17/9/07

Una bomba fallida condiciona mi andar

-¿Señor me permite...? ¡¡¡ Señor!!!
-...
-Alto, Policía Nacional de España. ¿Tiene usted como identificarse?

Por mi trabajo en la multinacional de los dientes he tenido que viajar a Zaragoza -capital de la Comunidad Autónoma de Aragón- y a Calahorra, pueblo ubicado cerca de la primera ciudad (a hora y media en autobús), pero perteneciente a la Comunidad Autónoma de La Rioja, cuenca vinícola de la península española.
Mi intención primaria era pasar una noche en Zaragoza –CesarAgusta para los Romanos- y visitar la Virgen del Pilar o perderme por el casco antiguo de la ciudad que se engalana para recibir la Expo Mundial el próximo año. En resumen una de las principales urbes del Reino de España. Pero la capacidad hotelera de la ciudad del Ebro, sumado a la escuálida línea de autobuses que une Zaragoza con Calahorra (el autobús va a Logroño y efectúa una breve parada en el pueblo de marras) me empujaron a reservar una habitación en Calahorra.
La historia de esta narración no se relaciona con Calahorra, enclave en apariencia muy bonito y llamativo, pero que una vez sumergido en las calles te quedas con gusto a poco. De lejos se ve imponente, de cerca es lo que es...


La historia de esta narración no es una alegoría de mis idas y venidas.
La historia de esta narración ni siquiera nace por una observación, reflexión y/o recuerdo. Nace, muy por el contrario, por la estúpida osadía de tres o cuatro jóvenes que, y eso es lo único que a mi me toca, al parecer se parecen a mi...
Nace, incluso 48 horas del evento que paso a relatar a continuación. Nace en el aparcamiento de la delegación del Ministerio de Defensa del Reino de España en Logroño, capital de La Rioja.
Es la tarde del domingo 9 de septiembre y esos tres o cuatro tíos, amparados por la noche y motivados por lo imposible, dejan un coche cerca del sitio antes señalado cargado con 61 kilos de explosivos. Otro de esos osados llama a la redacción del periódico Gara. Son las 23:15 de la noche y avisa: en 20 minutos más estallará el coche.
Grupos Especiales de la policía española (los Tedax) se movilizan y como en la mayoría de las ocasiones logran desactivar el rudimentario artefacto explosivo. Luego un periódico diría que no explotó debido a que falló un cable, otro diario subrayaría la pericia de los oficiales; pero todos ahondarían en la situación de esos osados jóvenes que días antes habían hecho estallar un coche-bomba en la comisaría de la Guardia Civil de Durango ¿Tendrán la capacidad para volver a matar?

En tanto yo...
Cuando eso ocurría yo hacía lo mío. Lo mismo que hice en Puente Genil, en Ronda, en Don Benito... Mirar, hacer mi trabajo, beber un café, leer los periódicos regionales, mirar.
Era martes justamente lo que había ido hacer a Calahorra y Zaragoza ya estaba hecho. Con la lentitud del que sabe a que hora zarpa el buque, busqué la pequeña estación de autobuses de Calahorra para emprender el regreso a Zaragoza, para luego emprender el regreso a Madrid.
El viaje fue más corto que en la ida y entre el pasaje pude apreciar señoras de edad que venían de Logroño, inmigrantes rumanos, gente sin alegría que se bajaba y subía en los distintos pueblos donde la maquina paró... Por la matutina hora -11:30- no vi estudiantes universitarios.
Durante la primera parte del trayecto terminé de leer “Las Escalas de Levante” de Amin Malauf. Luego me desconecté conectándome los audífonos del MP3 para oír Mauricio Redoles. Eso hacía, oír a Redoles con volumen moderado, cuando el bus entró en la nueva y moderna estación combinada de autobuses y trenes que este verano se inauguró en Zaragoza...
Cuando pisé el andén tenía la idea clara: comprar de inmediato el billete a Madrid y luego irme a comer a una de las tres cafeterías de la estación, pues en sólo una hora más salía el convoy a la capital de España y no tenía ganas de vagabundear por las calles de Zaragoza. Ese era la idea, claro, pero un extraño y lejano murmullo, imperceptible por la música del MP3, cambiaba mis planes. El murmullo se transformó en un grito y el grito en una escena: una mano cogiendo mi hombro con fuerza y tesón. Mi cuerpo se gira en redondo antes que mis pensamiento. En un gesto casi innato me saco los audífonos para confirmar lo que lejanamente oí. Ante mi tengo a tres hombres. Uno me habla y me pone la chapa de la Policía Nacional de España en la cara, el otro tiene una radio, el otro tiene la mano en la espalda...
- ¿Tiene usted como identificarse?
- Si, claro...(le paso mi DNI)
- Mmm, estudiante chileno. ¿Qué hace en Zaragoza?
- Turismo. Estudio en la Complutense...
- ¿Viene de Logroño?
- No de Calahorra y ahora me voy a Madrid, ya estuve en Zaragoza.
- Toma el DNI Paco, llama a la central y chequéalo.
Ahí estoy yo. Parado en las dársenas de la moderna estación de Zaragoza rodeado de tres policías de civiles que me han confundido. No sólo me han creído español, sino vasco. No sólo me han creído que detrás de las oscuras gafas y del auto-aislamiento del MP3 había un sospechoso, sino un etarra, un enlace quizás, o directamente han imaginado que soy uno de los tres o cuatro estúpidos que aparcaron el coche-bomba en Logroño.
La situación, evidentemente, es de rutina. Un grupo de policías aprestados en la estación principal de Zaragoza vigilando que tipo de gente se baja de los autobuses que viene del sitio del suceso (Logroño). La ecuación es simple y es más simple si se piensa que en el bus no había nadie más que yo con apariencia sospechosa: gafas, pelo medianamente largo y castaño, ropa
arrugada, mochila, una barba mal afeitada y prisa... Pero soy chileno, vengo de Calahorra y las gafas no quieren ocultar más que el mal dormir en el hostal donde pasé la noche.
- No te preocupes Chaval, esto es de rutina.
- ¿Es por lo de ETA?
- Si. (escueta y políticamente correcta respuesta)
- José, que es el tío está limpio.
- Gracias. (me pasa el DNI) En las taquillas 6 y 7 puedes comprar el billete a Madrid.
Mis labios sueltan algo así como “vale” y guardo sin salir de mi asombro el DNI en la billetera. Pienso en decirle algo más, un leve protesta por el tiempo perdido, pero me contengo. Recuerdo las vicisitudes que pasé con un grupo de borrachos, afuera de las torres de San Borja, otro martes de septiembre hace ya cuatro años, cuando me vi entonando el himno de Carabineros de Chile y minutos después siendo emboscado por una patrulla policial (el Cabo Larios se sintió ofendido). Cinco lucas me constó esa gracias y cinco tambien a Gordo Azocar a Mariano y a un tal Edgardo. Apenas sé como funcina la mente policial de los pacos, sería pretencioso intentar dialogar con los grises o ex grises, aunque estos vallan de civil.
Sigo mi camino y veo que el afiche con la imagen de los ocho etarras más buscado está pegada en todas las boleterías, en todos los café, hasta en el baño, donde entro a mojarme la cara. Ya no hay tiempo para ir a la cafetería.

7 comentarios:

  1. Anda que... Tanto estar conmigo al final se te ha pegado lo vasco y mira donde acabas.

    Historias de esas, como ya te he contado en muchas ocasiones, las hay por doquier. De experiencias de mis amigos e incluso de mi experiencia personal puedo sacar asi a bote pronto una decena. Y algunas no se han limitado solo a pedir el DNI...

    Pero bueno, es lo que tiene ser vasco y toparte con uno de estos chicos que tienen tanto miedo (y odio hacia lo vasco) en el Cuerpo (y en el cuerpo). Y la cosa se complica mas si ademas te llamas Javier Garcia, al igual que un famoso etarra como "Txapote" (autor material del asesinato de Miguel Angel Blanco).

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  2. Si mantiene ese pelo largo y andar desgarbado con el que lo conocí... entiendo perfectamente a la policía, jajaja


    Saludos y cuídese.

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  3. Tendrá algo que ver con que no fuiste a ver a la Virgen del Pilar? Me alegro que tan solo haya quedado en una anecdota.

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  4. Que bien que no haya ocurrido nada más. Sé que igual te alegra la experiencia, tendrás una historia más que contar.
    Un beso y ve con cuidado sospechoso.

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  5. Lund är ingen by, kom ihåg det!

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  6. hace cuanto q no se afeita compadre,
    que ya puede hablar de barba ?
    QQ

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  7. cuidate ganso, q bueno q solo quedo en anecdota, mira q parece q los chilensis ya no son muy bienvenidos por la madre patria, sino preguntale a julio triviño....

    un besito
    tu hermana

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