Una semana más de verano en Madrid, una semana me queda para visitar la región de Scania en Suecia.
Aunque la brisa templada entra por la ventana, el calor en la capital hispana es del tipo infernal y el agua del grifo sabe a cloro, por eso ahora tomo té con hielo.
Dos semanas quedan, además, para el cumpleaños de Mariano Bay, fecha singular en el calendario, pues la creencia popular indica que siempre pasa algo extraordinario en los aniversarios de este hombre que ya cumple 26. Hechos como los estragos en la pieza del planchado (año 2001); como casacas marca Fox nuevas y vomitadas (año 1999). O Toribio –QEPD- vestido con sus mejores ropas y borracho exclamando un inaudible aullido en la terraza (año 2000); Cucurullo, Segura y Cabezón besando el ventilador del baño (año 2006); un accidente acuático en el sofá sufrido por un personaje que, al otro día, regresó a su casa con el vino para el almuerzo debajo del brazo y un molda-diente... bueno, en el diente (año 2001)...
Toda mi adolescencia y juventud se puede resumir en las postales que proyecta mi mente de aquellos cumpleaños de Mariano.
Yo no estuve en la del 1996 ni en la del 2005 y lamentablemente no estaré en la del 2007, pero siempre pasan cosas en los cumpleaños de Mariano, el mismo que camina con orgullo por Llo-lleo, y quizás sea por eso que muchos llolleinos dicen presente en su casa los uno de septiembre (reto a quienes lean este BLOG y alguna vez concurrieron a un evento de este peculiar tipo, que recuerden alguna anécdota en la sección de comentarios).
Pero las semanas pasan y los hechos también. Y la interconexión me lleva a Chile, de vuelta a España, a Londres, luego a Malmoe y luego a Madrid otra vez. Los sucesos me obligan a aparcar mis recuerdos y sensaciones para ahondar en aquello que me llama la atención mediaticamente o con esa noticia que me hizo pensar mientras intentaba dormir, instantes que se alargan y se aletargan, pues osar penetrar en el reino de Morfeo cuando Plutón hace estragos en tu habitación es un tarea complicada.
Polémica por el sueldo ético
Nunca pensé apostarme en la barricada de un cura católico. Repaso mi disco duro y me percato que ni siquiera comulgue con el Cardenal Raúl Silva Henríquez, ese sacerdote que está en el reverso de las monedas de $ 500 pesos y que encabezó la Vicaría Pro-Paz, organismo que se encargo de amparar a las víctimas de las violaciones a los derechos humanos en los tiempos en que ni Dios se preocupa de lo ocurría en la angosta faja de tierra que se suele conocer como Chile.
Hace unos días monseñor Alejandro Goic (en la foto) lanzó al ruedo un concepto que ha generado abultado debate y que encontró en la senadora Evelyn Matthey su mayor detractora. Goic habló de que los empresarios que se declararan católico deberían pagar un “sueldo ético” a sus empleados –mayor al mínimo que la ley chilena estipula- lo que fue retrucado por Matthey con un la lapidaria frase “monseñor Goic no sabe nada de economía”...
Ante la disyuntiva uno no puede más que darle la mano al primero y mirar con cara de asombro (y desdén si se quiere) el semblante teutón de la senadora por la cuarta región de Coquimbo.
Lo de Goic no fue gratuito. Hace unos días había sido mediador entre los sindicatos contratistas de Coldeco -la empresa estatal extractora de cobre más grande del mundo- y el Estado en una gran huelga que se llevó a cabo el mes pasado. Cuando se zanjó la reyerta económica, Goic dijo en una entrevista a un medio que no recuerdo, aquello del “sueldo ético” apuntando además de las grandes desigualdades de la sociedad chilena. Pero el sabio Goic acertó en centrar el tema en lo económico, pues eso duele, eso molesta. Lo de las diferencias sociales, un tema despachado a las facultades de sociología de la Universidad de Chile, no es perentorio, no es tangible, no hace tiritar nuestra monolítica estructura económica que se cimienta en el bajo riesgo país, en los bono de deuda que se meten en Wall Strett y en la posible instauración de la flexibilidad laboral, modelo que hizo triunfar a Irlanda, pero que nadie asegura que funcione en Chile, país que no tiene una Unión Europea detrás.
Con todo, el mísero piso de 277.5 dólares que se debe paga es uno de los más altos de Sudamérica, sólo superado por los 280 dólares que se cancelan en la Venezuela de Chávez; pero bastante lejos de los 570 euros que se pagan en España y a años luz de los 1000 y pico que se dan en Francia.
Perú y el límite marítimo
La relación de Chile con sus vecinos regresa a ser noticia de primera plana en los periódicos chilenos, pues nunca ha salido de la agenda setting nacional. Ahora vuelve a ser “A1” luego de que el Congreso peruano aprobara la nueva limitación marítima que se sobrepone al estipulado por Chile según el tratado de límites marítimos de 1955 y que no sólo firmó Chile y Perú, sino también Ecuador. Sin embargo, el tema será visto por el tribunal internacional de La Haya, ya que la Torre Tagle llevó la iniciativa a ese organismo.
De esto dos cosas: las circunstancias, forzadas por Chile o no, han llevado que La Paz y Lima exijan dos ideas incompatibles en este momento y, como nunca, se muestren distanciados. Tanto en sus pretensiones como a nivel político por sus líderes ubicados en laderas opuestas. La hipotética salida soberana al mar de Bolivia complica a Lima. El tratado de Ancón de 1929 que en definitiva dejo la zona de Arica e Iquique en manos chilenas y Tacna en poder de Perú; estipulaba que Chile no podía ceder esos territorios a una tercera potencia. Este argumento es archiconocido pues es lo que, según la diplomacia chilena, hizo fracasar el trato Banzer –Pinochet en 1978 (con abrazo de Charaña incluido, como podemos ver en la foto) cuando el dictador chileno ofreció a los bolivianos entregar un corredor marítimo al norte de Arica.
Perú apuesta fuerte con esto y Bolivia, paradójicamente, también, pero sus fichas las coloca en el lado nacional. Si el tribunal de La Haya falla a favor de Chile habrá otro argumento legal que garantice la soberanía chilena del mar y los territorios conquistados en la Guerra del Pacífico, por si faltara con Ancón. Con este nuevo ápice se podrá negociar con La Paz cualquier tipo de cesión o posible cesión sin que Lima pueda argumentar mucho, no al menos como lo hizo el ’78.
Lo anterior deja de manifiesto que nada es permanente. Que las fronteras actuales no son eternas y que se pueden modificar mediante la guerra o mediante la diplomacia (pues la guerra no es más que una continuación de la diplomacia). Ejemplo de esto sobran. Putin, en Rusia, tiene como gran cuco a Europa occidental y Estados Unidos aún cuando la Guerra Fría acabó hace 15 años y un ciudadano chileno o español puede suponer que las intereses energéticos están por sobre los miedos. Otro caso es Polonia que tiene delirios de persecución y teme a Rusia y Alemania, pues en definitiva, la Segunda Guerra Mundial acabó hace sólo 60 años...La posibilidad que se modifiquen las fronteras actuales está ahí. No es una quimera. Y bajo la circunstancia de renovación permanente de las soberanías territoriales, mezclado con la extraterritorialidad de las comunicaciones y la economía, un fallo positivo en La Haya tendría una valides casi mayor al tratado de Ancón de hace ya 80 años.
Aunque la brisa templada entra por la ventana, el calor en la capital hispana es del tipo infernal y el agua del grifo sabe a cloro, por eso ahora tomo té con hielo.
Dos semanas quedan, además, para el cumpleaños de Mariano Bay, fecha singular en el calendario, pues la creencia popular indica que siempre pasa algo extraordinario en los aniversarios de este hombre que ya cumple 26. Hechos como los estragos en la pieza del planchado (año 2001); como casacas marca Fox nuevas y vomitadas (año 1999). O Toribio –QEPD- vestido con sus mejores ropas y borracho exclamando un inaudible aullido en la terraza (año 2000); Cucurullo, Segura y Cabezón besando el ventilador del baño (año 2006); un accidente acuático en el sofá sufrido por un personaje que, al otro día, regresó a su casa con el vino para el almuerzo debajo del brazo y un molda-diente... bueno, en el diente (año 2001)...
Toda mi adolescencia y juventud se puede resumir en las postales que proyecta mi mente de aquellos cumpleaños de Mariano.
Yo no estuve en la del 1996 ni en la del 2005 y lamentablemente no estaré en la del 2007, pero siempre pasan cosas en los cumpleaños de Mariano, el mismo que camina con orgullo por Llo-lleo, y quizás sea por eso que muchos llolleinos dicen presente en su casa los uno de septiembre (reto a quienes lean este BLOG y alguna vez concurrieron a un evento de este peculiar tipo, que recuerden alguna anécdota en la sección de comentarios).
Pero las semanas pasan y los hechos también. Y la interconexión me lleva a Chile, de vuelta a España, a Londres, luego a Malmoe y luego a Madrid otra vez. Los sucesos me obligan a aparcar mis recuerdos y sensaciones para ahondar en aquello que me llama la atención mediaticamente o con esa noticia que me hizo pensar mientras intentaba dormir, instantes que se alargan y se aletargan, pues osar penetrar en el reino de Morfeo cuando Plutón hace estragos en tu habitación es un tarea complicada.
Polémica por el sueldo ético
Nunca pensé apostarme en la barricada de un cura católico. Repaso mi disco duro y me percato que ni siquiera comulgue con el Cardenal Raúl Silva Henríquez, ese sacerdote que está en el reverso de las monedas de $ 500 pesos y que encabezó la Vicaría Pro-Paz, organismo que se encargo de amparar a las víctimas de las violaciones a los derechos humanos en los tiempos en que ni Dios se preocupa de lo ocurría en la angosta faja de tierra que se suele conocer como Chile.
Hace unos días monseñor Alejandro Goic (en la foto) lanzó al ruedo un concepto que ha generado abultado debate y que encontró en la senadora Evelyn Matthey su mayor detractora. Goic habló de que los empresarios que se declararan católico deberían pagar un “sueldo ético” a sus empleados –mayor al mínimo que la ley chilena estipula- lo que fue retrucado por Matthey con un la lapidaria frase “monseñor Goic no sabe nada de economía”...
Ante la disyuntiva uno no puede más que darle la mano al primero y mirar con cara de asombro (y desdén si se quiere) el semblante teutón de la senadora por la cuarta región de Coquimbo.
Lo de Goic no fue gratuito. Hace unos días había sido mediador entre los sindicatos contratistas de Coldeco -la empresa estatal extractora de cobre más grande del mundo- y el Estado en una gran huelga que se llevó a cabo el mes pasado. Cuando se zanjó la reyerta económica, Goic dijo en una entrevista a un medio que no recuerdo, aquello del “sueldo ético” apuntando además de las grandes desigualdades de la sociedad chilena. Pero el sabio Goic acertó en centrar el tema en lo económico, pues eso duele, eso molesta. Lo de las diferencias sociales, un tema despachado a las facultades de sociología de la Universidad de Chile, no es perentorio, no es tangible, no hace tiritar nuestra monolítica estructura económica que se cimienta en el bajo riesgo país, en los bono de deuda que se meten en Wall Strett y en la posible instauración de la flexibilidad laboral, modelo que hizo triunfar a Irlanda, pero que nadie asegura que funcione en Chile, país que no tiene una Unión Europea detrás.
Con todo, el mísero piso de 277.5 dólares que se debe paga es uno de los más altos de Sudamérica, sólo superado por los 280 dólares que se cancelan en la Venezuela de Chávez; pero bastante lejos de los 570 euros que se pagan en España y a años luz de los 1000 y pico que se dan en Francia.
Perú y el límite marítimo
La relación de Chile con sus vecinos regresa a ser noticia de primera plana en los periódicos chilenos, pues nunca ha salido de la agenda setting nacional. Ahora vuelve a ser “A1” luego de que el Congreso peruano aprobara la nueva limitación marítima que se sobrepone al estipulado por Chile según el tratado de límites marítimos de 1955 y que no sólo firmó Chile y Perú, sino también Ecuador. Sin embargo, el tema será visto por el tribunal internacional de La Haya, ya que la Torre Tagle llevó la iniciativa a ese organismo.
De esto dos cosas: las circunstancias, forzadas por Chile o no, han llevado que La Paz y Lima exijan dos ideas incompatibles en este momento y, como nunca, se muestren distanciados. Tanto en sus pretensiones como a nivel político por sus líderes ubicados en laderas opuestas. La hipotética salida soberana al mar de Bolivia complica a Lima. El tratado de Ancón de 1929 que en definitiva dejo la zona de Arica e Iquique en manos chilenas y Tacna en poder de Perú; estipulaba que Chile no podía ceder esos territorios a una tercera potencia. Este argumento es archiconocido pues es lo que, según la diplomacia chilena, hizo fracasar el trato Banzer –Pinochet en 1978 (con abrazo de Charaña incluido, como podemos ver en la foto) cuando el dictador chileno ofreció a los bolivianos entregar un corredor marítimo al norte de Arica.
Perú apuesta fuerte con esto y Bolivia, paradójicamente, también, pero sus fichas las coloca en el lado nacional. Si el tribunal de La Haya falla a favor de Chile habrá otro argumento legal que garantice la soberanía chilena del mar y los territorios conquistados en la Guerra del Pacífico, por si faltara con Ancón. Con este nuevo ápice se podrá negociar con La Paz cualquier tipo de cesión o posible cesión sin que Lima pueda argumentar mucho, no al menos como lo hizo el ’78.
Lo anterior deja de manifiesto que nada es permanente. Que las fronteras actuales no son eternas y que se pueden modificar mediante la guerra o mediante la diplomacia (pues la guerra no es más que una continuación de la diplomacia). Ejemplo de esto sobran. Putin, en Rusia, tiene como gran cuco a Europa occidental y Estados Unidos aún cuando la Guerra Fría acabó hace 15 años y un ciudadano chileno o español puede suponer que las intereses energéticos están por sobre los miedos. Otro caso es Polonia que tiene delirios de persecución y teme a Rusia y Alemania, pues en definitiva, la Segunda Guerra Mundial acabó hace sólo 60 años...La posibilidad que se modifiquen las fronteras actuales está ahí. No es una quimera. Y bajo la circunstancia de renovación permanente de las soberanías territoriales, mezclado con la extraterritorialidad de las comunicaciones y la economía, un fallo positivo en La Haya tendría una valides casi mayor al tratado de Ancón de hace ya 80 años.
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