19/8/07

Suecia 1. Acercamiento y el Estado de Bienestar

En dos días más viajaré al reino de Suecia, aunque, a diferencia del Reino de España o el Reino de Dinamarca –o la Republica de Chile-, Suecia se llama simplemente Suecia. En rigor, y para más, luces visitaré la región sureña de Escania (Skane), donde Malmoe es la capital y a pesar de ser la tercera ciudad en importancia después de Gotemburg, mantiene una fría relación con Estocolmo.
Además, en las ciudades y pueblos de esta zona se desarrollan las
aventuras del sagaz y decadente policía Kurt Wallander, cuyas novelas son obra del escritor Henning Mankell.
No deja de ser paradójico, pero la única novela de Wallander que me he leído es “Los perros de Riga”, que como su nombre lo indica, se desarrolla en Letonia, aunque para la ocasión me compré “La pista falsa”. Y es que las novelas negras son un producto de consumo narrativo muy igualitario (siempre el policía o el detective es decadente con la excepción de Maigret de George Simenon) y la gran diferencia entre una y otra es el escenario. Para conocer la realidad social de un país nada mejor que leer la novela negra típica que entrega antecedentes que una guía turística no da. Además, dependiendo de la editorial, es bastante más barato que el precio promedio de las guías turísticas (Trotamundo, Azul, Lonely Planet)... “La Pista falsa”, en la versión de bolsillo de Tusquets viene hasta con mapa incluido...
Como la mayoría de lo países del globo, el primer acercamiento con el concepto “Suecia” está unido irremediablemente al deporte. Primeramente, cuando comencé a tener uso de razón, la lucha en la cima del ranking ATP la llevaban el alemán Boris Becker y el sueco Stefan Edberg. Mi padre apoyaba al primero, pues años antes, para el terremoto de 1985, el equipo de tenis escandinavo de visita en Chile para jugar la Copa Davis “huyó” del país tras los temblores, pero al menos esos años el segundo iba a la cabeza...

Italia ’90 (Grupo C: Brasil, Escocia, Costa Rica y Suecia)
Pero no fue hasta que no leí ese improvisado atlas de tapas amarillas que llegó a mis manos en mayo de 1990, que no profundicé mis antecedentes sobre el nórdico Estado sueco...
Ese atlas no era más que el álbum de cromos del mundial de Italia que fue realmente una enciclopedia para mi. Ahora que han pasado 17 años de que me faltaran seis láminas para completar la colección –tres de las cuales eran del equipo egipcio- compruebo que, con evidentes matices, el cariño que le tengo a los 24 países que participaron en ese mundial se impone a otros... aunque varios de los que dijeron presente en la bota itálica ya no existen (URSS, Yugoslavia, Checoslovaquia)... A través de esa revista me enteré de las capitales, de la población, la silueta de cada una de esas naciones y me abrió el interés por mirar reiteradamente el mapa mundi. Meses después cayo el muro, se disolvió la Unión Soviética, estalló la Ex-Y y todo se fue a la mierda. De golpe aparecieron nuevos países y nuevas capitales que aprender y cada semana los atlas quedaban obsoletos.
Pero volviendo a ese mundial, como olvidar, por ejemplo, la cara de zombie del arquero de Bélgica Michael Prud’Homme o el teñido cabello de Claudio Paul Cannigia o el idéntico rostro de todos los jugadores del equipo surcoreano o la similitud sonora de todos los apellidos del conjunto sueco terminaban en “son”...

Entre medio apareció Olafo, pero Olafo, vikingo y todo, es noruego...



Luego vino la lectura obligatoria de “El maravilloso viaje de Nils Holgersson” de Selma Lagerlof; asomó la idea de estado de bienestar, cuya mezcla de palabras me complicaban de sobremanera, pues a esa edad sólo conocía lo que significaba “bien”. El mundial de Estados Unidos hizo el resto, aunque ese mismo año un interesante profesor de historia que tuve en el colegio y que según recuerdo se llama (o llamaba) Jorge Abarca, intentando graficar los resortes de la segunda guerra y la prepotencia del general invierno de Rusia, señaló que igual que Hi
tler y Napoleón, hubo un rey sueco que también intentó la hazaña de tomar Moscú y también se topó con el gélido invierno de las estepas rusas... “Si lo hubiera logrado todos nosotros estaríamos hablando sueco”, zanjó Abarca y yo quedé impactado. Nunca olvidé el nombre de ese rey: Carlos XII (en la foto), quien osó desafiar a la nieve 1700 en el marco de la Gran Guerra del norte donde el Imperio Sueco, unido al Imperio Otomano, se enfrentó a una abultada alianza de daneses, noruegos, rusos, polacos, prusianos y sajones. Al principio le fue bien, pero la ambición de tomar Moscú le costó caro, como al amigo corso-francés y al amigo austriaco-alemán...
Tras esto, la Suecia imperial del mar Báltico sucumbió y los “asiáticos” rusos entraron en Europa y no saldrían hasta 1991. Suecia quedó condenada a ser una potencia de segundo orden y tener uno de los niveles de desarrollo más altos del mundo que incluyen un estado de bienestar paradigmático que hoy es debate en Estocolmo, luego que los socialdemócratas dejaran el poder el año pasado y la derecha se alzara con el triunfo apelando a un reforma profunda de la política social de Suecia...
El Estado de Bienestar
Las finanzas de Suecia no ha ido bien desde mediado de los ’90. Muchos achacan esta circunstancia a la grandiosidad del Estado, que abarca muchos campos de la economía, y a la llegada cada vez mayor de inmigrantes. A diferencia de los ’70 cuando muchos chilenos exiliados llegaron a Escandinavia, Suecia era un país bullante que necesitaba mano de obra, papel que chilenos y turcos, y en menor medida argentinos y iraquíes, cumplían sin miramientos acoplándose sin mayores problemas a la sociedad receptora. Ahora no hay mucha oferta, pero la demanda continua llegando desde Bosnia, Kosovo, Macedonia, Palestina, Polonia, Rusia, Ucrania...
El apacible pueblo sueco se tensiona al ver tantos inmigrantes cuando la economía no camina. Los inmigrantes no se integran y se sienten mirados en menos. Surge desconfianza y discriminación. Grupúsculos ultraderechistas, racistas e incluso neonazis se han tomado algunos barrios de Estocolmo, Malmoe y Gotemburg. El apacible sueco busca la tranquilidad cediendo uno de sus tesoros más grandes. Por eso elige a la derecha –que además de reformas, prometió mano dura- tras doce aós de gobierno socialdemócrata. Nos enfrentamos ante un momento clave en la historia de Suecia y de lo que en países del tercer mundo se cita reiteradamente como ejemplo de realidad social... Si el líder del sui generis Partido Moderado, Fredrik Reinfeldt, logra pactar y hacer las reformas, uno de los mitos más grandes post-guerra fría sucumbiría, como el Imperio de Carlos XII hace 300 años.
El eco en Chile no sería menos. Aunque nuestro país sigue un camino especial, el ejemplo irlandés de desarrollo suele ser citado por el empresariado y la derecha, mientras que la leyenda –quizás inalcanzable- de un mega estado social que es Suecia es el panegírico de la izquierda socialista. Si este último es modificado, puede que las voces que piden la flexibilidad laboral al estilo irlandés se multipliquen.

13/8/07

Semana que se va y que arrastra cosas (Sueldo ético y límite marítimo)

Una semana más de verano en Madrid, una semana me queda para visitar la región de Scania en Suecia.
Aunque la brisa templada entra por la ventana, el calor en la capital hispana es del tipo infernal y el agua del grifo sabe a cloro, por eso ahora tomo té con hielo.
Dos semanas quedan, además, para el cumpleaños de Mariano Bay, fecha singular en el calendario, pues la creencia popular indica que siempre pasa algo extraordinario en los aniversarios de este hombre que ya cumple 26. Hechos como los estragos en la pieza del planchado (año 2001); como casacas marca Fox nuevas y vomitadas (año 1999). O Toribio –QEPD- vestido con sus mejores ropas y borracho exclamando un inaudible aullido en la terraza (año 2000); Cucurullo, Segura y Cabezón besando el ventilador del baño (año 2006); un accidente acuático en el sofá sufrido por un personaje que, al otro día, regresó a su casa con el vino para el almuerzo debajo del brazo y un molda-diente... bueno, en el diente (año 2001)...
Toda mi adolescencia y juventud se puede resumir en las postales que proyecta mi mente de aquellos cumpleaños de Mariano.
Yo no estuve en la del 1996 ni en la del 2005 y lamentablemente no estaré en la del 2007, pero siempre pasan cosas en los cumpleaños de Mariano, el mismo que camina con orgullo por Llo-lleo, y quizás sea por eso que muchos llolleinos dicen presente en su casa los uno de septiembre (reto a quienes lean este BLOG y alguna vez concurrieron a un evento de este peculiar tipo, que recuerden alguna anécdota en la sección de comentarios).
Pero las semanas pasan y los hechos también. Y la interconexión me lleva a Chile, de vuelta a España, a Londres, luego a Malmoe y luego a Madrid otra vez. Los sucesos me obligan a aparcar mis recuerdos y sensaciones para ahondar en aquello que me llama la atención mediaticamente o con esa noticia que me hizo pensar mientras intentaba dormir, instantes que se alargan y se aletargan, pues osar penetrar en el reino de Morfeo cuando Plutón hace estragos en tu habitación es un tarea complicada.

Polémica por el sueldo ético
Nunca pensé apostarme en la barricada de un cura católico. Repaso mi disco duro y me percato que ni siquiera comulgue con el Cardenal Raúl Silva Henríquez, ese sacerdote que está en el reverso de las monedas de $ 500 pesos y que encabezó la Vicaría Pro-Paz, organismo que se encargo de amparar a las víctimas de las violaciones a los derechos humanos en los tiempos en que ni Dios se preocupa de lo ocurría en la angosta faja de tierra que se suele conocer como Chile.
Hace unos días monseñor Alejandro Goic (en la foto) lanzó al ruedo un concepto que ha generado abultado debate y que encontró en la senadora Evelyn Matthey su mayor detractora. Goic habló de que los empresarios que se declararan católico deberían pagar un “sueldo ético” a sus empleados –mayor al mínimo que la ley chilena estipula- lo que fue retrucado por Matthey con un la lapidaria frase “monseñor Goic no sabe nada de economía”...
Ante la disyuntiva uno no puede más que darle la mano al primero y mirar con cara de asombro (y desdén si se quiere) el semblante teutón de la senadora por la cuarta región de Coquimbo.
Lo de Goic no fue gratuito. Hace unos días había sido mediador entre los sindicatos contratistas de Coldeco -la empresa estatal extractora de cobre más grande del mundo- y el Estado en una gran huelga que se llevó a cabo el mes pasado. Cuando se zanjó la reyerta económica, Goic dijo en una entrevista a un medio que no recuerdo, aquello del “sueldo ético” apuntando además de las grandes desigualdades de la sociedad chilena. Pero el sabio Goic acertó en centrar el tema en lo económico, pues eso duele, eso molesta. Lo de las diferencias sociales, un tema despachado a las facultades de sociología de la Universidad de Chile, no es perentorio, no es tangible, no hace tiritar nuestra monolítica estructura económica que se cimienta en el bajo riesgo país, en los bono de deuda que se meten en Wall Strett y en la posible instauración de la flexibilidad laboral, modelo que hizo triunfar a Irlanda, pero que nadie asegura que funcione en Chile, país que no tiene una Unión Europea detrás.
Con todo, el mísero piso de 277.5 dólares que se debe paga es uno de los más altos de Sudamérica, sólo superado por los 280 dólares que se cancelan en la Venezuela de Chávez; pero bastante lejos de los 570 euros que se pagan en España y a años luz de los 1000 y pico que se dan en Francia.

Perú y el límite marítimo
La relación de Chile con sus vecinos regresa a ser noticia de primera plana en los periódicos chilenos, pues nunca ha salido de la agenda setting nacional. Ahora vuelve a ser “A1” luego de que el Congreso peruano aprobara la nueva limitación marítima que se sobrepone al estipulado por Chile según el tratado de límites marítimos de 1955 y que no sólo firmó Chile y Perú, sino también Ecuador. Sin embargo, el tema será visto por el tribunal internacional de La Haya, ya que la Torre Tagle llevó la iniciativa a ese organismo.
De esto dos cosas: las circunstancias, forzadas por Chile o no, han llevado que La Paz y Lima exijan dos ideas incompatibles en este momento y, como nunca, se muestren distanciados. Tanto en sus pretensiones como a nivel político por sus líderes ubicados en laderas opuestas. La hipotética salida soberana al mar de Bolivia complica a Lima. El tratado de Ancón de 1929 que en definitiva dejo la zona de Arica e Iquique en manos chilenas y Tacna en poder de Perú; estipulaba que Chile no podía ceder esos territorios a una tercera potencia. Este argumento es archiconocido pues es lo que, según la diplomacia chilena, hizo fracasar el trato Banzer –Pinochet en 1978 (con abrazo de Charaña incluido, como podemos ver en la foto) cuando el dictador chileno ofreció a los bolivianos entregar un corredor marítimo al norte de Arica.
Perú apuesta fuerte con esto y Bolivia, paradójicamente, también, pero sus fichas las coloca en el lado nacional. Si el tribunal de La Haya falla a favor de Chile habrá otro argumento legal que garantice la soberanía chilena del mar y los territorios conquistados en la Guerra del Pacífico, por si faltara con Ancón. Con este nuevo ápice se podrá negociar con La Paz cualquier tipo de cesión o posible cesión sin que Lima pueda argumentar mucho, no al menos como lo hizo el ’78.
Lo anterior deja de manifiesto que nada es permanente. Que las fronteras actuales no son eternas y que se pueden modificar mediante la guerra o mediante la diplomacia (pues la guerra no es más que una continuación de la diplomacia). Ejemplo de esto sobran. Putin, en Rusia, tiene como gran cuco a Europa occidental y Estados Unidos aún cuando la Guerra Fría acabó hace 15 años y un ciudadano chileno o español puede suponer que las intereses energéticos están por sobre los miedos. Otro caso es Polonia que tiene delirios de persecución y teme a Rusia y Alemania, pues en definitiva, la Segunda Guerra Mundial acabó hace sólo 60 años...La posibilidad que se modifiquen las fronteras actuales está ahí. No es una quimera. Y bajo la circunstancia de renovación permanente de las soberanías territoriales, mezclado con la extraterritorialidad de las comunicaciones y la economía, un fallo positivo en La Haya tendría una valides casi mayor al tratado de Ancón de hace ya 80 años.

7/8/07

Amenazas de bombas

La primera vez que huí de una bomba fue a fines de los ’80. Pero el concepto material de terrorismo-miedo-reivindicaciones políticas aún no cuajaba en mi mente. En aquellos añorables años las variables fanático-islamista o nacionalista-identitaria todavía no aparecían y toda bomba o asesinato acaecido tenía la lógica de la Guerra Fría impregnada en la dinamita o la goma dos (recordar que ETA en su fondo, es un movimiento de izquierda que lucha contra el fascismo).
Ocurrió un sábado de primavera de 1988 a meses o días del trascendental plebiscito del SI y el No, votación que decidiría si Pinochet seguía mandando o se abría la puerta para el advenimiento de la democracia (mis palabras no resumen lo que esto significó y significa para Chile, algún día escribiré algo sobre el 5 de octubre del aquel año)...
Era sábado, recuerdo, porque la escena transcurre en el metro Universidad de Santiago, la estación más cercana del terminal Alameda. Ese día llegaba con mi madre a la capital de la República de Chile a alguna reunión familiar y, como solía ocurrir en esos años, la impuntualidad de mi progenitora se potenciaba con la defectuosa ruta 78 y los destartalados Pullman Bus que unían mi San Antonio con Santiago. En resumen, íbamos muy atrasados...
Pero al comienzo la suerte pareció ayudarnos. Apenas compramos el boleto de metro -yo tenía 6 años y pasaba por debajo del torniquete- la alarma del cierre de puertas comenzó a sonar. Mi madre, con el abultado bolso en la diestra y agarrandome de la mano con la siniestra, bajó rauda por las escaleras y logramos subirnos al vagón por milésimas de segundos. Pero la alarma no dejó de sonar, las puertas seguían abiertas y otros dos rezagados también se subieron al convoy restándole dramatismo al carrerón de mi madre. La gente se impacientaba y yo sacaba cuentas de las paradas que faltaban para llegar a Manuel Montt...
Minutos después el conductor del tren anunció por los alto parlantes que había una amenaza de bomba en la estación Los Héroes y que el servicio del metro quedaba suspendido. La gente se bajó tranquila, más bien molesta por el tiempo perdido. Algunas voces se preguntaban quien sería el autor de tal amenaza: el Frente Patriótico Manuel Rodríguez o el grupo Lautaro. Por que en definitiva fue una amenaza. (Guardando las proporciones el FPMR es a ETA, lo que Lautaro puede ser a GRAPO, es decir más que un par de crímenes y atracos bancarios Lautaro no hizo mucho más y fue desarticulada en breve)
Nos tuvimos que ir en micro, en esas micros pre-pre-pre Transantiago y, como el transito estaba cortado por la Alameda debido a la amenaza de bomba, el autobus dio un rodeo eterno que nos dejó en nuestro destino una hora tarde. Mientras miraba por la ventana el ajetreo, las patrullas de policía con sus sirenas encendidas, la gente corriendo, el chofer de la máquina literalmente se sobó las manos. “Con el metro cerrado, las micros van estar llenitas...”, comentó sonriendo. En efecto la micro en que nos montamos con mi madre estaba repleta, pero alguien le cedió el asiento y yo me fui sentado en su falda.

En definitiva ganó el NO, Pinochet se fue de la Moneda, el Partido Comunista no se alcanzó a subir al carro de la Concertación y su brazo armado no entendió que tras el fin de la Guerra Fría y el retorno de la democracia, el terrorismo ideológico podía ser aparcado. El FPMR se separó y una de sus ramas continuó la “lucha armada” asesinado a balazos al ultraderechista senador de la UDI Jaime Guzmán cuando salía del campus oriente de la Universidad Católica el 1 de abril de 1990. Yo no sabía que significaba ser senador o ser UDI, ni tampoco ultraderechista (la dicotomía en esos tiempos era: Pinochetistas versus no Pinochetistas, Guzmán era de los primeros), pero quedé impactado, tanto así que cuando días después murió el pianista Claudio Arrau pensé que había muerto un “senador”. Nada más importante que ser senador. Cualquier muerte que aparecía en la TV tenía que ser de un senador...
En esos primero años de democracia el FPMR secuestró al hijo del dueño del diario El Mercurio, cometieron varios asaltos y, tras un atraco bancario frustrado, se refugiaron en una casa raptando a una familia durante todo el día. Aquella noche el noticiario nocturno se alargó una hora más esperando el desenlace del rapto -todos los frentistas abatidos por las fuerzas de seguridad, la familia rescatada ilesa- que Canal 13 suspendió la emisión del capítulo de Flash, ese superhéroe que corría rápido y vestía de rojo...
Puede que perpetraran más actos violentos, pero mediaticamente no recuerdo más (salvo, claro está, la gran fuga en helicóptero el 31 de diciembre de 1996 con Mauricio Hernández Norambuena, Ricardo Palma Salamanca, Patricio Ortiz Montenegro, Pablo Muñoz Hoffman colgando en un canasto y todo Chile descorsertado...).

Años después, ya en España
El terrorismo en mi vida da un salto cuantitativo hasta el 12 de diciembre de 2004. Ese día acudí con mi ex cuñado Yago a ver al Real Madrid contra la Real Sociedad al Santiago Bernabeu. Era la primera vez que iba a ese estadio y el partido era malo, así que me preocupé de sacar fotos, ver las gradas, la gente. Transcurría el minuto 77 y el partido iba empatado a uno cuando el cuarto árbitro llamó al juez. El juez llamó a los jugadores y mi ex cuñado me dijo que saliera que algo había pasado o iba a pasar. Otros pocos también comprendieron que algo extraño ocurría. Para cuando anunciaron por los alto parlantes que había una amenaza de bomba de ETA la mitad del público ya había abandonado el estadio en un correcto orden.
Pero claro, eran otro tiempos. Las torres gemelas ya habían caído, el 11-M enlutaba Madrid y España y en Chile se sentía una extraña sensación que la distancia ampararía la calma. Nunca el terrorismo en Chile metió miedo (salvo el terrorismo de Estado), por lo que declaro no estar sensibilizado con el tema. Alguna vez me vi discutiendo con una mujer española sobre ETA y cuando se quedaba sin argumento me soltó: “Tu no sabes lo que es ETA porque tu nunca has vivido el terrorismo”. En rigor, tenía razón y quizás el recuerdo de esa conversación me ha llevado hacer este repaso...
El 7-J estaba en Pamplona viviendo los San Fermines. Fue mediante Gara que me enteré, gracias a las fotos, pues no entendía ni entiendo el vasco; que algo había pasado en Londres. Me fui a un coche a oir que algunos datos más y entre la avalancha de información Radio Nacional de España confirmaba que el gobierno central había subido el nivel de alerta.
Aquello no es menor. Quizás para el resto de los españoles no significase mucho. Pero tras regresar a Madrid después de mi estadía en Navarra verifiqué que el nivel de alarma se hacía tangible y visible con guardias de seguridad armados con rifles y perros en cada tren de cercanías de la capital hispana. Sólo dos veces había visto a un ser humano con una UZI fuera de un recinto militar.
En los tiempos de Pinochet las metralletas abundaban, pero el recuerdo me lleva a un local de Cema Chile (organización de beneficiencia de la esposa de Pinochet) que quedaba al lado de mi casa y el cual estaba resguardado con tres soldados fuertemente armados, a pesar de estar ubicado en un barrio residencial...
(La otra fue en Montevideo, el año 2004, cuando vi a unos guardias bancarios con Uzis y miradas amenazantes).
No es menester decir que el terrorismo logra su objetivo con una facilidad abismante en el primer mundo. No es que asuste, al menos no me asusta del todo que una bomba estalle en Irak o un coche bomba se estrelle en el aeropuerto de Glasgow. Pero logra que el poder establecido reaccione para mantener o salvaguardar el statuo quo. En dictadura las soluciones son rudas y banales: metralleta, tres soldados, desalojo total del metro... En democracia se intentan otros métodos más decentes, pero que igual atentan contra la libertad y la tranquilidad. Invetervenciones telefónicas, impedimentos de llevar shampoo en los aviones, desalojo total del metro (o del aeropuerto). El megaterrorismo mediático inaugurado después del 11-M (antes tambien lo hubo) trae consigo dos consecuencias. Miedo y perdida de libertad. Y en ambos casos el poder, en vez de aplacarlos fortalece esos tristes sentimientos.

2/8/07

El Mladic chileno finalmente fue Gotovina (Aunque no le llega ni a los talones)

Y otra vez pasa lo mismo... Bueno, esa es la gracia. A veces me olvido del espíritu del epígrafe de este BLOG, que establecí ya hace meses, comentar como las decisiones de otros –los elegidos- afectan mi vida. No es que la captura de Raúl Iturriaga Neumann (RIN desde ahora) cambie mi vida o la afecte (en lo más mínimo, aunque reconosco que un poco más feliz y tranquilo me siento), pero tenía otras idea para relatar esta semana y me veo sorprendido con la noticia. La cena étnica del sábado, la semblanza a mi adolescencia llo-lleina, pedida por Mariano; y los comentarios del libro “Comunidades imaginadas” de Benedict Andersson tendrán que esperar un tiempo...

Después de 52 días prófugo RIN ha sido capturado en un departamento de Viña del Mar por nuestra profesional Policía de investigaciones. Los parabienes se multiplican y me aventuro a opinar que el zar de la inteligencia de los ’90 y ahora ministro del Interior, Belisario Velasco, hará de este arresto un logro de su gestión al mando del orden del país.
Al final RIN tenía una cobertura de corto alcance que no se llegó a consolidar. Si la vergüenza se midiera en días estos 52 amaneceres son un moco de pavo comparados con las 503 jornadas de pudor que el fallecido Dictador Pinochet nos hizo pasar arrestado en Londres.
RIN estaba armado con una 9 mm al momento de ser apresado y su aspecto era pésimo. Si en el DVD que envió a la prensa hace ya casi dos meses su apariencia era tenebrosa, ahora su imagen es patética. Presumo que no debe ser la culpa, pero algo corroía el espíritu del otrora subdirector de la DINA durante estás semanas, lo que no deja ser intrigante. Suponiendo que la “importante red de protección” que RIN tenía se encargó de ir a dejarle las marraquetas todos los días, podemos decir que no es el hambre lo que tiene enjuto al personaje en cuestión (en cana seguro que engordará, pero a cargo del erario público).
Pienso que huir debe ser difícil. Tensión permanente, miedo al otro (algo muy común en Chile), imposibilidad de ver a tus seres queridos, imposibilidad de ir a la esquina por el diario, imposibilidad de ser. El vaivén de los pasos apurados por la escalera debe helar la espalda. La tortuosa sensación de que el Opel Corsa que va detrás de ti te sigue, coarta no sólo el actuar, también limita tus pensamientos y te condena a vivir reducido a líneas imaginativas recurrentes: como eludir, como escapar, por donde podría evitar... , tengo suficiente comida para no salir de casa durante una semana... tengo mi arma a mano...
Lo del coche que te sigue puede ser subjetivo. Pienso en un Opel Corsa puesto que es un coche de mi generación, pero se puede usar otro modelo para la recreación, como un Chevrolet Impala o un Ford falcon, de color negro preferentemente, aunque quizás es tipo muy setentero, algo pasado de moda, una reliquia en el mundo tuerca. Un símbolo de cuando todo Chile vívia como RIN...
Y es que sentado en mi escritorio no dejo de pensar en RIN caminando por las calles oscuras de Viña del Mar, ataviado con una gabardina, oyendo el rugir de un motor que pasa por su lado e imagino su cara demacrada, desencajada, deshabitada. Pienso que ojalá piense en todos los miembros del MIR que sintieron ese rugir alguna vez en las calles de Santiago de Chile cuando la huida era perpetua y no había escapatoria. Pienso, no sé porque, en Lumy Videla que tras ser arrestada y torturda hasta la muerte por la DINA a mediados del '74 su cuerpo fue arrojado a los patios de la Embajada de Italia para advertir a otros "subersivos".

El croata liberador de Krajina
El ex prófugo croata Ante Gotovina lo dijo cuando cayó el 8 de diciembre de 2005 en Tenerife. “Estoy cansado de huir”. Gotovina, un verdadero héroe si lo comparamos con nuestro excelso RIN, era buscado por el Tribunal Penal Internacional para la Ex Yugoslavia por la muerte de 150 civiles serbios en la región de Krajina ubicada en el centro del país de Suker y Boban. Krajina era un enclave serbio en la provincia de Croacia bajo el marco de la República Popular de Yugoslavia. Tras la implosión de esta nación a principios de los ‘90, y la posterior declaración de independencia de Croacia, los habitantes serbios del lugar fundaron la República Serbia de Krajina, la cual, ayudada por Belgrado, subsistió entre 1991 a 1995 sin que ninguna potencia exterior la reconociera (hay que recordar que Suecia, Alemania y El Vaticano demoraron 24 horas en reconocer a Eslovenia y Croacia cuando se declararon independientes).
Sin embargo, era complicado que una Krajina serbia sobreviviera bajo los límites físicos de una región histórica como es Croacia y cuyos límites no son meros trazos burocráticos o geográficos... Lo que hoy es Croacia antes era el Imperio Austrohúngaro, lo que hoy es Bosnia antes era el Imperio Otomano y la minoría serbia que habitaba en Krajina son los descendientes de los mercenarios que Viena contrataba para proteger sus fronteras de los jenízaros de La Sublime Puerta...
No pocos libros sobre los Balcanes aluden a que la Casa Blanca de Clinton estaba conciente de lo anterior (leer La Trampa Balcánica de Francisco Veiga) por lo que para alcanzar la paz había que lograr que las fronteras históricas –y que Tito mantuvo durante la existencia de Yugoslavia- fuesen las mismas antes de la debacle (hay varios factores más, no lo duden, pero sucintamente esa puede ser una de las causas fundamentales). Por eso EE.UU., Alemania y la diáspora en Chile y Argentina se preocuparon de armar al, en un principio, desastroso e incompetente Ejercito Croata. Además Washington prestó apoyo logístico, y Alemania puso los marcos, para llevar a cabo una operación para recuperar Krajina (y Dalmacia) en agosto de 1995.
Para tan importante misión, quizás la futura paz en Dayton dependía de ello, se convocó a un ex mercenario croata, veterano de la guerra civil en Chad: Ante Gotovia, quien, de manera bastante expedita logró hacerse con la mentada región...
A su paso, claro está, dejó muerte destrucción, deportaciones, vidas truncadas, penas, odios, violaciones y todas esas horripilantes cosas que en las orillas del Drina y del Danubio fueron tópicos hace 15 años...
Cuando todo volvió a la normalidad Europa, no EE.UU., pidió la cabeza de Gotovina y de muchos otros, como nuestro conocido Ratko Mladic. Mientras Zagreb pasó a retiro a Gotovina y este se vio obligado huir, Belgrado protegió y quizás aún protege a Mladic...
Gotovina tuvo que errar por varios países (entre ellos Chile, donde nuestra profesional Policía de investigaciones lo dejó entrar sin inconvenientes). Cuando fue arrestado comía en un restaurante de Arona en Gran Canaria y no opuso resistencia. Estaba bien vestido, mantenía un afeitado pulcro y fácilmente podría pasar como un empresario croata de vacaciones en aquellas islas españolas. Las diferencias con RIN al respecto son apabullantes (comparar fotos)...

Esos factores
Lo de RIN es casi ordinario. Un vulgar prófugo. Aunque el buque insignia del grupo Prisa se encargue de subrayar que “había un importante red que protegía a RIN” el hombre cayó en 52 días y por más que se busque detrás de él no hay ninguna aura romantica, virtud usual en los prófugos.
Podemos concluir que ciertamente la policía chilena es profesional pues logró birlar esa supuesta “protección” en menos de dos meses. Pero a la vez los crímenes de RIN no tienen ningún atenuante. ¡Sí!, sé que no es comparable lo que ocurrió en la EX-Yugoslavia con lo que pasó en Chile... pero los Gotovinas, los Mladic tenían objetivos claros y sus propósitos eran tangibles. La página
www.antegotovina.com clarifica que el croata es un héroe en las barriadas pobres de Split, Omis, Zagreb... A RIN no lo lamenta nadie, salvo unos pocos uniformados que temen vivir las mismas circuntancias que Iturriaga.
Finalmente RIN está preso y el Estado de derecho sano y salvo. Los medios de comunicación hablarán de que cayó el Osama chileno. Pero ahora que justamente cayó, y con todas los bemoles antes señalados, su historia se parece más a la de Gotovina que a la de Osama y sería bonito que un avispado se percate y no se caiga otra vez en el ejemplo fácil e inocente.