronda preliminar de canciones, se vio multiplicada a la hora de los himnos. Sabido es que la melodía nacional de España carece de letra y es una marcha militar cargada de un simbolismo político que no aúna a todos los españoles, por lo que en el momento de su ejecución la mayoría se concentró en pedir la segunda o la tercera… Muy por el contrario, el himno de Italia tiene letra, tiene historia y termina con la repetición de la palabra muerte... Y en el bar, y en la TV, los fanáticos se pararon a entonar el himno, con la mano en el corazón, con emoción, con la corta historia de la Italia unificada exudándoles por los poros. Pues son 160 años versus 500 años. Esa es la ecuación histórica que separa a uno del otro contrincante, pero en el momento de los himnos quedó claro porqué la ecuación futbolística se inclina a favor del lado itálico. “Patria es selección nacional de fútbol”, expresó Albert Camus, y al parecer es ahí, donde la patria esta bien cimentada, donde el fútbol triunfa. Identidad, unión, añoranza.
Insultos a la italiana
Y comenzó el partido y España fue tremendamente mejor. El once de Aragonés sabía que se jugaba la historia futbolística del país y eso se notó, aunque los seguidores italianos, sabedores a su vez del mezquino juego de la “Azurra”, entendían que en cualquier momento podían marcar y con eso se liquidaba todo… Pero aparte de lo que ocurría en el campo, los españoles de afuera comenzaron a imponer una tónica mejorada de sus arrebatos –dejando aparcado el “hemos venido a emborracharnos”- lo que se contrapuso a la banalidad itálica para insultar: El Niño Torres coge la pelota tras pase de Senna, y su imagen aparece reproducida en los cuatro televisores y en las dos pantallas gigantes que hay en el bar. Abucheos y aplausos. Una calabresa salta indignada y dice “vete a comer paella” (¿?), como quien dice “vete a tomar por culo”… Tras vivir casi dos años en España y tener un abuelo español, no me pareció aquella sentencia alusiva a lo tan típicamente español un insulto. Y hubo más “Nos veremos en la Plaza de toros”, bramó uno de Milan que, vestido con la camiseta del Inter –con el nombre de Materazzi estampado en la espalda- creyó apuntalar el ánimo de los españoles lanzando al voleo aquella frase cargada de asombro (Lo más paradójico es que pude ver como el milanes escondía la cabeza luego del grito, pensando que algún macho ibérico podría realmente molestarse por la arenga, aún cuando todos sabemos que sólo era un partido de fútbol…)
Semifinales.
Penales y ganó España. España está ad portas de ganar la Eurocopa. Ciertamente sería un avance. Quizás la constitución estatal de Italia tenga su bemoles tal como los tiene las españas contemporáneas (Italia, donde el norte y el sur chocan a diario), pero pienso que un título continental y/o planetario ayudaría a generar una mayor identificación por la selección nacional de fútbol español…
Ese equipo que todos quieren después del club de la Liga o incluso del club de la provincia. Ese equipo al cual los futbolistas vascos renuncian, ese equipo al cual acuden los futbolistas catalanes, pero se doblan las medias para tapar la bandera española de sus calcetines.
A fin de cuentas, en la super era de la globalización deportiva, la mayoría de los atletas profesionales tiene parecidos espacios para desarrollarse y es claro que un Pirlo no es mejor que un Frabregas... Pero es en el minuto 90, con el marcador en blanco, cuando los mitos históricos se agrandan. Por eso ganan siempre los mismos. Es por eso que Alemania está en la final.
Por eso si España gana esta Eurocopa en el futuro sabrá que representa.
Claro, si desde la galería se logra cambiar el repertorio tan curtido de canciones para apoyar al equipo.
Los catalanes son como la democracia cristiana
ResponderEliminarYo soy español, español, español; éste es el nuevo cántico que suena por España, raro, verdad? lo que no consiga el fútbol.... Ahora diríamos que los catalanes son como el PSC.
ResponderEliminarUn saludo.
aningunodelosanteriores