9/7/07

El recuerdo y Gibraltar...

Alentado por las felicitaciones de alguien que sabe, y por el artículo escrito por Eduardo Mendoza en la edición de El País de hoy, quién describe Polonia con una óptica colindante a la mia; me lanzo a escribir mis apreciaciones sobre Gibraltar. El peñón.
Aunque la historia da para escribir largo sobre la estratégica ciudad del Reino Unido, única porción colonial en Europa, único enclave con una estatus ad-doc en la Unión Europea, me decantaré por una narración más personal sobre la misma, ya que va aparejado con un pequeño homenaje a uno de mis héroes infantiles: James Bond...
La primera vez que vi Gibraltar fue en el verano de 1993 cuando mi padre alquiló "Su Nombre es Peligroso" (Alta Tensión en España), primera película de Timoty Dalton como Bond. No se me ocurre por qué, pero los productores del filme decidieron que la primera imagen de Dalton como 007 sería escalando el peñón en un ejercicio militar del MI6. No es una película mala, lo que se contrapone con el bodrio que fue "Licencia para Matar" que casi acaba con la zaga del inglés.
Ya me había pasado antes con Venecia y con Trieste (lamento no haber ido a la estación de trenes de esa ciudad, como mi padre me recomendó y a la cual él sí acudió en 1974) Ciudades que si bien tienen un cariz histórico-cultural enorme, su germen en mi inconsciente está unido a una secuencia del espía occidental huyendo de la diabólica KGB o sentenciando la seducción de una perdida chica con un beso lánguido y música de fondo, buena música por lo general. (Matt Monroe en el caso de "Desde Rusia con amor", quizás la mejor película de todas y la mejor canción también, cuyo final es en una góndola veneciana, con una mano que lanza al mar una sospechosa cinta).
Cuando ese verano de 1993 vi la película y vi Gilbraltar de inmediato quise saber algo más sobre esa ciudad que no me cuadraba... era de Inglaterra, pero estaba en España, había monos, pero estaba en Europa, la gente vivía sólo en el peñón, como en los cerros de San Antonio, o había un plano y/0 un puerto... Obviamente todas mis dudas fueron reprimidas hasta el final de la película, cuando por fin pude preguntarle a mi padre sobre el tema en cuestión y éste me dio una explicación que no recuerdo, pero que me dejó tranquilo (eso no lo recuerdo, pero lo supongo, pues nunca más investigué sobre el tema hasta hace unos meses). De todos modos lo que si está en mi memoria es la siguiente frase que pronunció mi padre en tono sentencioso: “Para un español que le digan “conchadesumadre” (léase hijo de puta) no es importante, lo que les duele es que les digan hijos de la Gran Bretaña”... Con eso me resumía muchas cosas que luego entendí, o entiendo ahora que estoy en España y presencio la ensalada de líos territoriales, no son tan graves.


FRONTERA
En definitiva entré a Gibraltar con emoción, con la emoción del recuerdo cautivo de un verano del hemisferio sur de la década de los ’90 (con música de Pearl Jam y Nirvana de fondo) cuando tenía esa edad que aún se le cree todo tus padres. Y la ciudad no defraudó. Ni el momento ni el recuerdo.
Tuve suerte. Era sábado y la comunidad judía de la ciudad salía de la sinagoga. Pescadores ingleses atestaban los bares, los turistas españoles los estancos y los hindúes las cafeterías. A eso se sumaban varios marroquíes y, luego me enteré, pues no vi ninguno, una numerosa colonia de marinos genoveses que viven en la parte sur del istmo. En resumen una ciudad cosmopolita. Pero cosmopolita con raigambre histórica y no artificial. (Madrid, por ejemplo, es cosmopolita artificialmente, pues la variopinta comunidad extranjera viaja a la capital del reino de España por un tema más económico y esa variedad de nacionalidades es nueva, no como Gibraltar o como Belgrado, que, por ejemplo, cobija una importante comunidad católica, judía, ortodoxa y, a pesar de todo, musulmana).
Otro cuento son las cabinas telefónicas rojas, la bandera de la Unión Jack, las pagos con libras esterlinas y las señalizaciones en inglés. Todo eso con un calor exuberante y con los paisanos hablando en “andalú”...

"Tarifa... de fondo, y con esfuerzo, se puede ver
áfrica"

Pero ese día, que en rigor empezó en Torremolinos, continuó por el sur de España. Primero en la “hipposa” Tarifa, el último rincón de Europa y desde donde se ve África, y luego en Cádiz, la antigua Gades... Donde zarpó Colón en su segundo viaje, donde entró Aníbal a Europa, donde Julio Cesar se ganó a los ejércitos de Hispania para su causa...
Mención aparte para mi querido amigo Javi, él único que me deja mensajes en el BLOG, y quien se interesa por saber que tiene de especial y diferente Cádiz, Gibraltar, Tarifa, Ronda, Torremolinos... Si lo antes descrito no aclara su duda, huelga decir que es importante la compañía... No hay nada mejor que la soledad y mejor aún cuando la soledad conduce el coche...

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