Lisboa, Lisboa, Lisboa, Lisboa.
El nombre de la capital lusa se reproduce en cada poste, en cada muro, en cada calle. En los periódicos y en las conversaciones de los bares, la ciudad portuguesa es invitada al debate… En rigor la palabra que resuena es “Lisbon” y generalmente va acompañado del vocablo anglosajón “Treaty”, pero en Dublín, y en toda Irlanda, nadie está ajeno a esas seis letras.
La República de Irlanda se enfrenta el día 12 de junio a un referéndum que puede ser histórico. Es el único país de la Unión Europea que convocó una votación para ratificar el documento que el año pasado pactaron los líderes de los grandes de Europa (más el incordio de Polonia) y que en su esencia busca reemplazar la utópica Constitución Europea. Aquel primario montón de letras nunca visitó las rotativas pues murió de dos estocadas el año 2005: El No de Francia y el No de Holanda, escueta respuesta de los ciudadanos de esos países a sendos referéndum convocados para la aprobación de la mentada Carta Magna. Las objeciones del pueblo holandés y del pueblo francés dejaron el proyecto europeo en coma inducido.
Justamente para evitar ese tipo de impasses en éste nuevo documento, las demás naciones le dieron el visto bueno por la vía rápida, es decir, sólo mediante el visado del Congreso y el Ejecutivo (y por lo mismo, todo lo aparatosamente vinculante, o lo que podría traer consigo una descoordinación legal, se eliminó dejando al actual tratado –treaty- como un remedo indecoroso del proyecto original, pero así funciona Europa…). Sólo Eire optó por preguntar y si Eire dice No todo se liaría otra vez. Y las encuestas dicen que gana el No…
Sábado 7 de junio, 14:38.
Caminar resume mi actuar. Caminar por Dublín, el sábado pasado por Belfast, por West Belfast. Por Dublín 7, el barrio de Javi. Por Cabra Road, North Circular Road, Phisborough Road, Kildare Street.
El autobús cuesta 1,5 y las máquinas donde depositas las monedas no dan cambio. Si pagas con dos euros te dan un ticket con el vuelto, el cuál puedes ir a canjear a un edificio burocrático. Más vale juntar una buena cantidad de ticket antes de aventurarse ha hacer una fila de dimensiones. Dimensiones, las que no tiene la ciudad, capital de Irlanda, Baile Atha Cliath, núcleo republicano entre los territorios del UK. Es por esto que caminar se antoja sencillo y hasta amable, pues la fría Dublín que visité en noviembre dio paso a una calurosa urbe, con demasiadas horas de luz, con demasiados españoles, polacos, brasileños. Con uno y otro chileno que sorprende…
Domingo 8 de junio, 19:11.
Podría adjetivarse como vertiginosa mi nueva vida en Dublín. Llevo 11 días y ninguna jornada se ha parecido a la anterior. Entre la búsqueda de un sitio para vivir, de un trabajo o las idas a la Academia de Inglés, sumado a un fugaz viaje a la capital de Irlanda del Norte, mal llamada Ulster, -que en otra ocasión relataré con más detalles, pues se merece todos los detalles- más los diversos Bares o Pubs que he visitado y la infinidad de gente que he conocido, cada día ha estado marcado por una buena o mala noticia, por una posibilidad que se agranda y otra que se diluye, gente que viene y gente que se va.
Quizás por todo esto no he tenido tiempo para sopesar desde el relajo matutino, o vespertino, pero relajo al fin, lo que estoy viviendo, pues además, y aunque me provoque cierto escozor decirlo, el cambio no ha sido del todo traumático e incluso en los peores momentos he sentido –o he querido sentir- que todo es momentáneo y circunstancial, ya que en rigor el viaje, el cambio, lo inicie en octubre de 2006 cuando me fui de Chile y no ahora, hace diez días, cuando abandoné mi cada día más aburguesada vida madrileña.
Quizás todo eso se resume en una palabra: experiencia. Irme de un país a otro, pasar una frontera, ver mástiles con telas distintas ondeando en avenidas más o menos transitadas ya no me provoca una revolución como antaño. Ahora lo que realmente produce alegría es observar, mirar los comportamientos ajenos a uno, preguntarse el por qué de los gestos, de los asombros, de los acentos.
Miércoles 11 de junio, 8:38.
¿Es Irlanda parte de Europa?
Sí, pero pueden los irlandeses perfectamente sentirse “no participes” de lo que se denomina Europa, como continente, como proyecto. Los carteles que llaman a votar No apelan a no seguir ciegamente a Alemania y Francia. La gente está disgustada con la actitud de los líderes políticos locales que piden por favor el Si ante la posibilidad que los “grandes” de Europa se puedan molestar.
La clase política está desprestigiada, el anterior Primer Ministro –que recibe el título de Taoiseach-, Bertie Arhem abandonó el cargo por corrupción y ya lo investigan. Sin embargo, la mayor parte del arco político, con todo el aparataje mediático que eso implica va a por el Si.
Sólo el Socialist Party y el Sinn Finn llaman a votar por el No aludiendo a la militarización de Europa, a la nula mención que el Tratado de Lisboa hace a la salud y a la educación. Pero los numeroso carteles instando el voto negativo no circundan sólo a esos dos partidos. Se ve que detrás del descontento hay otras fuerzas: camioneros, cooperativas agrícolas, esos grupúsculos que, presentes en todos los países del mundo, nunca se tomarían un té con la globalización.
No es del todo desmedido, sin embargo, pensar que en el fuerte lobby negativo esté la única potencia que se beneficia con una Europa en permanente reyerta. La potencia que recibió miles y miles de inmigrantes irlandeses en el siglo XX y donde muchos de los más importantes políticos son de origen irlandés. Puede ser una destopía, pero me pagan por buscar teorías donde nos las hay.
Aunque de ese dinero no he visto ni cobre y la verdad los euros se acaban.
Mejores aconteceres el martes 17, en la mañana posiblemente
ResponderEliminarY asimismo, en 35 días más
Gano el no. estoy enterada.
ResponderEliminarEstoy emocionada con tus conocimientos y con toda la globaliadad que has alcanzado.
Que bien!
Mom.
Gano el no, gracias Irlanda aunque los que impulasarón este resultado no sean del todo de mi agrado; veo que no todos los países que proceden de la pobreza están acomplejados. Gano el no porque la Europa que se pretende construir es un proyecto de los políticos y de la gorda burguesía financiera e industrial (que marxista me ha quedado); y cuando hablan de trabajo su propuesta son las 65 horas, se creen que esto es oriente?. Abajo la Europa de los 25o 27, debimos quedarnos en 15 y conseguir la convergencia económica y social, posiblemente así Europa podría avanzar.
ResponderEliminarUn saludo, espero que te vaya bien o mejorando. Salud y República.
aningunodelosanteriores.blogspot.com