He tenido la suerte de llegar a Malmö, la capital de Skane (Escania), en la semana que se desarrollaba la fiestas de la ciudad, entre el 17 y 24 de agosto.
Sus habitantes y los de los pueblos circundantes (Lund, Trellenborg, Svedala, Klagshamm) estaban volcados a la calle y se percibía que el evento –gratitud al verano que se va- tenía un trascendencia similar a la que pueden poseer las fondas y ramadas en Chile para el 18 de septiembre.
Habían juegos mecánicos (la rueda o la noria según se quiera), conciertos gratuitos en la plaza principal (jazz, rock, pop), promociones de eventos culturales y artísticos. Habían también casi una centena de chiringuitos donde se vendía comida, pero a diferencia de Chile donde para las fiestas patrias se vende y se come sacrosantamente la comida nacional; en Malmö las salchichas y las albóndigas quedaban aparcadas para degustar los placeres culinarios del resto de países del mundo: de los 100 stand que rodeaban la plaza principal, en 80 se vendía platos de Grecia, China, Pakistan, Bosnia, Croacia, Japón, México, Brasil, Afganistán y otros lugares... a un precio promedio de 50 coronas suecas, algo así como 5 euros con 30 céntimos (3800 pesos para más señas).
Pude notar que algunos sitios eran más concurridos que otros. En un chino, un bosnio y uno sueco, donde se vendían tacos rellenos con gambas; habían filas enormes esperando pacientemente para comer ahí. Luego me enteré que un periodista del diario local, el Sydsvenskan, había hecho una crítica de los sitios y había elegido los cuatro mejores. Los fieles lectores del periódicos habían acatado el gusto del periodista-crítico-culinario-sueco y los dueños de estos puesto de comida se estaban llenando los bolsillos de billetes con la cara de Selma Lagerlof y Karl Von Linne.
Realmente eran muchos los sitios para comer por lo que esa mañana no recorrí toda la plaza del rey Gustavo Adolfo (Gustav Adolf Stortoget) y me decanté por una carne griega con una salsa de yogurt, pepinos y pimienta que ya había probado alguna vez, pero, y esto debido más bien al hambre, me supo bastante sabroso. Luego media vuelta y a seguir caminando por las medievales calles de la ciudad, que alguna vez perteneció a Dinamarca, hasta llegar al extremo sur donde la torre más alta de los países escandinavos (Turning Torso) rompía el perfil de Malmö. Torre bastante fea, que a diferencia de los rascacielos que conocía, éste no era de oficina sino de pisos habitables... caros y de lujos eso si.
Luego regresé a Stortoget recorriendo la ribera de uno de los canales de la ciudad, asombrándome en cada esquina por la cantidad de bicicletas que circulaban por las adoquinadas calles, pasé por un pulcro cementerio luterano y por una sencilla iglesia de esa misma religión. Al volver al ruido y a la algarabía de la plaza por la esquina oeste puede ver a la estrella solitaria que ondeaba con fuerza y misticismo.
LONGAS EN GUSTAV ADOLF TORG
Era improbable que en Suecia, donde hay miles de chilenos que pararon ahí luego de Pinochet, no hubiera un sitio de comida chilena... Son esas cosas que uno las intuye, pero no se las plantea, por eso cuando vi que el chiringuito nacional no me sorprendí. La sorpresa se generó al observar la atestada fila de suecos, vikingos, teutones esperando a comerse una longaniza. El sitio, con un nombre que llamaba a la nostalgia del exiliado –“Víctor Jara”-, también había sido reconocido por el periodista-crítico y era, junto al sueco de los tacos con gambas, los de mejor nota. (Al otro día me conseguí el diario en cuestión y me tradujeron el artículo. Decía, si mal no recuerdo, que como todos los años Víctor Jara tenía la mejor comida y además era un sitio limpio y muy bien organizado...). Vendían sólo longanizas y hamburguesas... Lo que demuestra que siempre hay adaptarse al gusto de los demás, pues todos sabemos que las hamburguesas son de un país llamado McDonals, aunque muy sabia y engañosamente, se presentaba al público como “lomito chileno”...
Hice la cola. No tenía mucha hambre, pero una longa con abundante grasa y jugo me esperaba. En un primer momento pensé presentarme, decir que era chileno, pero no tenía claro que esperaba con eso. No quiero ser majadero, pero la sensación de alegría por ver la bandera chilena y sitio de comida combatía con el temor de asumir lo que soy o no soy, aún cuando no lo tengo claro (aunque eso de ser más chileno que los terceros lugares me encantó)... Además ¿Iba a ganar una longa gratis por ser chileno? ¿Una conversación nostálgica con alguno de los que atendía? ¿Un vaso de chicha o pisco de la botella escondida detrás del mostrador?
Sonaba Tommy Rey, la Sonora Palacio, una que otra de Víctor Jara y Violeta Parra, pero la mayoría de las canciones era de fiesta...
-Hola compare, deme una longa y una coca zero...
-Son 60 coronas...
El hombre no se sorprendió por mi “chilenidad”, pero respondió en chileno y el dialogo fue en chileno... Le pasé dos billetes de 50.
-No tení 10 coronas.
-No, creo que tengo 5.
Me devolvió uno de los billetes de 50, me pasó la coca zero y gritó señalándome “dos longas por acá”. Siguió en lo suyo sin mirarme y sin darme oportunidad de darle las gracias atendiendo al resto de la fila hablando ahora sí en sueco y con acento escanio según me enteré después...
En medio de la noche escandinava, donde las nubes sólo dejaban penetrar algunas pocas estrellas. En un banco perdido de Stortoget de Malmö, cubriéndome con un paraguas por la veraniega e intermitente lluvia de agosto; saboreé dos longas que, quise con todas mis ganas, fueran de Chillán (pero con cueva eran de Lund) y tuve bajo esas circunstancias mi 18 de septiembre privado y adelantado.
La longas no estaban malas, pero la coca zero no evitó que se me repitieran, situación que me hacía recordar mi chilenidad aparente cuando ya en el tren regresaba a Lund. Atrás quedaba mi primer y único dialogo en chileno en Suecia.
Sus habitantes y los de los pueblos circundantes (Lund, Trellenborg, Svedala, Klagshamm) estaban volcados a la calle y se percibía que el evento –gratitud al verano que se va- tenía un trascendencia similar a la que pueden poseer las fondas y ramadas en Chile para el 18 de septiembre.
Habían juegos mecánicos (la rueda o la noria según se quiera), conciertos gratuitos en la plaza principal (jazz, rock, pop), promociones de eventos culturales y artísticos. Habían también casi una centena de chiringuitos donde se vendía comida, pero a diferencia de Chile donde para las fiestas patrias se vende y se come sacrosantamente la comida nacional; en Malmö las salchichas y las albóndigas quedaban aparcadas para degustar los placeres culinarios del resto de países del mundo: de los 100 stand que rodeaban la plaza principal, en 80 se vendía platos de Grecia, China, Pakistan, Bosnia, Croacia, Japón, México, Brasil, Afganistán y otros lugares... a un precio promedio de 50 coronas suecas, algo así como 5 euros con 30 céntimos (3800 pesos para más señas).
Pude notar que algunos sitios eran más concurridos que otros. En un chino, un bosnio y uno sueco, donde se vendían tacos rellenos con gambas; habían filas enormes esperando pacientemente para comer ahí. Luego me enteré que un periodista del diario local, el Sydsvenskan, había hecho una crítica de los sitios y había elegido los cuatro mejores. Los fieles lectores del periódicos habían acatado el gusto del periodista-crítico-culinario-sueco y los dueños de estos puesto de comida se estaban llenando los bolsillos de billetes con la cara de Selma Lagerlof y Karl Von Linne.
Realmente eran muchos los sitios para comer por lo que esa mañana no recorrí toda la plaza del rey Gustavo Adolfo (Gustav Adolf Stortoget) y me decanté por una carne griega con una salsa de yogurt, pepinos y pimienta que ya había probado alguna vez, pero, y esto debido más bien al hambre, me supo bastante sabroso. Luego media vuelta y a seguir caminando por las medievales calles de la ciudad, que alguna vez perteneció a Dinamarca, hasta llegar al extremo sur donde la torre más alta de los países escandinavos (Turning Torso) rompía el perfil de Malmö. Torre bastante fea, que a diferencia de los rascacielos que conocía, éste no era de oficina sino de pisos habitables... caros y de lujos eso si.
Luego regresé a Stortoget recorriendo la ribera de uno de los canales de la ciudad, asombrándome en cada esquina por la cantidad de bicicletas que circulaban por las adoquinadas calles, pasé por un pulcro cementerio luterano y por una sencilla iglesia de esa misma religión. Al volver al ruido y a la algarabía de la plaza por la esquina oeste puede ver a la estrella solitaria que ondeaba con fuerza y misticismo.
LONGAS EN GUSTAV ADOLF TORG
Era improbable que en Suecia, donde hay miles de chilenos que pararon ahí luego de Pinochet, no hubiera un sitio de comida chilena... Son esas cosas que uno las intuye, pero no se las plantea, por eso cuando vi que el chiringuito nacional no me sorprendí. La sorpresa se generó al observar la atestada fila de suecos, vikingos, teutones esperando a comerse una longaniza. El sitio, con un nombre que llamaba a la nostalgia del exiliado –“Víctor Jara”-, también había sido reconocido por el periodista-crítico y era, junto al sueco de los tacos con gambas, los de mejor nota. (Al otro día me conseguí el diario en cuestión y me tradujeron el artículo. Decía, si mal no recuerdo, que como todos los años Víctor Jara tenía la mejor comida y además era un sitio limpio y muy bien organizado...). Vendían sólo longanizas y hamburguesas... Lo que demuestra que siempre hay adaptarse al gusto de los demás, pues todos sabemos que las hamburguesas son de un país llamado McDonals, aunque muy sabia y engañosamente, se presentaba al público como “lomito chileno”...
Hice la cola. No tenía mucha hambre, pero una longa con abundante grasa y jugo me esperaba. En un primer momento pensé presentarme, decir que era chileno, pero no tenía claro que esperaba con eso. No quiero ser majadero, pero la sensación de alegría por ver la bandera chilena y sitio de comida combatía con el temor de asumir lo que soy o no soy, aún cuando no lo tengo claro (aunque eso de ser más chileno que los terceros lugares me encantó)... Además ¿Iba a ganar una longa gratis por ser chileno? ¿Una conversación nostálgica con alguno de los que atendía? ¿Un vaso de chicha o pisco de la botella escondida detrás del mostrador?
Sonaba Tommy Rey, la Sonora Palacio, una que otra de Víctor Jara y Violeta Parra, pero la mayoría de las canciones era de fiesta...
-Hola compare, deme una longa y una coca zero...
-Son 60 coronas...
El hombre no se sorprendió por mi “chilenidad”, pero respondió en chileno y el dialogo fue en chileno... Le pasé dos billetes de 50.
-No tení 10 coronas.
-No, creo que tengo 5.
Me devolvió uno de los billetes de 50, me pasó la coca zero y gritó señalándome “dos longas por acá”. Siguió en lo suyo sin mirarme y sin darme oportunidad de darle las gracias atendiendo al resto de la fila hablando ahora sí en sueco y con acento escanio según me enteré después...
En medio de la noche escandinava, donde las nubes sólo dejaban penetrar algunas pocas estrellas. En un banco perdido de Stortoget de Malmö, cubriéndome con un paraguas por la veraniega e intermitente lluvia de agosto; saboreé dos longas que, quise con todas mis ganas, fueran de Chillán (pero con cueva eran de Lund) y tuve bajo esas circunstancias mi 18 de septiembre privado y adelantado.
La longas no estaban malas, pero la coca zero no evitó que se me repitieran, situación que me hacía recordar mi chilenidad aparente cuando ya en el tren regresaba a Lund. Atrás quedaba mi primer y único dialogo en chileno en Suecia.
Benja
ResponderEliminarun agrado poder acceder a tu página,`para este 18 a las 20.oo horas de allá, piensa en nosotros, nos veras alrededor de un cordero de magallanes al palo, haremos un alto en la celebración por el amigo y por el hijo de la amiga que esta por los nortes, aprendiendo cosas nuevas que la generación precedente no tuvo la aportunidad de disfrutar como ustedes.
tambien tendremos otro motivo para celebrar el 18 y el retorno de Sebastian y María José
Me ha costado peder mandarte los comentarios ,no salen , parece que ser tan neofita en esto que tengo que hacer muchos intentos. Encuentro espectacular tus vivencias y que chilenos hay en todas partes
ResponderEliminarAhora si....
ResponderEliminarespero con ansias cada semana para leer tus articulos y empaparme de tus vivencias. Me haces transportarme hacia donde estas y transmitirme un pedacito de tu vida en aquellas lejanas tierras. Estoy muy orgullosa de tí, tus articulos son espectaculares. tu cultura general me hace tener que ponerme al dia a mi par llegar un poquito a tu altura.
Me parece espectacular tu mini 18 adelantado. ¡Viva Chile!
HERMANO MIO
ResponderEliminarNUNCA ME RESULTA POSTEARTE, ESPERO Q ESTA VEZ SI.... PERO ESO NO SIGNIFICA QUE ENTRE MIS CORRERIAS CON TUS SOBRINOS QUE TE ECHAN DE MENOS, NO ME HAGA EL TIEMPO PARA LEER TUS ENTRETENIDAS VIVENCIAS POR MI TIERRA NATAL Y SUS ALREDEDORES... NO SABES LO FELIZ QUE ESTOY DE QUE ESTES HACIENDO ESTO, TE FELICITO.
UN BESO Y ABRAZO GRANDE DE TU HERMANA QUE TE QUIERE Y EXTRAÑA
CARLA